domingo, 12 de abril de 2009

RÓMULO

RÓMULO
1 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
RÓMULO
RÓMULO
2 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
RÓMULO
3 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
AUTOR:
"FREDERICK DUMAS"
RÓMULO
4 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
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5 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
MONTAJE DE PORTADA:
Alfonso Sánchez Madruga
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6 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
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7 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
BREVE COMENTARIO
SOBRE ÉL Y SUS OBRAS
A.S.M.
RÓMULO
8 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
RÓMULO
9 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
FREDERICK DUMAS
Nació en Montijo, provincia de Badajoz, un
veintinueve de septiembre de mil novecientos
cincuenta y uno, hijo de obreros, que le dieron los
estudios necesarios para defenderse en la vida,
respetando a sus semejantes consiguió llegar a ser
lo que se considera una buena persona.
Al no haber logrado mas que los estudios básicos, y
tras comprender, que todo ser humano es capaz de
superarse a sí mismo y conseguir dejar una huella
aunque sea ínfima de su paso por este valle de
lágrimas, un buen día decidió dejar constancia
escrita de sus sueños, de su imaginación, de sus
recuerdos.
De esa imaginación soñadora salieron obras como
ISAGOGE, EL VAQUERO DE LA VEGA, ENTRE
EL SER Y SU QUIMERA, POR EL AMOR DE
UNA MUJER, SUEÑOS REALIDADES Y
POESIA, EL SEÑOR DE LOS
PRODIGIOS ,CUASIFORME Y EL RECUERDO
DEL OLVIDO, ROSA LA CANTAORA y ésta
misma RÓMULO ETC........
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10 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
RÓMULO
11 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Queda prohibida la reproducción total o
parcial de esta obra. Su inclusión en
cualquier sistema informático, transmisión,
copia, fotocopias, o por cualquier otro
medio, ya sea electrónico, mecánico, por
registro, u otros medios, así como la
sustitución o modificación tanto de texto
como de situaciones de la obra, sin previo
aviso y por escrito del propio autor.
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12 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
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13 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Registro de la propiedad nº................
PAMPLONA AÑO 2002
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14 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
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15 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
RÓMULO
Al principio de primavera...
En una ciudad del sur, justo donde el sol se
esconde para que las almas duerman su
letargo nocturno, cuando muere la tarde...
En una bellísima urbanización de chalets
con frondosos árboles de mora péndula en
sus jardines, rodeado de verdes setos de boj
y pincelados por multitud de plantas bajas,
que irisaban el paisaje de miles de
tonalidades, tanto sus rosales variados,
como buganvillas, jazmines, primaveras,
don Diego, pensamientos, etc....
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16 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Daban aquel especial aroma con sabor a
miel a la brisa nocturna que, embriagaba y
extasiaba el alma de sus moradores.
En una de aquellas casas, el matrimonio
Martínez, aquella noche permanecían en el
salón principal, una habitación finamente
decorada con una decoración que por su
sencillez y contraste, daba una especial
serenidad, especialmente por aquella
chimenea rústica, en donde... y sin
pretenderlo te descansaba la mirada,
haciendo que las chisporroteantes brasas,
unidas a las sutiles e incorpóreas llamas de
los tronquitos de encinas, te hicieran caer
en un sopor dulce y reconfortante.
Allí, el matrimonio Martínez se reunía para
realizar sus quehaceres nocturnos, él solía
estudiar en aquel confortable sillón al
abrigo de la chimenea, mientras que ella, en
aquella ocasión se disponía a cambiar su
bebé, aquellos pañales parecían estar
húmedos, era hora de cambiarlos y
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17 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
alimentar al insaciable bebé, ofreciéndole el
dulce y mieloso néctar del manantial de sus
hermosos pechos.
En el interior de la vivienda, y en otra de
sus habitaciones permanecían los dos
hermanos mayores, dos gemelos, dos
hermosos y rubios gemelos de cinco años de
edad. Rodeados por sus más queridos
juguetes, los dos gemelos parecían
distraerse, sin embargo, uno de ellos parecía
más nervioso, más travieso, parecía
disfrutar rompiéndolos mientras que el otro
hablaba con su peluche, a su manera
parecía como que hablase con él, que
viviera alguna historia con su muñeco a
juzgar por su conversación, pues él se decía
y, el se contestaba, aunque cualquiera que
lo hubiese estado escuchando se habría
quedado fuera del juego, pues sus palabras
eran incoherentes y la historia que al
parecer vivía en aquellos momentos, parecía
no tener sentido. Sin embargo él sí, él
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18 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
seguro que vivía de pleno su supuesta
aventura.
Al entrar en la casa y traspasar el recibidor,
se encontraba el salón principal, más al
interior y después de un pequeño
distribuidor que daba acceso a las escaleras
de los dormitorios en la primera planta,
más allá se encontraba el cuarto de juegos,
donde en aquellos momentos se encontraban
jugando los dos gemelos, a continuación la
cocina y la salida trasera de la vivienda con
acceso al jardín.
En aquellos momentos y para preservar a
los gemelos, la madre había cerrado con
llave, sólo permanecía abierta aquella
pequeña ventanilla a nivel del suelo por
donde el cachorro dálmata podía entrar y
salir de la vivienda a su libre albedrío
siempre que necesitase abonar el jardín, con
sus secos y malolientes excrementos.
A los dos gemelos habitualmente solía
vestirlos igual la señora Martínez, pero en
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esta ocasión y disfrutando de una perfecta
calefacción, los pequeños sólo vestían unos
pequeños pantalones cortos de pijama, por
lo que podía apreciárseles perfectamente,
que de sus delicados cuellos colgaban dos
labradas cadenas de plata, con otros dos
camafeos del mismo material y, con unos
labrados que los rodeaban.
Del cuello y de cada uno pendía el suyo, los
dos eran idénticos, únicamente los
diferenciaba el nombre de su grabado, sus
propios nombres, en uno podía verse
claramente el nombre de Raúl en su etapa,
mientras que en la tapa de su hermano,
ponía el nombre de aquel, Rómulo.
La inquietud de Rómulo era patente, pues
era un niño muy nervioso e iper activo, su
mirada parecía que sin tan siquiera acabar
de romper algún juguete con el que jugaba,
ya estuviera mirando la forma de hacer
alguna otra trastada.
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Mientras Raúl jugaba tiernamente, Rómulo
salió en dirección a la cocina, no sin antes
propinarle una colleja a su hermano en la
cabeza.
Poco después y sin saber cómo, ni de dónde,
en sus manos traía una caja de cerillas, que
miraba con curiosidad, mientras entraba a
la sala de juegos.
Entretanto y ajenos a las ideas que gestaba
Rómulo, sus padres en el salón principal
discutían sobre los pormenores diarios, algo
cotidiano, algo normal en cualquier
matrimonio después de diez años de
convivencia, aquella rutinaria monotonía
de trabajo, obligaciones de padres,
convivencia mutua y falta de comunicación
entre ellos, hacía que, cada uno de los dos
estuviese enfrascado en aquello que le
preocupaba o, tenía la imperante necesidad
y obligación de hacer, por ello, él sumido en
el estudio y ella en el pequeño bebe, dieron
lugar, a que ninguno de los dos se
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21 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
percatarse de lo que en aquellos instantes
estaba ocurriendo en la habitación de los
gemelos.
Allí en la habitación de juegos de los dos
hermanos gemelos, y sin que ellos pudieran
advertirlo, el humo se hacía cada vez más
denso y el aire irrespirable.
Uno de los gemelos, posiblemente Rómulo, el
diablillo de la casa, al jugar con las cerillas,
tal vez movido por la curiosidad, su
instinto destructor quizá, hizo que
prendiese fuego a una servilleta de papel
que, posteriormente, o bien queriendo o,
movido por el miedo, al ver las pequeñas
llamas, la tirase bajo aquel sofá de juegos
que casi al instante por sus componentes
plásticos, ardía en grandes llamaradas.
Llamas que pronto alcanzaban los muebles
próximos hasta convertir la habitación de
juegos en una enorme bola de fuego, ante la
aterradora mirada de los pequeños que,
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poco podían hacer ya más que, por instinto
de supervivencia, abandonar el siniestro.
Tan rápido y sorprendente fue todo, que
antes que los niños pudieran abandonar esa
zona de la casa y, con sus gargantas
aterradas por el terror que les producía la
diabólica visión del incendio, el fuego se
había extendido ya a parte del distribuidor
de la casa, sin embargo, para entonces el
matrimonio Martínez en aquellos instantes,
se percataron del penetrante olor a plásticos
y materiales melaminados y de barniz.
¿No te huele como a quemado, querido?
Preguntó la señora Martínez a su esposo.
¿Pues ahora que lo dices ...? ¡Los niños!
Al abrir la puerta de la sala de estar con
acceso al recibidor, pudieron comprobar sus
temores. Ante sus ojos se presentaba ya una
imagen dantesca y espeluznante, las llamas
y el denso humo ocupaban ya parte del
distribuidor, que ávidas de oxígeno
gateaban por el hueco de acceso a los
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23 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
dormitorios, arrasando con su lengua de
fuego y destrucción, todo cuanto encontraba
a su paso.
¡Dios mío, fuego! ¡Fuego! ¡Los niños! ¡Mis
hijos! ¡Rómulo, Raúl! ¡Contestad! ¡Raúl!
¡Rómulo!
Unos leves lamentos y sollozos parecían
provenir del otro lado de las llamas, tenían
que sacarlos de allí o tendrían la muerte
más horrible y espeluznante de las muertes.
¡Hijos! ¡Dónde estáis! ¡Rómulo! ¡Raúl!
¡Contestad!
¡Mamá, mamá! ¡Tengo miedo, mamá!
Tanto Rómulo, como Raúl, tal vez por su
pequeña estatura, aún no habían respirado
el pestilente humo que asfixiaba a sus
padres y al bebé.
¡Mis hijos! ¡Saca a mis hijos de ahí! ¡Se
abrasan!
Fue el señor Martínez el que a pesar de la
impotencia que sentía ante tan trágico
suceso, su corazón de padre se vistiera de
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24 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
coraje, algo que no le valía de mucho para
cruzar aquella cortina de fuego que le
separaba de sus pequeños.
Tal vez en aquellos fatídicos momentos, su
mente ni pensase el enorme riesgo que
corría, tanto él, como su esposa que,
acurrucaba al bebé contra su pecho
tratando de protegerlo de la enorme
temperatura que flotaba en el ambiente ya.
Aprovechando el hueco que le dejaban las
llamas, Martínez intentó rescatar a los
gemelos, pero tan avanzado estaba el
incendio, que las vigas superiores del acceso
a los dormitorios, se desplomaban en
aquellos precisos instantes, dejando
atrapados y en llamas, tanto al
matrimonio, como a su bebé.
El intento del padre por rescatar a sus hijos,
había sido fatídico, en el intento de coger a
uno de ellos, sólo pudo arrancar de su
pequeño cuello el medallón que de él
colgaba, donde se podía leer en su
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25 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
inscripción, Raúl, para posteriormente caer,
y sucumbir bajo aquel amasijo de vigas de
madera y tejas, que se les vino encima a los
tres componentes de la familia Martínez.
Más suerte parece que tuvieron los dos
gemelos que, a pesar del pánico que
reflejaban sus rostros, que lloraban
aterrados pidiendo ayuda, pudieron huir al
jardín.
Tras el estruendo del derrumbe y después
del silencio de sus padres, los dos pequeños
parecían reaccionar y huir hacia la puerta
trasera, que permanecía cerrada con llave,
como la había dejado su mamá para evitar
que pudieran salir sin su permiso. ¿Quién
podía imaginarse una tragedia como
aquélla? Más... El instinto de supervivencia
en aquellas mentes diminutas, también
funcionaba y, uno tras otro traspasaron la
puerta por aquél pequeño hueco de puerta o
portezuela basculante del cachorro
dálmata, su mascota.
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26 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Esa fue su salvación, de no haber tenido
aquél pequeño escape a su disposición, y a
aquella altura, probablemente también
aquellos dos pequeños gemelos habrían
perecido en el siniestro donde, ni sus
padres, ni su hermano pequeño, habían
corrido la misma suerte por desgracia.
El lugar donde habían sido recogido los
gemelos, era a pesar de ser un sitio hermoso
y bien cuidado, un hospicio frío y mecánico,
allí todo era hecho con un rigor excesivo, las
monjas que ostentaban la administración
del orfelinato, mantenían sus horarios
rigurosos y estricto.
No sólo mantenían la puntualidad en los
horarios de clases a sus protegidos, sino en
el dormir, en el comer, la hora del rezo del
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27 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
ángelus, hasta en los juegos los niños
parecían autómatas robotizados, vestidos y
uniformados exactamente iguales, y en
grupos perfectamente organizados se
movían por el recinto, acompañado cada
grupo por su tutora de la actividad
correspondiente al horario diseñado por la
dirección del centro, la madre superiora sor
Angélica.
Como en casi todos los sectores sociales,
siempre hay alguien que rompe las reglas,
en este sereno y pacífico lugar de acogida,
también había alguien que lo hacía, un
pequeño diablillo del que pendía de su
cuello, un bonito camafeo de plata,
finamente labrado y, donde podía leerse
claramente la inscripción con su nombre:
Rómulo.
Aquel inquieto y travieso pequeño traía en
jaque, no sólo a sus compañeros de clases,
sino incluso a las adultas y serias hermanas,
que se veían impotentes ante las
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28 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
sorprendentes reacciones y travesuras del
pequeño.
No muchos días después, las hermanas
encargadas de su educación, se vieron
obligadas a poner en conocimiento de su
superiora, el peculiar y delicado terreno que
pisaban con la educación de un niño tan
conflictivo y problemático, dado su corta
edad y, el grado de inquietudes que
exteriorizaba.
Tras ser informada la abadesa de tan
sensible caso, su razonamiento la llevó a
tomar la decisión, de entregarle los
pequeños a alguna familia demandante en
la adopción, de la larga lista de espera que
guardaba en su archivador particular.
Los niños no podían ser entregados a una
misma familia, eso era evidente, pero quizá
eso sería lo mejor para ellos, cada uno por
su lado, y en distintas familias, podrían ser
educados correctamente, pues al ser hijos
únicos, la atención de los adoptivos padres,
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29 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
podría centrarse con una rigurosa
dedicación a cada uno de ellos y, tanto Raúl
podía ser educado sin la constante y temida
presencia de su hermano, como Rómulo
podía ser atendido con más privacidad,
canalizando su personalidad en exclusiva,
que por otra parte, al menos en casa no
dispondría de una víctima de sus juegos
como acostumbraba a hacer, tanto con su
propio hermano, como con todo aquel
compañero de clases de los que gustaba de
reírse, después de hacerlos víctimas de
alguna de sus travesuras.
El destino parecía empeñado en devolver
una y otra vez a Rómulo a las oficinas de la
abadesa sor Angélica; el motivo siempre era
el mismo, aquél pequeño diablo tenía la
virtud de desquiciar la mente mejor
preparada en educación infantil, más aún,
a unos matrimonios con una nula
experiencia en el cuidado... en el especial
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30 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
cuidado y vigilancia a la que debía estar
sometida aquella pequeña bestia humana.
El tiempo corría deprisa y, aunque crecía,
no parecía madurar, al contrario; lejos de
madurar como persona, parecía que lo que
realmente se desarrollaba en él, era el
instinto travieso, agresivo y desordenado, lo
que hacía que ningún matrimonio deseoso
de compartir y dar la vida por un niño,
pudieran recopilar la suficiente paciencia,
como para soportar los momentos de
crispación a los que los sometía, por lo que
volvía siempre al lugar de donde salía, con
el consiguiente asombro e incredulidad de
la dirección y la tutoría del centro.
Trece años después, las puertas del
orfelinato se abrían, para dar paso a un
Rómulo con dieciocho años recién
cumplidos.
Lo que ocurriese en aquel hospicio, sólo
Dios puede saberlo, pero a partir de aquel
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31 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
instante, el mundo tenía enfrente a un
adulto de rasgos fuertes y buena estatura,
de mirada desafiante y aptitud inquieta, de
pelo rubio y una melena que le descansaba
sobre sus anchos y varoniles hombros, que le
daban un carácter retador y orgulloso a la
vez.
El carácter apacible y sereno de Raúl, sin
embargo, había hecho que encajarse a la
perfección en aquel primer matrimonio que
lo adoptara, acoplándose perfectamente a la
familia que lo acogió.
Tanto es así que, para entonces, aquel
pequeño llamado Raúl había conseguido su
objetivo en la vida, que no era otro que el
de ser médico, su inquietud más latente. Un
joven, pero brillante cirujano volcado en su
vocación, que le había proporcionado
multitud de amistades, buenas y sinceras
amistades, lo que hacía, que su vida fuera
una vida ordenada y cristiana.
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32 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Sin embargo; dado el poco interés de su
monótona vida lo dejaremos estar de
momento, lo que realmente nos ocupa y
preocupa por ahora, fue precisamente la
turbulenta y atormentada vida de su
hermano gemelo Rómulo y a ella nos
remitimos.
Pronto aquel conflictivo muchacho se vio
envuelto en el mundo de la delincuencia,
haciendo fácilmente buenas amistades entre
los personajes del hampa, y claro; dado su
especial sentido para el mal, no tardó
mucho en que vieran en él, a un perfecto
cerebro del crimen, llegando a sodomizar a
sus propios compinches de robos, trapicheos
de drogas etc.
Llegó a alcanzar tal fama entre la gente de
la noche, la extorsión y el crimen que, casi
sin proponérselo se vio rodeado de unos
fieles seguidores, que creían en él y le
temían a la vez, pero tanto unos, como
otros, se beneficiaron de una u otra forma
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33 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
al formar parte de aquella especie de banda
organizada por Rómulo, que encabezaba y
dirigía sus acciones criminales.
Aquella noche había sido movida, una
noche de robo, droga y sexo en un parque
próximo a la urbanización de apartamentos
y, tanto Rómulo, como tres de sus
compinches y dos de las prostitutas que les
acompañaban, en aquellos momentos,
regresaban a la ciudad a pie bajo las
farolas del camino o paseo delimitado por
álamos blancos, en una noche cálida y
serena, con un cielo tapizado de estrellas
cada una de ellas a pesar de su aparente
desorden, perfectamente situada en el lugar
que le correspondía en el cielo, en ese mar
gaseoso de azul marino, en la luminosa y
extasiante noche.
Así volvían como digo los cinco, sin prestar
la más mínima atención a toda aquella
maravilla que les rodeaba, hablando y
blasfemando sobre sus cosas, a grandes
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34 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
carcajadas que se perdían en lo más
profundo y recóndito de la oscuridad,
tragadas por el silencio de la madrugada,
que esa noche, aún dormida, espera
plácidamente a que el día luminoso la
despierte con el multifacético coro de aves,
anfibios e insectos de temporada.
Fue aquel Mercedes en marcha frente a un
puesto de periódicos, lo que despertó la
aparente mente distraída de Rómulo.
Al otro lado de la calle, aquel apacible y
confiado ciudadano compraba su periódico
diario, sólo serían unos segundos, ¿cómo iba
él, un hombre sin malicia a sospechar que
pudiera ocurrir aquello? No, no pudo
imaginar nunca, que por aquélla retorcida
mente pasase la idea de llevarse su coche,
un flamante Mercedes, sin embargo en unos
segundos, tanto Rómulo, como sus
acompañantes, después de ver la intención
de su líder, apresuradamente se montaron
en el vehículo y, ante los incrédulos y
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35 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
estupefactos ojos del buen y confiado señor,
el coche arrancaba tan deprisa, que tras
patinar sobre el asfalto, dejó una espesa y
maloliente nube con olor a caucho quemado
en el ambiente, dejando al propietario
maldiciendo sobre la acera, algo que a
ninguno les preocupaba, además; sus gritos
poco a poco se perdían en el tiempo y la
distancia, envueltos en las carcajadas que a
cada uno de ellos les produjo la satisfacción
de un "trabajo bien hecho".
En aquella ocasión fue muy sencillo, algo
que surgió sobre la marcha, pero así como
solía hacer cuando pequeño, antes de
terminar de hacer alguna trastada, pensaba
en la siguiente, en esta ocasión, aquella
inquietud parecía haberla desarrollado,
pues su subconsciente ya maquinaba el uso
que podía hacer del coche en su propio
beneficio, y en el de sus fieles seguidores.
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36 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Aún no había amanecido, era un buen
momento todavía para sacarle partido a la
noche.
Sin tan siquiera comentar sus intenciones
con los despreocupados y alborotadores
pasajeros, que se dejaba llevar por el frenesí
del alcohol y las drogas consumidas,
entregados en un frenético y sexual magreo
en los asientos posteriores, su dirección
parecía tener un destino a juzgar por su
conducción, pues dirigía el vehículo hacia la
zona más populosa y comercial de la
ciudad, allí sus ojos buscaban algo, alguna
tienda en particular.
Su expresión se tornó más sátira y
mezquina al divisar su objetivo que, sin
pensarlo ni hacer partícipes a los demás,
lanzó el Mercedes sobre aquel escaparate de
una llamativa y lujosa joyería, saltando en
un millón de pedazos la Luna que la
protegía, a pesar de ser un cristal blindado,
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37 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
no pudo soportar el fuerte impacto de un
robusto coche, cómo era aquel Mercedes.
Después de los primeros segundos de
conmoción en los que, los demás pensaron
en lo más lógico o anormal que les pudiera
haber ocurrido, un accidente, pudieron
comprobar las verdaderas intenciones de
Rómulo, un "alunizaje" en la joyería, ¡bien!
En unos segundos aquellos diestros y hábiles
malhechores, no esperaron a más, y sin que
Rómulo se moviese de su asiento, entraron
en el local arrasando con todo cuanto sus
ojos les enseñaban, todo tipo de joyas, todas
eran buenas, todo era dinero y, a pesar de
ver que el Mercedes se movía, que intentaba
salir del local, bien sabían aquellos tres
delincuentes, que su jefe jamás los dejaría
en la estacada, por lo que plácidamente
terminaron su trabajo, ante los atónitos e
incrédulos ojos de las bebidas prostitutas,
que los esperaban sin poder mover su
cuerpo del asiento en el coche, ya en
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38 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
disposición de salir, antes que aquella
peculiar sirena de alarma, hiciera
precisamente eso; alarmar no sólo al
vecindario, sino a aquellos que podrían
acarrearles problemas: la policía.
No hizo falta que Rómulo les agobiase
requiriéndoles la retirada, aquellos expertos
sabían exactamente del tiempo que
disponían, lo que hizo que, en no más de un
minuto, regresasen al coche con un
apetecible botín entre risas de satisfacción,
que secundaban las mujeres sin tan siquiera
percatarse de lo que en aquellos instantes
estaba ocurriendo, pues parecía que se lo
estaban tomando, como parte de un juego
de aquellos que las cortejaban y querían
divertirlas.
En breves instantes, aquel potente coche
resquebrajada el silencio de la anoche por
segunda vez con sus chirriantes neumáticos
quemando el asfalto para perderse de nuevo
en las avenidas desiertas de la ciudad.
RÓMULO
39 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Posteriormente en alguna callejuela se
perdió su pista.
Aquella noche, para el delincuente Rómulo,
había dado buenos frutos sin tan siquiera
planteárselo, era evidente que el "aquí te
pillo, aquí te mato" no era tan malo, a
veces las cosas más pensadas, tienen los
fallos más increíbles y desconcertantes.
Rómulo no era la clase de persona que
dejara las cosas al azar, pero aquella noche,
tal vez influenciado por aquella dosis de
heroína y el grado de alcohol en el ron,
hicieron que su incontrolable carácter
pendenciero, como lo pensase lo hiciera,
pues de normal sus hazañas malignas, solía
recapacitarlas hasta en sus más mínimos
detalles, era metódico, calculador, frío y
despiadado, por lo que hasta el momento no
había tenido ninguna detención por sus
múltiples fechorías delictiva y criminales,
hasta el momento todo le había salido a
RÓMULO
40 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
pedir de boca, pero... ¿tendría siempre la
misma suerte?
En unos años parecía que, bien su suerte,
bien su concienzuda matemática en sus
actos, habían hecho que a pesar del recelo
por parte de la policía y, considerándolo
sospechoso, jamás pudieron demostrar su
participación en ninguna acción delictiva,
por lo que traía en jaque a aquel viejo
policía, comisario de la jefatura superior
número cinco.
Se podía apreciar una cierta revolución con
nerviosismo en aquel agente que, allí, tras
el mostrador en comisaría, donde
habitualmente recibía llamadas de todo
RÓMULO
41 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
tipo, pero a menudo de faltas, pequeños
hurtos, etc. Sin embargo en esta ocasión
debía de ser algo más importante que todo
aquello, a juzgar por la cara de asombro y
preocupación que ponía.
Algo grave debía ser cuando sin pérdida de
tiempo trataba de ponerlo en conocimiento
de su superior, el comisario Fonseca, que en
aquellos instantes debatía sobre algún
asunto banal o de menor importancia con
su ayudante el doctor Leving.
Al conocer lo ocurrido, el propio comisario y
su ayudante mostraban su preocupación, y
es que, un atraco con rehenes es algo muy
grave, nunca puede saberse cómo pueden
reaccionar los atracadores después de verse
sorprendidos. Tal vez los nervios y el miedo
que aquello le podía producir, hiciera que
alguien pudiera salir herido del trance.
Tan rápido como acostumbraban, los
hombres de Fonseca actuaron y, en pocos
minutos el Banco donde ocurrían los hechos
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42 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
estaba rodeado por aquellos efectivos, unos
hombres especialmente entrenados para
solventar situaciones de riesgo, tal y como
podía ser aquella en la que, ni conocían de
momento los atracadores que se
encontraban dentro del edificio, ni la
cantidad de personas que mantenían
retenidas en su interior.
Fue Fonseca el que al llegar tras sus
hombres, trató de tomar un primer contacto
con los malhechores a través del propio
micro y por los altavoces del coche, que en
un aquel mismo momento Leving colocaba
en el techo, adhiéndolos con el sistema de
imanes que llevaban incorporados.
Al primer intento, logró conectar con el que
al parecer llevaba la "voz cantante" de los
dos atracadores.
Tras los cristales del banco, Fonseca podía
apreciar a alguno de aquellos chicos que
pretendía imponer sus condiciones, algo a lo
que Fonseca en un principio no estaba
RÓMULO
43 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
dispuesto, pero tras pensar en las personas
allí retenidas, optó por tomar una
resolución: apostaría un francotirador en
una terraza cercana, para que pudiese
actuar en caso de peligro, desde lo alto le
sería mucho más fácil reducir a los
atracadores de ser necesario, pues debía
intentar que no se derramarse sangre, y con
mucho menos motivo, sangre inocente.
Ésas fueron sus órdenes al agente encargado
de apostarse en aquella terraza: tirar si era
estrictamente necesario sí, pero... sólo a
herir o desarmar a los delincuentes.
Entretanto, negociaba Fonseca con aquel
que parecía hacer de jefe: un chico rubio de
cabello largo que le descansaba sobre los
hombros, de pantalones vaqueros y un
fuerte carácter al parecer, por el modo de
instar al buen policía a cumplir sus
peticiones.
Sólo debía dejarles marchar, permitirles la
huida. ¡Qué fácil! Si quería la policía que
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44 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
ningún rehén fuera herido, así debía de ser.
Aún y así, Fonseca aceptó el trato, más
tarde habría tiempo para capturarlos sin
poner en peligro la vida de nadie.
Somos tan distintos... así como Rómulo era
un déspota descarado, un cínico y un
criminal sin escrúpulo, con un aplomo en
sus nervios tal, que podía decirse que
disfrutaba con las situaciones de riesgo...
Aquello parecía tomárselo como un reto,
como un juego que tenía que ganar a toda
costa. Sin embargo su colega de fechorías no
parecía tener los mismos nervios, ni ser tan
diabólicamente frío como él, eso hizo que al
intentar salir del banco parapetados tras
dos rehenes, el chico que acompañaba a
Rómulo, comenzase a disparar sobre los
coches de policías a la vez que lanzaba a la
chica que llevaba delante sobre los coches,
para salir huyendo.
En ese mismo instante al lanzar el cuerpo
hacia adelante repentinamente, dio un
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45 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
traspiés que le hizo apoyar las manos sobre
el suelo, algo que no llegó a hacer, porque
fue todo su cuerpo el que cayó fulminado
por la bala del francotirador de la terraza,
tal vez el agente disparase a los pies, a sus
piernas, y fuera el cuerpo el que se
interpuso en el camino de la bala.
Rómulo lleno de ira y de coraje al ver cómo
su colega era abatido, apuntó a la cabeza de
la otra chica con su arma, y escondiéndose
tras ella y en un alarde de coraje y de
valentía, aún sin permitir que vieran su
rostro por completo, se acercó al coche
policial donde Fonseca se encontraba con
Leving, haciéndoles entender con
movimientos de su arma, que se apartarían
del vehículo, cosa que hicieron para
preservar la salud de la joven amenazada.
Al intentar introducirse en el coche y
después de haber metido a la joven en su
interior, en tan sólo unos segundos que
quedó al descubierto, una nueva bala le
RÓMULO
46 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
traspasaba el brazo izquierdo abrasándole
la sangre al cruzar, sin embargo, aquello no
fue impedimento para que aquel coche de
policía se perdiera en la profundidad de la
noche alejándose del lugar.
Más tarde abandonaría a aquella aterrada
joven que llevaba por copiloto, antes que
consiguiera sacarlo de quicio.
Si algo no toleraba Rómulo, era los lloros de
una enclenque mujer.
En aquel tiempo, el comisario Fonseca con
su mejor colaborador y amigo, su ayudante
al que bautizó cariñosamente con el nombre
de "doctor Leving" se encargaba de seguir
la pista de una red mafiosa, especializada
en el tráfico de drogas y estupefacientes de
todo tipo.
El propio Leving fue el encargado de
seleccionar e introducir en el círculo
mafioso, a uno de sus mejores y mejor
adiestrados agentes.
RÓMULO
47 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Rondaba los cuarenta y cinco años, pero su
aspecto latino, su tez morena y sus años de
experiencia, le hacían el hombre perfecto
para aquella misión.
No sería nada fácil su primer contacto y su
posterior vinculación con aquella rama de
la delincuencia, por ello, el agente al
intentar tomar contactos con aquel entorno,
no sólo debía aparentar lo que no era,
vistiéndose y actuando como ellos, sino que
además debía ser uno de ellos mismos, por
lo que se veía obligado a tomar aquella
porquería asesina, esnifarla e incluso
inyectarse alguna porción de veneno en las
venas si quería ir gateando puestos hasta
descubrir dónde iban a parar todas
aquellas ramificaciones, como pequeños
traficantes, "camellos" y otros, únicamente
encargados de repartir gratuitamente
aquella bazofia en institutos y colegios,
después y una vez en enganchados, esos
mismos inocentes " parbulitos", se
RÓMULO
48 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
encargarían de pedirla a gritos y pagarían
por ella lo que se le pidiera, aunque
tuvieran que robar a su propia madre.
La idea de Fonseca y el doctor Leving, era
conseguir alcanzar la "cabeza del dragón"
y, a poder ser con las manos en la masa.
Era una empresa ardua y difícil, y ni qué
decir tiene el peligro que suponía para el
infiltrado si lo descubrían.
Sus pasos como buen agente y, a pesar del
alcohol y las drogas que se veía obligado a
tomar para "entrar en ambiente", sus pasos
como digo, eran comedidos pero firmes, y
con una única trayectoria, encontrar la
"punta de la pirámide".
En pocos meses había logrado codearse ya
con algún "camello" de cierta importancia
en aquel mundillo. Para lograrlo, se tuvo
que implicar a fondo en discotecas primero,
en club de alterne después, para terminar
en aquellos fumaderos, locales
abandonados, como aquel viejo cine donde
RÓMULO
49 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
se encontraban en aquellos momentos
llevado por un buen "colega", donde la
mercancía que se movía era ya de mayor
importancia y, donde antes de venderse o
comprarse, los asiduos "catadores"
probaban la mercancía para asegurar su
buena calidad.
Aquél era un buen peldaño para el latino,
podía darse cuenta a la escala que se hacían
aquellas transacciones, por lo que intuía
que aquellos emperifollados que daban a
probar, y se cuidaban muy mucho de
hacerlo ellos, serían los segundos de a
bordo, y los cabecillas de los "peces gordos".
Tomaría aquel primer contacto sin darle la
mayor importancia, compraría algo de
género, se dejaría ver y, otro día tendría
oportunidad de intimar con alguno de
aquellos "peces medianos".
Los acontecimientos se ante ponían a sus
pensamientos, pues parecía que se alteraban
los nervios en uno de aquellos corros que
RÓMULO
50 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
formaban los compradores, donde se acercó
para curiosear de que se trataba.
Allí uno de aquellos "camellos" se daba por
engañado con la mercancía que intentaba
venderle el chico del traje negro y, yendo las
palabras a mayores, el aludido pudo darse
cuenta el latino, que sacaba una
considerable navaja de bolsillo que, en
pocos segundos siendo automática como era,
en su propio recorrido se abrió en dirección
al pecho del chico del traje negro, algo que
dados los buenos y ágiles reflejos del agente
latino, pudo evitar arrancándosela de la
mano con una certera pactada.
Eso hizo dos cosas: aflorar el asombro en el
rostro del chico del traje negro, y acentuar
la ira y la rabia del aludido "camello", que
intentaba castigar con sus propios puños a
aquél que se ponía en su camino o, en
contra suya.
Aquello no era un problema para un
aventajado luchador como era el agente,
RÓMULO
51 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
por lo que tras hacer que su contrincante
fallase, a continuación él le asestaba un
firme y duro puñetazos sobre su rostro.
Eso hacía que se enrabietase y se pusiese
más nervioso su adversario el "camello", y
sin llegar a tocar al latino, después de
diversos golpes cayese al suelo para no
volver a levantarse al quedar k.o.
Aquello pareció gustarle al chico del traje
negro que pronto se interesó por él
ofreciéndole un buen puesto en la
organización, algo que el latino aceptó a la
primera.
Había tenido una oportunidad de oro y la
había aprovechado, eso era algo más de lo
que él esperaba de ese día, con ese paso
tendría oportunidad de conocer al
verdadero cerebro de la organización y, una
vez dentro, ya haría él por conocer los
planes de la banda, y algún día, ahora más
cercano, tendría la oportunidad de detener
RÓMULO
52 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
al verdadero culpable de toda aquella
endiablada red, con las manos en la masa.
Por aquel entonces, Rómulo había tenido
bastante suerte al no haber sido detenido en
sus últimas correrías. Varios atracos en
distintos puntos de la ciudad le habían
proporcionado buena cantidad de dinero, la
suficiente como para ampliar sus
"negocios", por lo que decidió invertirlo en
el mundo de la droga primero, y
posteriormente la ampliaría en esa otra
rama del vicio de la noche donde tantos
millones se mueven y tan difícil es
controlarlo, como es el de la prostitución.
Esa noche como digo, Rómulo se
entrevistaba (dada su bien ganada fama
entre la gente del hampa), con uno de esos
cabecillas en uno de los andenes del metro,
dentro de esa enmarañada red como tela de
araña que forman sus pasillos y pasadizos.
En aquel anden Rómulo imponía sus
condiciones, como lugar, día y hora donde
RÓMULO
53 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
debía hacerse la entrega de la mercancía, y
le exigía al chico del traje negro, la calidad
ideal de la heroína, así como le anunciaba
en tono amenazador, de que se cuidara muy
mucho de no tenderle alguna trampa, o lo
pagarían todos claro.
Sí, el chico del traje negro ya lo conocía por
sus hazañas, y sabía que era muy capaz de
provocar una matanza si se sentía
engañado, por eso le aseguraba a Rómulo,
que algo así no ocurriría.
Algo más tarde, Rómulo y sus tres secuaces
comentaban y planeaban el encuentro con
aquella conocida banda de traficantes.
Todo parecía estar en orden, disponían de
armas de atracos anteriores, posiblemente
robadas algunas a los propios vigilantes,
pero el celebro perfeccionista matemático y
calculador de Rómulo, pretendía, a pesar
del convencimiento que parecía tener el
chico del traje negro de que nada saldría
mal, pretendía como digo, asegurarse y
RÓMULO
54 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
reservarse para él las mejores "cartas de la
baraja". No había cometido un fallo jamás,
y aquella operación no era la adecuada
para empezar a hacerlo.
Eso le hizo pensar en la posibilidad de
apostar a uno de sus hombres en un sitio
dominante, con buena visión y con un rifle
de largo alcance, un rifle de precisión por si
algo ocurría, podían hacerle una encerrona
y arrebatarle el dinero sin tan siquiera
desprenderse aquel niñato o su jefe, de un
solo gramo de heroína.
Claro que, aquello era algo que debía
solventar, porque en realidad no disponían
de un arma así. La verdad es que tampoco
era fácil hacerse de ella. ¿Cómo lo hacía?
Su increíble agudeza le llevó al lugar donde
podía incluso, elegir la que quisiera, y
donde más fácil le resultaría, sólo que, en
una armería era imposible entrar con algún
arma sin que la escandalosa alarma de la
entrada alertara a la policía, y si era así, el
RÓMULO
55 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
tiempo disponible no sería el suficiente para
robar ese arma de largo alcance, para el que
se necesitaba además un permiso especial.
No, no sería fácil, sin embargo al tocar con
sus dedos el camafeo que le colgaba del
pecho, notó la frialdad del metal de aquella
bala que también descansaba sobre su
pecho. Ninguno de sus secuaces podían
adivinar qué le pasaba por la cabeza a
Rómulo, más; él parecía tenerlo todo muy
claro a juzgar por aquella endiablada
sonrisa que le caracterizaba.
Sin dejar de tocar aquella bala que le
colgaba del cuello, y sujeta por un enganche
metálico, por lo que se podía apreciar que
además de auténtica, estaba intacta y presta
para usar, Rómulo invitaba a su brazo
derecho a que le acompañase, mientras que
a sus otros dos compinches les dejaba la
tarde libre, podían hacer cualquier cosa
menos meterse en líos, eso sin su
RÓMULO
56 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
consentimiento y aprobación, estaba
prohibido terminantemente.
Aquellos se vieron como pájaro sin jaula y
se perdieron por el centro de la ciudad
buscando posiblemente diversión.
Entre tanto Rómulo y su brazo derecho tras
dejar las pistolas que habitualmente
llevaban, en el coche, encaminan sus pasos
hacia una conocida armería ya pensada por
Rómulo.
Aquella armería a pesar de tener su enclave
en la zona vieja de la ciudad, ese mismo
casco antiguo tenía buen acceso a la
autovía, por sí algo salía mal (cosa que no
esperaba), era la ideal para su propósito.
Rómulo parecía tener razón, bien porque
aquélla bala sola no activaba la alarma,
sino que sería el acero de las armas, o bien
por llevarla en el cuello y, al ser bastante
alto no la recogía el radar detector, el caso
es que los dos entraron al local sin tener
ningún tipo de problemas.
RÓMULO
57 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Problemas serían lo que aquel buen hombre
tendría con aquellos dos sujetos que
acababan de entrar, uno moreno con pelo
corto, ojos rasgados, nariz aguileña y
barbilla algo prominente y, algo más bajo
que el otro, alto, rubio, con una media
melena que le descansaba sobre sus
hombros, grandes ojos azules con una nariz
casi perfecta y unos labios bien perfilados y
algo carnosos.
De todos esos detalles pudo darse cuenta el
armero, un hombre que, por su trabajo, se
había hecho observador y receloso, no en
vano ya le habían atracado dos veces con el
mismo sistema, pero no por eso podía dejar
de ser cortés y amable con los clientes, y
menos con gente como aquellos dos señores
limpios, aseados y bien vestidos.
¡Qué pronto saldría de su error el buen
armero!
Después de mirar algunas armas comunes,
donde Rómulo solicitaba las prestaciones y
RÓMULO
58 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
características de cada una, éste comentó la
posibilidad de contemplar aquel bonito rifle
niquelado que colgaba en el expositor tras el
mostrador de la armería.
Por supuesto que el buen armero lo puso al
corriente sobre la licencia y los requisitos
especiales que se necesitaban para aquella
arma de precisión, dotada de telescopio en
su lomo y entre los puntos de mira, pero
Rómulo sólo quería verla, sentirla, no había
visto nada tan hermoso.
Confiado el armero al no facilitarle
munición, dejo que la tuviera entre sus
manos, pero tras algunas caricias fingidas
al plateado rifle, Rómulo se llevó su mano
derecha al cuello y, apartando el camafeo,
desenganchó aquella bala para introducirla
lentamente y, con una sonrisa cínica y
burlona como acostumbraba, apuntar con
ella al pecho del viejo armero, que aterrado
le intentaba hacer comprender que allí
RÓMULO
59 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
dentro, no debían cargarse las armas y, que
por favor bajara el rifle y le sacaría la bala.
Rómulo lejos de obedecer al armero, después
de asegurarle que el arma era algo que se
llevaría, e ignorando sus súplicas, dio
media vuelta en dirección a la salida, una
puerta con grandes cristales, donde quizá
veía el reflejo del anciano, pues, al ir éste a
pulsar lo que intuyó Rómulo que sería una
alarma, desde el mismo hombro donde
descansaba el rifle y sin volverse, alcanzó al
anciano en pleno pecho, cayendo al piso
fulminado y herido de muerte.
El brazo derecho de Rómulo se precipitó
hacia la caja para intentar llevarse todo
cuanto encontrase dentro, sin embargo, fue
Rómulo el que lo hizo desistir de su
pretensión haciéndole ver la importancia
que tenía la munición para aquella arma si
querían que les fuera útil, lo que le hizo
desistir de lo que sería un pequeño e
insignificante botín, comparándolo con
RÓMULO
60 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
aquello que sacarían de su proyectado
"negocio" y, para eso era fundamental unas
cajas de balas por si las cosas se ponían
feas, así que podían salvarles la vida
aquellos dientes del diablo llamadas balas.
Posteriormente, el agente infiltrado pasaba
información a Leving y Fonseca a través de
un quiosco de revistas, en donde al comprar
el periódico, lo que pasaba a las manos del
vendedor no era precisamente el dinero, si
no unas notas cuidadosamente escritas que
recibía Fonseca, en donde el agente le iba
poniendo al corriente de sus progresos
dándole lugares, fechas, proyectos previstos
etc..
Hasta el momento todo parecía ir según lo
previsto aunque, debían esperar al
momento y día oportuno, cuando les
RÓMULO
61 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
comunicase el infiltrado el lugar, entonces
sería el momento de actuar.
En aquel preciso momento el infiltrado,
aquel agente de rasgos latinos, era
entrevistado por el capo que él con ansia
esperaba.
Por fin le conocía, pero no bastaba con eso,
había que cazar a aquel sujeto como dijo
Fonseca, con las manos en la masa y, para
eso, había que esperar los acontecimientos.
Estaba de enhorabuena, era aceptado por su
valentía y destreza al defender tanto los
intereses del capo, como a su hombre,
entraría en aquel pequeño círculo tan
reducido que formaban los allegados al
cerebro, desde ese momento se podía
considerar uno más de ellos, y tendría
conocimiento de todo cuanto se cociese en
esa organización. Tal vez todo no, pero era
un buen puesto para averiguar cosas y
estaba satisfecho.
RÓMULO
62 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
De aquel despacho lo hicieron pasar a otro
salón más amplio y luminoso, donde y en
una mesa central, podía apreciar sentados a
unos doce hombres trajeados.
Unos lucían canas, sin embargo algún otro
parecía bastante joven, aún escondiéndose
detrás de sus gafas negras, por la
complexión física el agente comprendió que
así era.
Sobre aquella alargada mesa se debatía una
entrega de heroína relativamente
importante que debían entregar, sólo que,
dada la importancia de la cantidad de
mercancía que entregarían, y la suma de
dinero que debían recibir, en esta ocasión el
propio narco quiso estar presente allí donde
Rómulo le propuso, aunque eso sí, lo haría
también él con todas aquellas reservas que
fueran necesarias hacer, pues ya sus
hombres como conocedores de la fama de
aquel que se hacía llamar Rómulo, se lo
estaban advirtiendo.
RÓMULO
63 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
En un garaje se daban cita por un lado el
narco y sus dos hombres de negro con varios
de sus cabecillas, por otro Rómulo con dos
de sus hombres.
El brazo derecho de Rómulo lo había
apostado éste en el exterior, en el descanso
de las escaleras de emergencia del edificio.
En el primer descansillo y, a la altura de
una amplia ventana a modo de tragaluz,
que tendría buena visión de lo que allí
ocurriese, aún estando la reunión al otro
lado de garaje, por la entrada principal,
con aquel rifle de precisión sería
prácticamente imposible fallar si en algún
momento dado debía de hacerlo.
Todo parecía ir bien, dentro de la
transacción, el alijo era probado tanto por
Rómulo, como por sus dos hombres para
RÓMULO
64 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
verificar la calidad exigida, pero... Un
reflejo de espejo producido por el sol, hizo
que el brazo derecho de Rómulo girase su
cabeza con intención de comprobar de qué
se trataba.
Su rostro cambió por completo al ver cómo
a lo lejos y sin sirenas ni luces de
emergencia, se acercaban varios coches de
policía, y por la dirección que traían no le
cupo la menor duda de que venían hacia
allí, hacia ellos, debía avisar a Rómulo o, la
pasma los pillaría con las manos en la
masa.
Aquel razonamiento no le hizo esperar más
y, con un salto felino alcanzó el suelo
entrando por la puerta trasera, una puerta
peatonal.
Aquello desconcertó a todos los allí
reunidos, que por la sorpresa tan
inesperada, sacaban sus armas
apuntándolo amenazadores. Rómulo pudo
reconocer a su brazo derecho, por lo que
RÓMULO
65 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
gritando pedía que no disparasen, era de los
suyos.
Rómulo también vio extraño que su hombre
abandonase su puesto desobedeciéndole la
orden que le había dado, pero pronto pudo
comprender que algo malo ocurría al
comprobar los aspavientos y los gritos de
"agua" que traía su hombre.
Eso le hizo pensar a velocidad de vértigo y
comprender que habían sido traicionados,
lo que provocó que le pidiera cuentas al
capo y sus hombres de aquella traición, algo
que lógicamente todos negaban.
No convencido de ello, la prodigiosa mente
criminal y astuta de Rómulo, pronto se dio
cuenta que uno de aquellos hombres no
encajaba allí, todos llevaban trajes y alguno
gafas oscuras, sin embargo aquel de
vaqueros y zapatillas de deporte le llamó la
atención.
Tras preguntarle Rómulo si aquella
diferencia en el vestir era alguna promesa,
RÓMULO
66 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
el latino pretendía excusarse a la vez que el
capo aseguraba que era uno de sus nuevos
"fichajes".
Esta parecía ser la ficha o pieza que le
faltaba a Rómulo para comprender,
enhebrando sus ideas.
Aquel hombre olía a poli, por eso y en
décimas de segundos el agente infiltrado se
vio con un revolver en su cabeza
impidiéndole cualquier movimiento si
quería vivir.
Acto seguido y ante los ojos perplejos que le
contemplaban, Rómulo comenzó a
registrarlo. No tardó mucho en encontrar
aquella placa que hábilmente guardaba en
un bolsillo interno de la parte inferior en su
cazadora vaquera.
El astuto Rómulo comprendiendo que
debían salir a toda prisa de aquel garaje, y
poner tierra por medio entre los agentes y
ellos, sólo se limitó a enseñarles la placa de
su hombre, y vieran que habían tenido un
RÓMULO
67 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
poli infiltrado, un topo en la organización
y, por ese motivo, por el minuto escaso de
tiempo que disponían, y al no poder
interrogarlo o, hacerle un daño mayor con
intención de hacerlo sufrir, esa disyuntiva
antes de tres segundos el agente con aspecto
latino, se desplomaba como un gigante de
barro al perforarle su cráneo la bala que
Rómulo decidió regalarle.
No pudo hacerlo sufrir, como él quería,
pero estoy totalmente convencido que lo que
no se le pasó ni tan siquiera por la cabeza,
era el hecho de haberlo dejado marchar por
las buenas.
Tras el impacto emocional que le provocase
aquella decidida y rápida resolución de
Rómulo, tanto los hombres de negro como
ellos mismos huyeron del lugar.
Exceptuando al sanguinario y psicópata
Rómulo, que se quedó contemplando al
agente muerto para decirle... "feliz
Navidad"
RÓMULO
68 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Fonseca tuvo escasos segundos para hablar
con el viejo armero antes de que éste
espirase. Sólo pudo susurrar a duras penas
abogado por su propia sangre, un nombre:
"Rómulo", pero que a Fonseca, así como a
su ayudante el doctor Leving ya le sonaba
ese nombre más de lo que quisieran tolerar.
En esta ocasión sin embargo, su buen
agente, ese hombre que infiltró en el
submundo del terror y de la muerte, a pesar
de todo aquel sacrificio que Fonseca sabía
que había tenido que hacer para lograr
llegar al narco traficante, de intentar
detenerlo e inculparlo, no sólo no le había
servido de nada, si no que además tenían
que lamentar su muerte, pues... tras
RÓMULO
69 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
acordonar el lugar y a acceder al garaje, la
estampa primera que le enseñó sus ojos fue
esa, la de un padre de familia asesinado,
aquellos delincuentes no sólo habían
logrado escapar, sino que además
descubrieron a su hombre y lo asesinaron.
¡Malditos hijos de puta!
En aquella comisaría tanto el comisario, el
señor Fonseca, como su ayudante el doctor
Leving (nombre que le había dado el propio
comisario por su sagacidad y ser un hombre
meticuloso casi con exceso en sus labores),
en aquellos momentos se encontraban en
una comisaría perfectamente ordenada y
pulcra revisando unos expedientes
rutinarios sin mucho interés policial, casos
de pequeños cacos de la ciudad, gente con
RÓMULO
70 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
una cierta debilidad por lo ajeno, pero en
pequeños hurtos, unos por jonquis para
proveerse del ineludible pinchazo diario del
maligno y diabólico "caballo", y algún otro
que por su carácter, habían adquirido
aquella peculiar forma de subsistencia, un
bolso a alguna anciana, algún robo de
cartera, asalto nocturno a alguna tienda a
pequeña escala, gente así, gente controlada
por otra parte por el resto de agentes a su
servicio.
Sin embargo al comisario lo que realmente
le llamaba la atención, era aquel abultado
expediente de un tal Rómulo Martínez.
Aquel individuo le sacaba de quicio. ¿Cómo
era posible que aquel joven delincuente
fuera tan perfecto en sus fechorías, que él
con toda su experiencia no había logrado
extraer alguna prueba de todo su historial
que lo implicase directamente y poder así
detenerlo y juzgarlo?
RÓMULO
71 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Eso era algo que le mortificaba, era una
obsesión que le estaba afectando
profundamente.
En otra parte de la ciudad en aquellos
momentos se estaban gestando otras
batallas, aquel endemoniado y diabólico
Rómulo, conocedor también del acoso al que
lo sometía el comisario, y de su obsesión por
él, madurada la idea de retar al policía, de
demostrarle su superioridad frente a él, en
definitiva, hacerle entender que jamás
lograría capturarlo, porque no podría
nunca recabar ninguna prueba en su
contra, y si lo hacía... bien sabía Rómulo
como evadirse de entre sus propias manos.
Una mente prodigiosa que por desgracia,
estaba justo al otro lado de la ley, de no
RÓMULO
72 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
haber sido así, aquella inteligencia super
dotada, tal vez habría hecho mucho
beneficio a una sociedad.
En aquel apartamento a orillas del
ferrocarril, en una zona residencial de clase
baja, con unas calles escasamente
alumbradas y especialmente sucias, tanto
sus aceras como las fachadas repletas de
graffitis y aparentemente solitarias, allí en
aquel apartamento cutre y descuidado, los
tres compinches y el propio Rómulo, tramar
lo que sería la mejor baza criminal de la
banda hasta el momento, pues le seguiría
otra más comprometida para él, y definitiva
para el comisario.
Misión: El rapto de una conocida y cotizada
modelo del momento.
Una belleza tan bien pagada, que les
dejaría pingües beneficios con su rescate.
El día elegido, el día de la elección de
misses en un conocido salón de belleza,
donde se mostrarían diversos trabajos de
RÓMULO
73 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
costura pertenecientes a otros tantos
modistos internacionales, la afluencia de
público haría que la inesperada sorpresa
tuviera éxito, pues posiblemente para
cuando alguien reconociera como rapto la
desaparición de la joven, ellos estarían a
salvo de sospechas lejos del lugar de los
hechos.
En aquel apartamento quedaron sentados
los pormenores del rapto, la acción paso a
paso, sólo faltaba esperar al día señalado
para actuar.
Aquel día amaneció limpio, un cielo azul
celeste carente de nubes, un día luminoso y
claro, era el día perfecto para el evento que
se acercaba.
El ir y venir de coches lujosos a la sala de
belleza era continuo, un entrar y salir de
perchas y cajas roperos al lugar, donde los
modistos examinaban hasta los detalles más
ínfimos en la alta costura que se expondría
en la pasarela.
RÓMULO
74 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
En el departamento de maquillaje y
peluquería exactamente lo mismo,
maquilladores y peluqueros se cuidaban de
que todo estuviera a punto en el momento
de su intervención.
Nuestros siniestros amigos sin embargo,
parecían muy tranquilos y relajados, como
si aquello que planeaban hacer aquella
noche, fuera la cosa más normal del mundo,
claro que, para unas mentes mezquinas,
acostumbrados a vivir en el delicado filo de
la navaja de la ley, aquello era un
"trabajo" más sin importancia, y más,
cuando habían tenido la precaución de
"comprar" Los trajes adecuados para el
evento la noche antes en una lujosa tienda
de " prest a aporter" con el conocido
"alunizaje", sirviéndose de algún otro coche
robado posiblemente, así como aquel bonito
y reluciente jaguar con matrícula
extranjera del que se servían en su
presentación a la gala y el posterior rapto.
RÓMULO
75 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Había medido bien los pros y los contras
aquel individuo de Rómulo.
Aquella noche cálida y serena, hacía
presagiar un rotundo éxito de el desfile en
cuanto a la afluencia y confluencia de
público se refiere al menos y, con un poco de
suerte, si los medios de comunicación y la
crítica eran favorables, el éxito de la
colección estaba garantizado.
Los entresijos del mundillo de la pasarela
podía palparse en el ambiente, los dulces de
las modelos los sobrevolaban los clásicos
moscardones, ávidos de probar algo de
aquella miel tan apetitosa unos, otros ya
por supuesto experimentados chupadores de
sangre de las inocentes muchachas que,
deseosas de triunfar rendían sus encantos a
aquellos que les prometían quizá, lo que
jamás podían ofrecer, sin embargo
entretanto comían del pastel que se les
ofrecía.
RÓMULO
76 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Algunas de ellas ya eran viejas conocedoras
del entramado y el enmarañado mundo de
la moda, por lo que simplemente ofrecían
sus apetitosas carnes a cualquier lobo que
las mantuviera siquiera sobre aquellas
pasarelas aparentemente tan pulcras y
limpias, pues para alguna de ellas, aquel
trabajo, siempre sería mejor que pasear su
trasero por las esquinas de cualquier ciudad
suplicando una limosna de amor por cuatro
céntimos.
Aquella era una forma de subsistir como
cualquier otra, tendrían un techo donde
dormir, qué comer, y qué vestir, lo demás es
relativamente "superfluo", familia, amigos,
hijos... etc ..
Los " aguilillas" estratégicamente situados
vigilaban sus palomas, Rómulo pronto se
dio cuenta de ese detalle, sin embargo
aquello era algo que no le preocupaba, ya
encontraría el momento y el lugar para
llevarse la "paloma" del Palomar.
RÓMULO
77 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Las cosas parecían sonreírle a Rómulo y sus
compinches, pues la chica que tenían en su
punto de mira, fue una de las primeras en
hacer su desfile, lo que haría, que
posteriormente tuvieran el tiempo necesario
para cometer el rapto sin que ninguno de
los presentes la echase en falta antes de que
ellos desapareciesen del lugar.
La melodía que flotaba en el ambiente,
hacía que los estudiados y metódicos pasos
del desfile fueran activos y firmes, algo que
encendía el ánimo de los presentes que,
junto al encanto de aquellas bellezas,
provocaban a menudo el agrado del
respetable, que rompían en aplausos
demostrando con ello su aprobación, sin
saberse muy bien exactamente que
aplaudían, si el musical, la colección o,
sencillamente a unas jóvenes de medidas así
perfectas.
RÓMULO
78 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
En el callejón colindante al salón de
belleza, en su parte trasera, una entrada
para carga y descarga de género, se hallaba
estacionado aquel jaguar plateado.
Aquellos instantes y tras una leve orden de
Rómulo, después de comprender que su
prensa se retiraba a su camerino o vestidor,
uno de sus compinches se ponía al volante
en espera del desenlace, de su despiadado y
macabro plan.
Dentro, tanto Rómulo como sus otros dos
perros, se disponían para la acción y, tras
recorrer algún angosto pasillo situado tras
los paneles y las cortinas de lo que sería el
escenario principal, y sin perder a aquella
cabellera rubia que les interesada, llegaron
al camerino.
Fue la deseada rubia la que, tras sortear
algún que otro personaje que deambulaba
por el lugar, pudo por fin traspasar aquella
puerta de vaivén donde volvería a
cambiarse para el siguiente paso. Se le veía
RÓMULO
79 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
tranquila, como sin prisa, tal vez porque
hubieran de desfilar todas y cada una de
sus compañeras antes de llegar su hora,
tenía suficiente tiempo incluso, para
retocarse el maquillaje y empolvarse la
nariz.
¡Cuán equivocada estaba! Tras ella, aquella
puerta de vaivén en la parte posterior del
edificio volvía a abrirse, para dar paso a
tres siniestros personajes sin escrúpulos que,
dada su rapidez, a la chica no le dio tiempo
de pedir ayuda, ni tan siquiera de gritar
para llamar la atención de alguien que la
socorriese.
Los dos secuaces de Rómulo fueron los
encargados de, uno, introducirla en un saco
amplio de lavandería, no sin antes haberle
silenciado la boca con una cinta adhesiva
plástica, mientras el otro la sujetaba
fuertemente por sus brazos con el "abrazo
del oso", de forma que la chica estaba
RÓMULO
80 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
imposibilitada en cuanto a movimiento se
refiere.
Bajo la mirada cruel e insultante de
Rómulo, que se limitaba a conservar y
cuidar que no fallase nada, consiguen en
pocos segundos reducir a la chica y recorrer
aquellos pocos metros que los separaban de
la puerta posterior, algo que lograron sin
ser visto ninguno de ellos, a pesar del ir y
venir de algún que otro maquillador,
peluquero, modisto o, simples carpinteros y
electricistas que deambulaban de vez en
cuando por los pasillos.
Aquélla, a pesar de la falta de
comunicación verbal entre ellos, fue una
acción limpia y rápida, recordaba mucho el
"modus operandis" del "alunizaje", pero en
secuestro, y en pocos minutos el jaguar
tomaba la autopista con dirección al
extrarradio.
¿Qué idea habría maquinado aquella
bestia de Rómulo?
RÓMULO
81 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
No nos preguntaremos nada parecido, nos
limitaremos a observar sus movimientos
que, en aquellos instantes tomaba una
secundaria, para después tomar aquella
pista empedrada en dirección al desguace de
vehículos, donde los coches eran prensados y
hechos cubos de ochenta por ochenta,
macizo, compacto, de metales tortuosos y
retorcidos.
No tardamos mucho en darnos cuenta de sus
intenciones. ¿Sería ése el fin de aquella
dama de la pasarela?
Sí; parece que esa sería su idea, aquella
preciosa noche estrellada con una luna
extremadamente clara, donde no hacía falta
ni faros ni linternas, y tras forzar aquella
rehumbrosa verja de hierro, el jaguar con
los faros apagados para no levantar
sospechas de algún posible vigilante, o de
algunos ojos indiscretos, pues era
fundamental pasar desapercibidos.
RÓMULO
82 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Nunca estuvieron en aquel lugar, al menos
los secuaces de Rómulo, él era muy probable
que, todos y cada uno de aquellos
movimientos los hubiese estudiado con
anterioridad, como solía hacer a menudo
con todas sus fechorías... o casi todas.
En la gran fila de vehículos de todos los
modelos que se apilaban a un lado y otro de
aquella especie de macabro cementerio de
máquinas, se paraba el jaguar, sus
ocupantes sin ningún tipo de temor y sin
que les temblasen las manos, sacaban aquel
gran saco del maletero mientras el jefe, el
diabólico Rómulo, con una frialdad
absoluta habría uno de aquellos capot o
portezuelas del desvencijado coche
sirviéndose de su inseparable juego de
ganzúas, cosa que consiguió y, sus secuaces,
así como en el secuestro tan compenetrados
estaban, y tan bien conocían al cabecilla,
que secundaron la obra macabra dejando el
fardo sin el más mínimo cuidado dentro del
RÓMULO
83 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
maletero, para posteriormente y mientras
una diabólica sonrisa dibujaba su rostro,
celebrando su satisfacción (como diría
Rómulo), por un "trabajo bien hecho”.
Acto seguido y en el mismo silencio,
abandonaron el lugar, dejando tras de sí
una enorme nube de polvo mientras el
motor hería de muerte al silencio de la
noche, para perderse de nuevo inmerso en
aquel mar de tililantes estrellas.
El primer paso estaba dado (pensaría
Rómulo), pero ahora empezaría el baile,
aquel carcamal de comisario, tendría
oportunidad de conocerlo de más cerca, y el
orgullo maligno de Rómulo, le demostraría,
quién de los dos era el más inteligente.
Estaba claro, que aquél pequeño salvaje en
el reformatorio no había adquirido ni la
más mínima pista de cristianismo y
humanidad, muy al contrario, su
mezquindad parecía no tener fin o, quizá
RÓMULO
84 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
sí, quizá él mismo se ponía a prueba con
cada acción perversa superándose así
mismo, lo que le hacía crecerse cada vez
más, a medida que él mismo se ponía el
listón cada vez más alto en sus fechorías.
¿Sería demasiado aquel propósito suyo?
¿Sería ése un reto aceptable para el policía?
¿Y si no conseguía descubrir dónde se
hallaba? ¡Sería una muerte atroz para la
chica!
Tal vez no, tal vez aquella joven modelo no
merecía morir, ni así, ni de ningún otro
modo, pero a nuestro sanguinario Rómulo,
era algo que ya no le importaba mucho.
¡Una muerte más o menos, qué más daba!
Sería divertido ver y sentir el miedo en el
cuerpo y en los ojos del contrincante que
había elegido.
RÓMULO
85 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
En aquella comisaría la monótona rutina la
rompió aquel teléfono al dar la noticia, la
desconcertante noticia del secuestro de la
modelo.
Todas las carpetas que en aquellos
momentos se revisaban, fueron apartadas a
un segundo plano, a otra mesa, para tomar
los datos oportunos ante los primeros
minutos de perplejidad, que dieron paso a
una preocupación más firme, y un temor
más profundo por aquella chica que de
momento, desconocían por completo.
Los primeros números telefónicos fueron
precisamente para eso, conocer quién era,
sus familiares, sus amistades, en definitiva;
el círculo social más próximo a ella, quizá
por allí podrían localizar alguna pista que
les indujese a investigar en la dirección
indicada.
En ello estaba el comisario Fonseca y el
doctor Leving, cuando por otra de las líneas
RÓMULO
86 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
se recibía una llamada expresa para el
comisario, que no tardaron en pasársela.
Cuál no sería su sorpresa al comprobar, que
el propio raptor se ponía en contacto
justamente con él. ¿Qué intenciones tendría
aquel sujeto?
Tras señalarle a su ayudante el doctor
Leving la intención de localizar la llamada,
algo que entendió a la perfección y se
dispuso a ello, el comisario Fonseca
intentaría mantener al otro lado al sujeto el
mayor tiempo posible con ese fin.
Estaba claro que en aquellos instantes, aún
no sabía el comisario la clase de individuo
que tenía al otro lado, pero claro; de eso se
encargaría Rómulo, de que lo conociese y
supiese de él, insinuándole sus sospechas y
encenderle la sangre hasta hacerlo explotar
si era preciso, un "poli" muerto, no hace
daño a nadie.
Aquella inteligencia prodigiosa y
privilegiada, sabía perfectamente la
RÓMULO
87 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
intención que podía tener su interlocutor,
por supuesto, por lo que fueron escasos
segundos, los imprescindiblemente
necesarios para decirle en aquel primer
contacto, que tenía a la chica y se empezase
a devanar los sesos, más adelante tendría
más oportunidad de hablar con él, darle
más detalles, e incluso, permitirle localizar
la llamada si ése era su gusto. Pero no; aún
no era el momento para eso.
¡Cuarenta y ocho horas! ¡Qué horror!
Aquel criminal le había ajustado mucho el
tiempo, sí; le dijo que la tenía él, que él la
había raptado, pero no podía saber dónde
buscarla, ni por dónde comenzar alguna
investigación, aunque iría al salón a tratar
de localizar la punta de la madeja, pero
eran cuarenta y ocho horas lo que le había
dado aquel sujeto para encontrarla o, eso, o
la encontraría muerta. ¿Qué querría decir
con aquello? ¿Qué propósito tenía el
secuestro si no había pedido rescate ni
RÓMULO
88 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
ninguna otra condición para su liberación .
¿Qué propósito buscaba aquel individuo
con el secuestro? ¿De haberla querido
matar, lo habría hecho? ¿Entonces? ¿Qué
persigue?
Tantas y tantas preguntas lógicas se hacía el
buen comisario... y aún y así, no alcanzaba
a comprender los propósitos de un acto
criminal como aquel.
En fin; comprendió que algún motivo seguía
aquella primera llamada, el objetivo del
secuestro tiene que tener algún sentido,
quizá el secuestrador se pusiera de nuevo en
contacto con él y posiblemente le diera
algún tiempo más para localizarla o,
pediría dinero que pudieran darle o
cualquier otro pretensión que tuviera, todo
por salvar a la chica, más tarde seguiría la
investigación y le podría dar caza al sujeto
o sujetos relacionados con el caso.
¡Qué equivocado estaba el comisario! ¿Cómo
iba a suponer... cómo iba a imaginarse
RÓMULO
89 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
siquiera remotamente las intenciones de
Rómulo?
No, era imposible que eso sucediera, a
menos que aquellas intenciones perversas
fueran confesadas por el celebro criminal
que las urdió.
Entretanto y ante la imposibilidad de ver
alguna salida ante tan desconcertante caso,
el comisario optó por hacer aquello que su
instinto policial y académico le dictó al
principio, interrogaría al personal de la
sala de belleza, e intentaría sacar alguna
idea clara que seguir, alguna pista por
ínfima que fuera, sería bueno como
comienzo.
Las calles desiertas y oscuras de la ciudad,
levemente iluminadas por alguna que otra
RÓMULO
90 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
mortecina farola de vez en cuando, tenían
un cierto aspecto fantasmal.
A aquellas avanzadas horas el tránsito era
escaso, tanto de vehículos, como de
personas, lo que hacía que a pesar de aquel
aspecto relativo, el ánimo se relajase,
teniendo, al contemplar el firmamento
agujereado por millones de rayos de luz,
teniendo como digo, una hermosa sensación
de paz en el espíritu, algo que te
demostraba claramente que, además de
hermosa, la vida es algo muy simple y
placentero, algo que tenemos al alcance de
nuestras manos y que sólo basta desearlo
para vivir en paz, somos los hombres los que
nos empeñamos en buscarle complicaciones
a la vida, al mundo, y si no; ahí estaba la
prueba, alguien había roto ese equilibrio
tan perfecto como es la naturaleza.
La noche te invita a vivir, el día con sus
encantos y su acuarela multicoloreada
RÓMULO
91 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
también, sin embargo; siempre hay alguien
que lo jode todo.
Tal vez sería eso lo que pensase el
comisario, por la cara de preocupación
resignada que se le veía...
El lógico revuelo era patente en la sala, la
consternación por aquel insólito suceso
había calado en cada una de aquellas
chicas, pues el temor les hacía pensar que,
cualquiera de ellas podía haber sido objeto
del secuestro a manos de aquella mente
retorcida, más aún, después de que el
propio comisario pusiera en sus
conocimientos, que tal vez solicitase un
rescate por ella, pero por el momento no era
ése el caso, lo que les hacía pensar y divagar
sobre todo tipo de conjeturas... se la hubiese
llevado por dinero, o por cualquier otro
RÓMULO
92 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
motivo, lo que estaba claro, es que aquella
compañera suya en aquellos momentos
sufría algún tipo de tortura, ya fuera
corporal o física, física o mental, por lo que
en aquellos instantes ninguna la envidiaba,
como lo hacían normalmente sobre su
trabajo en las pasarelas, al ser posiblemente
la chica más guapa y deseada, además de
mejor pagada.
Tras las primeras indagaciones del
comisario Fonseca y su ayudante el doctor
Leving, allí sobre el lugar de los hechos,
poco pudieron dilucidar, allí nadie había
sido testigo de nada sospechoso, nadie había
visto nada anormal, el público y los
organizadores, y en general cualquier
asistente, habían actuado con toda
normalidad dentro del evento que se
desarrollaba, sin embargo y a pesar de
haber mantenido las puertas del salón de
belleza cerradas hasta la intervención de los
RÓMULO
93 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
agentes, por lo que nadie pudo ni salir y
entrar, alguien parecía tener claro la
ausencia al menos de un individuo.
Al organizador del desfile le había chocado,
como alguien elegantemente vestido y
aparentemente normal, su aptitud fuera
correcta, pero aquel pelo largo y suelto,
aquella media melena que descansaba sobre
sus hombros, después de llamarle la
atención ese detalle, posteriormente
también se diera cuenta de su
comportamiento vigilante y conservador,
con un semblante descarado y penetrante.
Aquella mirada profunda e intimidadora
parecía habérsele grabado en la retina a un
hombre observador, como acostumbraba a
hacer con sus chicas, sin embargo aquel
hombre no parecía encontrarse en la sala,
no era mucho, tal vez nada, pero aquél
pequeño detalle le daría alguna pista, al
menos tenía unos rasgos característicos
sobre la persona que debía buscar, más
RÓMULO
94 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
tarde comprobaría si en verdad, aquellos
rasgos físicos tenían alguna relación con la
persona relacionada con el secuestro.
El doctor Leving fue el encargado por su
meticulosidad en su trabajo, de anotar
hasta el más ínfimo detalle que el
organizador le pudiera aportar sobre aquel
sujeto que creía echar en falta.
Alto, corpulento, mirada desafiante,
pómulos prominentes, pelo rubio y bien
parecido, con una nariz perfecta y unos
labios carnosos y bien perfilados, ése era el
boceto que debían hacer de momento de
aquella persona, después de comprobar en
sus archivos esas precisas características del
individuo para posteriormente, los
coincidentes con aquellas peculiaridades,
hacerlos ver al director de la pasarela, con
el fin de verificar si en efecto, algún sujeto
en sus archivos pudiese ser aquel que
buscaban, de esta manera podrían
RÓMULO
95 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
exactamente saber quién era, e incluso
dónde buscarlo.
En otra parte de la ciudad, Rómulo se
jactaba de su acción con aquellos fieles
seguidores igualmente peligrosos, pues
aunque en principio eran unos simples
aficionados y rateros, o timadores de poca
monta, ahora, bien por las ordenes de
Rómulo, bien por el temor que les infundía,
todos habían adquirido unas fe ciega, y una
abnegación absoluta al estar a su lado y
bajo su influencia.
En aquel club de alterne permanecían los
cuatro, donde a juzgar por sus grandes
carcajadas parecían pasarlo en grande
delante de unos cócteles de ron y, bajo la
influencia de aquella sustancia en polvo que
habían esnifado con anterioridad.
RÓMULO
96 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
El ambiente cargado de humos y el sensible
hedor que flotaba en el aire, no era nada
nuevo para ellos, es más; parecían necesitar
aquella atmósfera para subsistir,
acompañado del magreo y el flirteo de
aquella chica que, con gusto o sin él, se
prestaba a sus juegos. Sólo Rómulo parecía
estar ausente del lugar, su mente no estaba
en las apetecibles carnes de aquellas chicas
de la noche, sino que la increíble
computadora que tenía por cerebro,
recomponía el puzzle de su macabro plan,
era un reto que se había propuesto y nada
podía fallar, por eso deshilaba y volvía a
hilar, todos y cada uno de los pros y los
contras que pudiera darse, no pensaba dar
cuartel a aquel tozudo y viejo policía
obstinado con su captura y, si lograba
sacarlo de quicio o volverlo loco, mejor que
mejor.
RÓMULO
97 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
El tiempo corría inexorablemente a la vez
que la preocupación de Fonseca crecía. ¿Por
qué el secuestrador no daba señales de vida?
¿Por qué le había dado cuarenta y ocho
horas para localizar a la chica y apuraba el
tiempo de aquella forma? ¿Querría que la
encontrase con vida o, pretendía matarla de
todos modos?
Aquello era algo que lo sacaba de quicio.
Mientras sus pensamientos maldecían a
aquel delincuente sanguinario, sus manos y
sus ojos buscaban con afán ante aquellos
enormes libros de fotografías del registro de
fichados, a todo aquel que pudiera coincidir
con la descripción dada por el director de la
pasarela y, casi mecánicamente su
subconsciente apartó varias de aquellas
fotos donde, y gracias a tenerlo fichado,
también Rómulo aparecía entre los
apartados, aunque de momento y dada su
preocupación por el caso, ninguno de
RÓMULO
98 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
aquellos individuos le llamó especialmente
la atención por ningún motivo,
sencillamente los apartó por sus rasgos de
entre aquella colección de criminales.
La noche daba sus últimos coletazos,
defendiendo su serena oscuridad frente a un
nuevo día que la hacía morir sin remisión.
Para Fonseca el descanso de su organismo
era algo secundario, debía permanecer
junto al teléfono con el fin de conocer las
intenciones de aquel que le había puesto
entre la espada y la pared con el secuestro,
mientras tanto y desde su despacho, movería
algunos hilos encaminados a esclarecer
aquel caso, las horas pasaban y con ella se
disminuía las posibilidades de hallar con
vida a la chica, porque... era evidente que
aquél sujeto hablaba en serio, parecía ser
RÓMULO
99 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
alguien sin escrúpulos, pero... ¿Qué
pretendía? Lo tenía en sus manos, eso lo
tenía claro Fonseca, aunque no se lo
pondría nada fácil, de aquello también
estaba seguro, cuarenta y ocho horas no
eran muchas horas, ahora quedaban diez
menos, pero aún y así, haría cualquier cosa
por la vida de aquella chica y demostrarle
al individuo aquel, que la justicia y los
hombres de la ley no están ahí de adorno, ni
para gastar o malgastar la contribución de
los honrados ciudadanos.
En ello estaba, cuando mecánicamente sus
dedos se introducían en los orificios del
marcador de aquel viejo modelo de teléfono
que aun conservada por sentimentalismo,
marcando los números de aquel salón de
belleza.
Era fundamental no perder tiempo por lo
que debía hablar- aunque en su espera por
parte del secuestrador -, con aquel que le
facilitara los escasos datos de los que
RÓMULO
100 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
disponía. Debía localizar un rostro, una
dirección, un lugar, un motivo, algo; y
aquel director, tal vez no estuviera
descaminado en sus sospechas y, aquel que
le llamara la atención y desapareció
posteriormente, pudiese tener algo que ver
en el caso que le ocupaba.
Después de hacerle entender la ineludible
presencia y su obligada comparecencia en
comisaría, con el fin de visualizar aquellas
fotos que había apartado él, como posibles
sospechosos, el comisario Fonseca volvía de
nuevo a mirar aquel pequeño abanico que
formaban las fotos. Fue entonces cuando al
descansar su vista sobre la imagen de
Rómulo, el mecanismo de su mente
investigadora le hiciese cogerla para
mirarla más detenidamente.
No podía sospechar nada en concreto, podía
haber sido cualquiera de ellos, tal vez
ninguno, pero algo le produjo aquella
repentina curiosidad por él.
RÓMULO
101 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Quizá sólo pensase en como aquel sujeto le
hacía trabajar más que los demás y, cómo a
pesar de su juventud, aquel muchacho lo
desquiciaba.
Sí, lo tenía fichado, pero eso era rutina,
nada legal, en realidad jamás tuvo prueba
alguna que lo inculpase, y poder así llevar a
cabo alguna detención que lo condujese a
prisión por una temporada y cuanto más
larga, mejor.
No, sólo eran sus sospechas y
convencimientos de que aquel sujeto estaba
detrás de las acciones que él mismo le
imputaba, pero sólo eso, sospechas.
En pocos minutos, dado el corto trayecto
que lo separaba de la comisaría, el director
se personó en la jefatura obedeciendo el
requerimiento del comisario, y por su
propia preocupación por el caso.
Pronto se vio ante aquél abanico de "joyas"
del crimen, a cualquiera de ellos le
encajaba aquélla vil acción, sin embargo,
RÓMULO
102 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
así como el comisario Fonseca se fijase
inconscientemente en Rómulo, el director lo
destacaba convencido de ser él, el sujeto que
presenció el desfile y posteriormente
desapareciera sin dejar rastro.
Tan seguro lo vio Fonseca, que dio por
bueno su reconocimiento, ya que incluso él
mismo, o su intuición, le decía exactamente
lo mismo, Rómulo podía ser perfectamente
aquel hombre, pero... ¿Dónde lo buscaba?
Aquel sujeto no se le conocía dirección
estable, era alguien que cambiaba
continuamente de dirección, era alguien al
que difícilmente pudiera agarrarse así, con,
o en alguna dirección, esa era una de sus
múltiples y buenas bazas, por lo que se
evadía a menudo.
Fue entonces, alrededor de las nueve de la
mañana cuando a través del teléfono, el
secuestrador daba señales de vida.
En esta ocasión el interlocutor parecía no
tener ninguna prisa en colgar el auricular
RÓMULO
103 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
y, mientras le comunicaba sus intenciones
en una mesa contigua el doctor Leving se
ocupaba de localizar el lugar y procedencia
de aquella singular llamada, tal vez en esta
ocasión tuvieran más suerte.
Parecía ser, que el motivo del secuestro no
era el dinero, o por lo menos no lo
fundamental, pues, a pesar de solicitarle
una fuerte cantidad por su posible
liberación, lo que el inspector intuyó,
gracias claro está a la sutil técnica oral de
Rómulo, fue que... la base de aquel
secuestro era ponerlo a prueba, poner a
prueba su sagacidad e inteligencia frente a
aquél delincuente, pero... ¿Qué intención
tenía al recrearse en su petición? ¿Por qué
actuaba de aquel modo, si en su primera
llamada no permitió su localización, por
qué ahora le daba igual?
Fonseca no lo creía capaz de descuidar
aquel detalle tan esencial, pero tampoco
podía comprender el motivo por el que lo
RÓMULO
104 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
hacía, sin embargo, era algo que debía
utilizar.
Una herramienta que podía usar a su favor
y en contra de aquél delincuente, aquel
descarado delincuente.
En efecto la llamada fue localizada con
especial exactitud, pertenecía a un
apartamento de la zona del gueto de la
ciudad.
Las fuerzas de seguridad de las que
disponía Fonseca, fueron movilizadas casi
al instante por el doctor Leving, ellos irían
detrás en el coche policial para tratar de
solucionar cualquier evento que se
presentase sobre la marcha. Fonseca no las
tenía todas consigo, no era normal que
aquel sujeto se lo pusiera tan fácil, como
parecía haberlo puesto.
A medida que se acercaban al lugar, las
dudas e incertidumbres de Fonseca crecían y
contagiaron al doctor Leving que
corroboraba sus temores, pero no podía
RÓMULO
105 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
ninguno de los dos sospechar con exactitud
las verdaderas intenciones del secuestrador,
incluso podían ser temores infundados y,
aquel que se jactaba de sus perfectos actos,
hubiese cometido el error que tanto
esperaba él para encarcelarlo, si, también
podía ser eso... aunque con aquel individuo
sabía muy bien que no debía bajar la
guardia.
¡Qué acertado estaba Fonseca! ¡Lástima que
no se le ocurriese aquello!
Los agentes habían tomado al asalto aquel
mugriento apartamento, convencidos de
localizar allí y en tan pocos minutos como
lo hicieron, al menos a la persona que hizo
aquella llamada, pero no, aquel lugar
estaba vacío, deshabitado, sin embargo el
teléfono del lugar volvió a sonar con su
peculiar timbre en aquellos instantes, a la
vez que Fonseca tuvo la fatal corazonada,
mandando desalojar el apartamento, pero
fue demasiado tarde, uno de aquellos
RÓMULO
106 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
agentes descolgaba el auricular para
escuchar al otro lado un... "feliz Navidad"
que fue la antesala de cuatro agentes
muertos por aquella deflagración, tal vez
producida por algún mando a distancia o,
por el propio teléfono, que hizo saltar por
los aires tanto a los agentes como al propio
apartamento, envueltos en una gigantesca y
demencial bola de fuego, que arrasó por
completo el lugar ante los atónitos y
perplejos ojos de Fonseca y su ayudante que
no podían creer como aquella mente
criminal había conseguido engañarlos de
aquella manera, y lo más terrible, el
asesinato de cuatro de sus hombres.
Era algo inaudito e increíble, pero aquel
maníaco y diabólico ser, lo había
conseguido ante sus propios ojos y sin que
hubiese podido hacer absolutamente nada
por sus hombres, de lo que se lamentaba
amargamente mientras maldecía en varios
RÓMULO
107 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
idiomas a aquélla condenada bestia que le
desquiciaba sus nervios.
Ahora la captura de aquel criminal se lo
había tomado como algo personal, aquel
individuo era una lacra dentro de una
sociedad civilizada.
En aquel instante y ante su impotencia, le
juro al ayudante doctor Leving, hacerse
responsable de la captura de aquella mala
bestia y de hacerle pagar de una vez por
todas, todas sus fechorías, no podía
permitirse que aquel hombre cometiese ni
un solo acto delictivo más, debía pagar
todas sus culpas y encerrarlo, un ser así no
podía estar en libertad y campar a sus
anchas entre personas de buena voluntad.
Así se lo juro y así lo haría, o, al menos
consagraría su vida a ello.
¿Sería ésa la intención de aquel criminal
llamado Rómulo? Se preguntaba el
comisario. Su intención sería matarlo a él.
RÓMULO
108 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
¿Aquella fatídica trampa mortal iba
dirigida a él?
Si era así, era evidente que sus pasos debían
ser meticulosamente medidos, debía de
poner en activo todo su potencial
profesional con aquel individuo.
Una cosa era su extraordinaria habilidad
en sus fechorías, y otra muy distinta
atentar y dirigir sus armas hacia él y sus
hombres.
Aquel crimen se juró a él mismo que lo
pagaría muy caro.
Justo al otro lado de la calle y desde una
terraza semi oculta por sus numerosas
antenas, chimeneas y tejadillos, de sala de
máquinas de lo que posiblemente serían los
ascensores, se encontraba Rómulo y su brazo
derecho, el que sería el más fiel de sus
seguidores.
La macabra sonrisa que dibujaba su rostro,
hablaba por ella sóla, aquella crueldad en
el crimen múltiple le había dejado una
RÓMULO
109 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
especial sensación de satisfacción, aquello lo
consideraba como su primera batalla
ganada a su favor con aquel vejestorio, pues
lo podía ver desde aquella posición y,
aunque no pudiera oírlo, sabía que sufría,
sabía que aquel trallazo le había impactado
en pleno rostro al comisario.
No era como el comisario suponía, que
aquella trampa mortal fuera dirigida a su
persona en concreto, no, la sonrisa de
Rómulo más bien hacía pensar que en
efecto, aquella trampa había alcanzado
justamente su objetivo.
Aquello era como haberle alcanzado alguno
de sus miembros y, poco a poco, aquella
diabólica mente pretendía ir haciendo con
todo el rencor que el odio puede
proporcionar, cada uno de los miembros de
sus extremidades, hasta que consiguiera
alcanzarle en pleno corazón (por decirlo de
algún modo), pues en principio parecía así,
sin embargo sí alguien hubiese podido leer
RÓMULO
110 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
su mente, quizá no habría sido eso, lo que
leyera, porque sus intenciones no eran
exactamente esas, sino hacerlo sufrir al
máximo, pero dejarlo vivo para que
pudiera sufrir sus consecuencias, aquellas
que el mismo Rómulo le impusiese.
Entretanto todo esto ocurría, en aquel
cementerio de coches, camiones y autobuses,
la pinza de la máquina elevadora
continuaba su trabajo sin sospechar ni por
lo más remoto, que en alguno de aquellos
vehículos se pudiese encontrar ningún ser
humano.
¿Cómo podía imaginarlo?
Poco a poco, las dos filas que formaban los
coches apilados a uno y otro lado de aquella
improvisada calle, iban quedando cada vez
más corta, cada vez se acercaba más y más
RÓMULO
111 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
la máquina a aquel donde aquella bellísima
modelo se encontraba maniatada con las
manos a la espalda, sellada su boca con
aquella ancha cinta adhesiva plástica, e
introducida en aquel saco de lavandería,
imposibilitada totalmente para hacerse
notar, para solicitar ayuda a alguien, y
mucho menos con el estruendoso ruido
formado por la máquina cargadora, la
trituradora, y aquella máquina pensadora
que sería si alguien no lo remediaba, su fin,
un fin horrible y demencial, pero así era...
¿Llegaría la máquina a alcanzarla antes de
las cuarenta y ocho horas? ¿Habría
calculado bien aquel criminal el trabajo
que aquella máquina realizaría
diariamente? ¿Querría realmente que el
comisario la encontrase con vida o, no?
Si es que aquella chica podía pensar en
aquellos comprometidos y críticos
momentos, éstas serían algunas de las
preguntas que se haría, aunque
RÓMULO
112 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
posiblemente el terror que sintiera sus
carnes no le permitían ni tan siquiera eso,
pensar, y menos sin tan siquiera conocer el
motivo por el que le introdujesen en ese
estrecho maletero, ni supiese nada de aquel
reto de Rómulo al comisario, ella sólo se
sentía morir en aquella absoluta oscuridad,
sin saber cuando amaneció, si era de día o,
era de noche, ni el tiempo que podía
soportar aquel Calvario, aquel sufrimiento.
No contento con su acción, Rómulo quería
demostrar su superioridad sobre el policía,
por lo que, sin sentir el más mínimo
remordimiento y sin que su pulso temblase
un ápice, activó su teléfono móvil para
jactarse de su acción y a hacer temblar o
intentar aterrar en lo posible a su rival,
algo que no ocurrió, aquel agente de la ley
había sufrido un fuerte revés, pero era un
hombre al que la vida y su profesión le
habían enseñado a ser sensible, pero duro a
RÓMULO
113 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
la vez, a mantener los nervios siempre
controlados hasta en los momentos más
difíciles y complicados, cómo podía ser
aquel, en donde cuatro de sus hombres
habían perdido la vida.
Posiblemente había sido un descuido de
ellos mismos o, quizás él pudo evitarlo...
¿Cómo podía saberlo?
Sí; tal vez su veteranía le debía haber
avisado a tiempo, pero eso no ocurrió,
aunque intuyese un posible peligro no pudo
precisar que aquella mente criminal que lo
preparó de esa forma, y que en aquellos
instantes retorcía sus tripas a través del
teléfono, pudiese ser alguien tan frío, tan
calculador, tan canalla, tan loco como para
hacer algo así, pero ya no había remedio,
tenía toda la razón aquel villano, aquella
batalla, si se le puede llamar así, la había
ganado él, pero ya tendría su oportunidad,
aquello era algo que no pensaba dejar así,
aquel canalla pagaría sus crímenes.
RÓMULO
114 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Entre sus juramentos malhumorados, y
después de comprobar la desfachatez de
aquel individuo al vanagloriarse de su
crimen, no pudo soportarlo más y cortó la
comunicación, era evidente que no
pretendía darle, al menos en esa llamada ni
la más mínima pista sobre la chica, debía
buscar otros medios, al menos hasta que
Rómulo se decidiese a facilitarle un poco su
trabajo, si es que realmente quería que la
salvase o, él pondría los medios para
intentarlo al menos.
Ya en comisaría, el comisario Fonseca
acompañado de su inseparable ayudante el
doctor Leving, movían todo tipo de datos
ante sus ordenadores, donde seleccionaban
todos y cada uno de aquellos casos donde se
encontrase como sospechoso, aunque nunca
lo verificaron, pero tal vez pudiesen hallar
alguna conexión entre ellos, alguna pista
del modus operandis del sujeto o, al menos
RÓMULO
115 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
intentar conocer su forma de ser, de actuar,
incluso sus futuros pensamientos, no era
mucho y, dudosamente encontrasen nada
que les ayudase en su investigación, pero
era lo único que por el momento podían
hacer.
Los dos sabían muy bien que Rómulo era
impredecible, alguien con un potencial
criminal superior e increíble, pero debía
agarrarse a cualquier hierro aunque
estuviera ardiendo, con tal de esclarecer
aquel caso y rescatar con vida a la chica.
En otra zona de la ciudad, en la zona
hospitalaria de la capital del estado, el
doctor Martínez, Raúl Martínez, era
requerido por los servicios de megafonía de
aquel lujoso y esmerado hospital donde
trabajaba, totalmente desconocedor, ya no
RÓMULO
116 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
de la malvada y maquiavélica vida de
Rómulo, sino de él mismo.
Nadie le había nombrado jamás el hecho
de ser gemelo con otro y que éste viviera.
En aquella casa donde le acogieron como a
un hijo, habían tratado siempre de que en
efecto, su estancia en aquella familia fuera
eso, la de un hijo sin más y, para ello, era
esencial que desconociera aquel detalle, así
como el hecho de ser hijo adoptivo.
Fueron temas tabú, no había por qué
hacerle conocer detalles de su vida que le
hicieran tal vez derivar su atención hacia
otro lado que no fuese sus propios padres,
aquellos que él conocía como verdaderos, y
su centrada vida de estudiante.
Tal vez fue algún gesto egoísta por parte de
aquella maravillosa pareja que tanto los
había querido y tanto había hecho por él,
pero no había motivos para hacerlo y jamás
lo hicieron.
RÓMULO
117 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Ayudó mucho a ese silencio y a esa obviedad
el hecho de que perdiera Raúl su preciado
medallón en aquel fatídico incendio, donde
perdieron la vida sus verdaderos padres.
Sus padres, que dada su corta edad, el
carácter afable y el amor con el que fue
acogido, olvidase con tanta facilidad como
lo hizo.
La megafonía reiteraba en repetidas
ocasiones el requerimiento del cirujano en
el quirófano número cinco pues, a
consecuencia de un aparatoso accidente de
automóvil en la autovía, una hermosa
chiquilla debía ser intervenida con
urgencia, dado sus desgarros en el rostro.
Aquella herida en pleno rostro de una chica
joven podía tener consecuencias
irreparables si no se actuaba con rapidez y
celeridad, amén de ser atendida por uno de
los mejores cirujanos del centro, como era
gracias a su dedicación, don Raúl Martínez.
RÓMULO
118 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Entretanto localizaban al insustituible
doctor Martínez, tanto los A.T.S.,
anestesistas, enfermeros y ayudantes de
quirófano, se prestaban solícitos a sus
quehaceres, con la intención de ofrecerle al
cirujano un quirófano y una paciente presta
a la operación a realizar, tanto fuera
instrumental quirúrgico, farmacológico y
humano, incluso aquella aterrorizada y
dolorida mujercita, tendría que estar a
punto, robándole tiempo al tiempo, aquellos
profesionales lo conseguían sin mayor
esfuerzo, pues su exquisita preparación
clínica sin lugar a dudas, era una
preparación meticulosa, precisa y
exactamente exigida en la práctica de sus
servicios.
Don Raúl Martínez tampoco se hizo
esperar, al parecer, dado su apresurado
paso por los corredores del edificio con
dirección a aquel quirófano que tan bien
conocía.
RÓMULO
119 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Posiblemente a la coincidencia del horario
con su particular consulta de pacientes en
postoperatorio, fuera la causa que le
demoró aquellos precisos y preciosos
instantes tan vitales para sus operaciones,
pero era evidente que sólo Dios puede
encontrarse en todas partes, él era un
simple mortal, con mucha dedicación y
voluntad, pero un simple mortal.
Ya en el pre-quirófano sus efectivos
ayudantes, sobre su propia marcha de
preparaban para la operación.
Uno le ponía la bata, otro se la sujetaba por
detrás mientras que apresurado cómo iba se
lavaba las manos, para posteriormente
espolvorearla con aquel bote de talco que
alguno le ofreció y empolvó sus manos,
mientras tanto y sin saber quién, le puso su
cubre cabeza después de colocarle la
mascarilla sobre su boca.
Todo parecía ir a la perfección, toda la
matemática precisión de su equipo al menos
RÓMULO
120 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
se había empleado, la voluntad de su equipo
como la suya propia no cabía dudas de
cual era, antes que nada y, después de todo,
el paciente siempre era considerado lo
principal, el número uno, todos ellos
incluyéndose él, se relegaron a un segundo y
discreto plano desde donde actuarían a
favor de una vida humana muy lejos de
razas, ni religiones, ni políticas ni sexos, un
ser humano es simplemente eso, sin más
demagogia, un ser humano y punto. Un
semejante por el que hay que luchar y vivir.
Aquello era algo que Raúl Martínez tenía
muy claro, desde muy joven se vio en la
necesidad de servirle a los demás, a sus
semejantes y, no porque fuese aquello algo
exigido por sus padres o, por cualquier otra
persona, no, sino que desde muy niño
comprendió que la mortalidad humana, ya
fuera por guerras, hambruna, crímenes,
intoxicaciones, actos vandálicos y
terroristas, hacían que la mortalidad
RÓMULO
121 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
humana fuera aparatosamente aterradora,
si a todo aquello se le sumaba lo que en
aquellos momentos tenía ante sus manos, los
accidentes de tráfico, con una mortandad
superior a muchas guerras, los accidentes
laborales y los vertidos tóxicos en ríos,
tierra y aire, la humanidad, comprendió
Raúl, era algo muy frágil, algo que habría
que cuidar con mucho esmero, si queríamos
subsistir en este hermoso planeta, que claro,
es hermoso, pero gracias a las "gracias " de
algunas personas tan usureras y avaras que
no parece que quieran dejar a sus
descendientes ni tan siquiera eso, algo que
Dios nos regaló para nuestro disfrute, para
nuestro gozo y disfrute y, que allí está cada
vez más enfermo este planeta nuestro, que
puede que algún día sea tan grave su
enfermedad, que ningún microbio de los
que poblamos este núcleo de célula, pueda
hacer nada para reanimarlo, y como dijo
alguien algún día, "muerto el perro muerta
RÓMULO
122 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
la rabia", y no sólo eso, la rabia, los huesos,
los músculos, las venas, los glóbulos rojos y
las bacterias y microbios que lo componen.
Sí; tal vez tuvo mucho tiempo en su
juventud para pensar, aunque puede
también que aquel brillante cirujano en su
época de estudiante, lograse comprender
todo cuanto los libros le enseñaron, y de
ellos sacase su propia conclusión, de una
vida que hacemos absurda los que
habitamos la yema del huevo de la vida y,
que por otra parte, así como nos regalaron
la tierra, también nos dieron el don de la
razón y la comprensión, unos dones que nos
permiten hacer un uso perfecto de la llave
que puede abrirnos el paraíso, pues él sabía
bien, que aquello a lo que el ser humano
llama paraíso y lo cree inalcanzable, no
hacía falta esforzarse mucho para entender
perfectamente que el paraíso es justamente
lo que tenemos en nuestras manos, la tierra,
y vida... vida sólo una, el ser humano es el
RÓMULO
123 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
que se fabrica su gloria o su infierno, pero
en este valle escarpado y tortuoso de
lágrimas donde nos encontramos, en el cada
uno vive en el lado de la balanza que decide
estar.
En efecto, para entrar en el cielo no es
preciso morir ni mucho menos.
Sí, todas estas reflexiones ya eran harto
sabidas por don Raúl Martínez, que en
aquellos instantes intervenía a la hermosa
joven, ahora dormida por la dosis de
cloroformo que el anestesista, tras
examinarla y verificar su peso y no antes de
aquellos análisis preliminares, le
administrara.
Las ágiles manos del doctor Martínez con
toda precisión hacían uso del instrumental
necesario, y entre orden y orden a su
equipo, los minutos se desprendían del reloj
que estratégicamente colgaba de una pared
frente a él y en una pared alicatada de
baldosines blancos.
RÓMULO
124 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Tras dos horas y media de rígida disciplina
quirúrgica, en donde sin poder evitarlo al
estar todo su cuerpo en tensión en una
aparente relajación exigida por el oficio, el
sudor hacía acto de presencia en su rostro
que metódicamente su enfermera secaba con
una gasa esterilizada y doblada, sin
permitir que aquel posible foco de infección,
alcanzara la más mínima zona de la
paciente, ya fuera de herida, o no.
Después de completar los delicados y
precisos puntos de forma que posteriormente
la cicatriz fuera lo menos visible posible, y
tras limpiar con mucha delicadeza la zona
intervenida, el doctor Martínez daba por
terminada la operación, una operación en
donde bien sabía él que, a pesar de la
gravedad de la herida y a aquella joven por
su edad con más motivo, aquella cicatriz
debia de ser prácticamente nula, al menos
ésas eran las metas que Raúl Martínez se
ponía a él mismo.
RÓMULO
125 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Era muy fácil cerrar la herida y hacerla
sanar y curarla, pero si eso era
fundamental, no lo era menos, el
conservarle la estética al paciente y, dejarle
la menor marca posible, aquello
contribuiría a que el propio paciente no
tuviera ante el espejo cada vez que se
mirase, el recuerdo imborrable del terrible
accidente, eso le haría sufrir.
Las dos cosas le haría sufrir, su desfigurado
rostro si así quedaba, y el continuo recuerdo
del accidente que se lo produjo, y el doctor
Martínez comprendía que aquello además
habría otra herida no hecha, la psicológica,
aquello quizá pudiese ser la herida más
grave que un corazón humano puede
soportar, la psiquis destroza no sólo el
cuerpo, sino también el alma.
He ahí de su esmerado y matemático
cuidado al resolver cualquier problema a
todos y cada uno de sus pacientes y, no sólo
eso, dado su gran corazón, su gran
RÓMULO
126 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
humanidad, el trato con todo aquel que
conocía no podía ser más exquisito y
cordial, por lo que era admirado y querido
por todo aquel que lo conocía, de dentro y
fuera de sus obligaciones en el centro.
Aunque el doctor Martínez no supiese de la
existencia de su hermano Rómulo, estaba
claro que era el contrapunto de él, uno
creyente, cariñoso, afable, abnegado y
socorrente, el otro el anticristo, y no sería
calificarlo desmesuradamente, quizá
después de conocer su macabra, fría y
despiadada vida, podía incluso encontrar
algún otro calificativo más acorde con
aquella mente malvada.
Alguien que disfrutaba enormemente viendo
cómo los demás sufren, como le tienen
terror, como tiemblan con sólo oír su
nombre, Rómulo, sí, aquel villano se sentía
fortalecido, superior, cada vez que cometía
una de sus fechorías, cuanto más sangrienta
y cruel, más feliz y sátiro era su rostro. Tal
RÓMULO
127 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
vez no tuviese corazón, y si lo tenía sería de
acero y no sintiese nada en absoluto por sus
víctimas. Nada en cuanto a la piedad,
porque la perversidad de su sonrisa hacía
comprender que gozar, si gozaba con sus
crímenes.
Después... una vez terminada la
intervención y no sin antes asegurarse de las
constantes vitales de su paciente, el doctor
Raúl Martínez seguido por alguno de sus
ayudantes, se dirige hacia el pre-quirófano,
donde y sin pérdida de tiempo tampoco, sus
ayudantes invierten la acción anterior a la
operación, mientras alguno le despoja de su
bata algún otro le quita el gorro tapa pelo y
la mascarilla, a continuación él mismo
después de quitarse los guantes de latex y
dejarlos en el cubo de residuos, se lavó las
manos para desprenderse de aquel talco que
le coloreaban de blanco su piel para
perderse en aquel angosto pasillo que lo
llevaría de nuevo a su particular consulta,
RÓMULO
128 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
donde aún le quedaba algún paciente que
visitar, y aconsejar con respecto a anteriores
operaciones, como era método de
convalecencia, recuperación con cierta
gimnasia y tratamientos a seguir.
En eso estaba el comisario Fonseca y el
doctor Leving, recopilando datos ante sus
ordenadores en contra de aquel que
pretendía volverlos locos, ese delincuente
tan peculiar como era Rómulo, como
habitualmente lo conocían en jefatura,
quizá por el nombre tan singular que tenía,
aunque sus hazañas fueran tan conflictivas
y complicadas para determinar exactamente
a manos de quien fueron cometidas, pero
Fonseca no daba por perdido su trabajo, su
tozudez le llevaba al convencimiento, de
RÓMULO
129 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
que aquel que tan listo y astuto se creía,
algún día cometería algún error que lo
llevaría a la silla eléctrica, y allí estaría él
para asegurarse de que así fuera.
Sin embargo, aquellos documentos que
removía no les decía más que lo que ya
conocían de él, que era un cerebro
extremadamente privilegiado para el
crimen, y nada más, todos y cada uno de
aquellos casos que investigaban eran
distintos sin ninguna conexión entre ellos,
ya lo había verificado mil veces, era alguien
impredecible, era una mente, precisamente
por no llevar un modus operandis, por
realizar acciones diversas, con distinto tipo
de personas, en distintos lugares, en
diferentes días y horas, unas veces robos,
otras violaciones, e incluso crímenes, todos
aquellos delitos se idearon con una
precisión y una exactitud medida, y al
demostrar sus coartadas, todas sus acciones
eran demenciales para Fonseca,
RÓMULO
130 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
desconcertantes por completo, pero ahora
tal vez tuviera oportunidad de cazar a
aquel que tan complicado se lo ponía, ahora
era posible que el criminal cometiese algún
error, pero debía llamar, al menos debía
ponerse en contacto con él y darle alguna
pista, algún lugar, algún nombre, algo, si
no era así, ¿Dónde llegaría el rescate?
¿Cómo salvaría la vida de aquella bella
modelo que tenía cautiva?
Que lo ponía a prueba, ya lo sabía, pero
confiaba en que le diera la oportunidad de
salvar la vida de aquella inocente joven a la
que le corría el tiempo en contra,
fatalmente en contra.
En aquellos instantes el estridente sonido
del teléfono volvió a romper el silencio del
despacho, algo que sobresaltó al doctor
Leving, que descolgaba casi al instante.
Allí estaba de nuevo al otro lado de la línea
el responsable del secuestro de la chica, en
esta ocasión midiendo su tiempo para
RÓMULO
131 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
impedir ser localizado, por lo que su
petición fue escueta y precisa, el dinero del
rescate debía ser entregado en un lugar
concreto de una vieja fábrica abandonada,
algo aparentemente muy sencillo, su
exigencia: sólo el comisario debía llevarlo y
depositarla en el lugar elegido por Rómulo,
nada de trampas ni de sorpresas.
En cuanto a la chica pocos detalles daba al
comisario, únicamente pretendía
desquiciarlo por lo que los datos dados
fueron los siguientes: "en una caja metálica
la puedes buscar en un cementerio".
¿Qué querría decir con aquello? ¿Un
cementerio?
En una ciudad como aquélla teniendo en
cuenta además de los cementerios de la
propia ciudad los de los pueblos o barriadas
cercanas, tal vez superaban los cincuenta,
eran demasiados si había que registrarlos
todos, eso pensaba Fonseca, pero era
evidente que el tiempo corría
RÓMULO
132 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
inexorablemente y había que intentarlo al
menos, por lo que nada más conocer los
detalles por boca de su ayudante el doctor
Leving, el resorte policial le saltó y, acto
seguido movilizaba a buena parte de sus
agentes haciéndoles comprender lo esencial
del tiempo para localizarla, sólo disponían
de veinticuatro horas escasas para
encontrarla con vida, tal vez sería el aire lo
que le faltase en aquella caja metálica y
moriría asfixiada, sería horrible.
Después de aquello, todos comprendieron la
importancia que suponía su celeridad en la
encomienda, por lo que cada uno de ellos y
ayudados por el doctor Leving, que
distribuyó los cuadrantes de la ciudad,
saliesen de la comisaría como alma que
lleva el diablo cada uno hacia sus objetivos,
el tráfico era algo que podrían tener en
contra y no debían perder un solo segundo.
Los agentes, hombres entrenados a la
perfección para solventar problemas y
RÓMULO
133 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
altamente cualificados para la
investigación, en aquella ocasión parecían
totalmente perdidos, pues unos y otros en
distintos puntos de la ciudad, y en
diferentes cementerios, a pesar de sus
perspicacias, preguntas de todo tipo, como...
últimos entierros, presencia de familiares al
sepelio, el convencimiento del encargado de
veracidad del caso, nichos vacíos,
tanatorios, huesarios, sala de autopsia,
incluso hasta cámaras frigoríficas para
difuntos indocumentados o indigentes, todo
estaba resultando inútil, aquella voz que
asegurase aquello, posiblemente estaría
jugando con ellos y les estuviera haciendo
perder un valioso tiempo o, distraer su
atención hacia otro lado, con el macabro fin
de agotar el tiempo y asesinar a la bella
modelo.
¿Sería ése su propósito? ¿Querría con
aquello culpar a la policía de ineptos e
ineficaces?
RÓMULO
134 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Fuera como fuese, lo que estaba claro, es
que facilidad para su localización no daba
ninguna, y de esa forma, tal y como tenían
las cosas, jamás lograrían dar con la chica,
sí aquel canalla no ayudaba lo más mínimo
para que así fuera.
En la vieja fábrica abandonada, el
comisario Fonseca se disponía a depositar el
maletín del rescate en el lugar elegido por
Rómulo.
Tras él, y a buena distancia, una furgoneta
policial camuflado con los más modernos y
sofisticados, métodos de seguimiento y
escucha en su interior, y dos agentes al
frente de aquel complicado artilugio de
botones, radar, antenas y escáner, seguían
los movimientos del comisario.
RÓMULO
135 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Éste, y en voz baja informaba de sus pasos
a la vez.
Era poco lo que podían hacer para capturar
al delincuente si se disponía a recoger la
recompensa, pero lo intentarían al menos, si
es que alguien intentaba recogerla.
Si no tenían esa suerte, el maletín había
sido dotado de un dispositivo de
seguimiento, podrían localizarlos después,
tanto al dinero del rescate como a los
secuestradores.
El maletín fue depositado en el sitio exacto
donde fue exigido, una especie de boca a
modo de bidón, algo parecido a esos de
aceite de doscientos litros, pero con una
tapa que tuvo que cerrar posteriormente.
Una etapa que se deslizaba horizontalmente
al girar sobre un eje situado en uno de sus
extremos.
Lo que no pudo sospechar Fonseca es, que
aquella tapa al accionar su cierre a través
de una sirga, abriese el fondo, dejando caer
RÓMULO
136 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
el maletín a una cinta transportadora, ésta
llevaría su carga a otra cinta que rotaba en
diagonal hacia arriba donde, otra más
giraba hacia el lado derecho donde
depositaba su carga en la otra cinta
transportadora hacia la parte trasera de la
fábrica y terminaba en una especie de
trituradora, a juzgar por las muelas que
podían verse en su interior, ahora
permanecía inactiva, pero allí estaba el
brazo derecho de Rómulo esperando a la
codiciada mercancía para salir a toda prisa
del lugar, un sitio no lejos de la boca del
metro donde se perdió el delincuente.
Atrás había dejado aquel maletín del
rescate, cerrado y en la trituradora parada.
La orden dada por Rómulo de cambiar el
dinero a una bolsa de deporte no iba
descaminada, aquel ladino criminal
sospechó que pudieran poner alguna especie
de mecanismo electrónico de seguimiento,
como así fue exactamente.
RÓMULO
137 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Después de comunicar su depósito en el
lugar, el comisario Fonseca dio la orden de
seguimiento, cosa que verificaron los dos
agentes a su superior a través del minúsculo
aparato que llevaba en su oído izquierdo.
Sí, en efecto, a pesar de la incredulidad de
los agentes, el maletín se movía. ¿Cómo era
posible si nadie lo había recogido del sitio
donde se puso? Era algo que no
comprendían, pero allí estaba la pantalla
del radar que no podía mentir, aquel
maletín viajaba hacia la parte posterior del
edificio, era cuestión de esperar para
después localizar con exactitud el cubil del
criminal, cogerlo con las manos en la masa,
infraganti, y hacerle confesar el lugar donde
se hallase la chica, no era mal plan de dar
resultado.
Era evidente que aquel viejo y buen policía
subestimaba aún, la mente criminal que
tenía enfrente.
RÓMULO
138 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
En pocos minutos pudo darse cuenta de su
error, cuando después de regresar a la
furgoneta base, los tres comprendiesen el
motivo por el que aquel maletín dejó de
moverse y siquiera en el mismo lugar largo
rato, lo que provocó que quisieran
cerciorarse de aquella duda que les asaltó a
los tres, no era lógico que aquel maletín se
moviese en un buen trecho y después
quedase quieto, aquello sólo quería decir
una cosa, "el cangrejo ermitaño había
cambiado de Concha" o, lo que es lo mismo,
el dinero había sido cambiado a otro sitio,
porque lo que tenían bien claro es, que el
delincuente no se había sentado a esperarlos
con el maletín en sus manos.
En efecto, aquellos acertados pensamientos
fueron decepcionantemente ciertos.
Después de localizar el lugar donde
permanecía el maletín y, con una rápida
mirada a su alrededor, Fonseca comprendió
el fugaz viaje del dinero hasta aquel
RÓMULO
139 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
triturador, era evidente que allí le había
esperado alguien y limpiamente cambió el
dinero de sitio, probablemente a alguna
bolsa de viaje o de deporte que pasaría más
desapercibida que aquel maletín.
Después de salir por la parte posterior, por
donde presumiblemente pudiera haber
salido el secuestrador, también pudo
recomponer mentalmente la huida de éste,
un fuerte y estridente pitido le hizo
comprender el medio usado para huir: el
metro.
No lejos de allí alguna boca del metro había
sido la madriguera que usó el conejo para
huir.
Bien se la había jugado esta vez, aquel
criminal que creía y estaba convencido sería
Rómulo.
Ahora lo tenía más que antes en sus manos,
aquello era otra baza ganada a su favor,
sólo podía esperar que se pusiera en
contacto con él y, si realmente quería que
RÓMULO
140 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
salvase la vida de la chica, ahora que tenía
el dinero era un buen momento para que se
lo dijera.
Aunque con todas las reservas, confiaba que
así fuese, no tenía sentido dejarla morir
después de cobrar el rescate.
Esperaba Fonseca que la lección que
quisiera darle de superioridad frente a él, le
bastase con devolver a la modelo viva, ya
había logrado asesinar a cuatro de sus
mejores hombres.
La cara de decepción tanto de Fonseca como
de sus improvisados ayudantes, lo decía
todo.
No lejos de allí, en la parte este de la
ciudad y, en un singular edificio de
apartamentos, Rómulo tomaba el sol en una
discreta terraza, tomando un combinado de
ron mientras sus dos secuaces jugaban al
póquer en espera de aquel que fue
encargado de recoger la recompensa por
orden de Rómulo.
RÓMULO
141 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Si todo había salido según sus planes, no
debía de tardar en aparecer con el botín del
rescate.
La mente de Rómulo estaba en eso, la
satisfacción que le podía producir aquel
nuevo golpe a su más tozudo perseguidor,
era más fuerte que aquello que le podía
ocurrir a la chica en aquel maletero, pues
incluso si era prensada dentro del vehículo,
sería otro triunfo para él, algo que le
remordería la conciencia mientras viviese al
viejo policía, que fue incapaz de salvarla,
no así para el que era un ser sin escrúpulos,
y aquella muerte no evitaría que pudiera
dormir por las noches, de ningún modo.
El ding... dong... de la puerta lo sacó de sus
cavilaciones... ¿Sería en verdad quien
esperaba o, habría fracasado y sería la
propia policía la que llamaba a su puerta?
Uno de sus sicarios fue el que tras preguntar
de quién se trataba y reconocer su voz,
abriese la puerta con sonrisa de
RÓMULO
142 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
satisfacción, anunciando su llegada a sus
colegas, que celebraban con la misma cínica
alegría el comprobar que todos sus esfuerzos
dentro del plan de Rómulo, había dado
buenos resultados.
En pocos segundos y entre grandes
carcajadas de unos y otros, la habitación
del apartamento se llenó de billetes
pequeños que lanzaban al aire eufóricos,
mientras uno de ellos se precipitó al
frigorífico para sacar aquella botella de
champán, con la que regaban tanto la
habitación, como sus gargantas a través de
la propia botella, mientras se la pasaban de
uno a otro.
Sólo Rómulo permaneció en su tumbona con
su macabra sonrisa mientras celebraba su
éxito con un sorbo de aquel cóctel de ron,
para continuar dando una profunda calada
a su cigarro y hacer con descaro unos
etéreos aros de humo sobre su vaso de tubo.
RÓMULO
143 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Mientras una docena de agentes
deambulaban por toda la ciudad, barrios y
pueblos cercanos, husmeando todos los
rincones de cada uno de aquellos
cementerios sin éxito, en otra zona del
extrarradio a las afueras de la propia urde
y, en aquel cementerio de vehículos, la
pluma elevadora se acercaba peligrosamente
a aquel donde fue introducida la bella
modelo, atada y amordazada.
Cualquiera puede suponer el estado de
terror que le podía embargar en aquella
horrible situación a la cual había sido
forzada, y en donde ella había perdido la
noción del tiempo, sin saber si llevaba
horas, o días al estar en aquélla
impenetrable oscuridad.
RÓMULO
144 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Bueno, quizá el único reloj que le
anunciaba tal vez un nuevo día, era el
estruendo de las máquinas que volvían a
ponerse en marcha atronando el aire con
aquel ensordecedor ruido de metales,
plásticos y cristales al retorcerse, para
terminar plegados en unos cubos y
fuertemente prensados de ochenta por
ochenta cm.
También aquella mañana, la belleza de las
pasarelas poco acostumbrada a nada que no
fuese glamour y música, aquella mañana sin
embargo, su instinto de supervivencia tal
vez le hizo sospechar y temer a la vez, que
aquel estruendo que sentía cada vez más
cerca, sería algo malo para ella.
No podía saber ni el lugar ni el sitio donde
se hallaba, sólo comprendió que algo malo
podía ocurrirle, aquel ruido de motor tan
potente, y el atronador ruido de chatarra,
no le hacían presagiar nada bueno, por lo
que la desesperación se apoderó de su
RÓMULO
145 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
delicado carácter de mujer joven y débil,
algo que provocó que se retorciera dentro
del saco de lavandería y, dando fuertes
patadas contra las paredes que la tenían
prisionera, llegando a provocarse incluso
alguna pequeña herida en alguna parte de
su frágil cuerpo, en la cabeza al golpear con
ella para intentar llamar la atención de
alguien que pudiera socorrerla, pero todo
era inútil, sólo el estruendo era la respuesta
a sus desesperados avisos de socorro.
Pudo notar por el sofocante calor que se
condensaba a su alrededor en aquel
pequeño habitáculo, que la luz del día
avanzaba, pero aquello era una tortura
más, pues a pesar de la época, principio de
primavera, el sol aún era débil, pero dentro
de aquel maletero era asfixiante, más aún
teniendo la boca como la tenía sellada con
aquella cinta plástica, y a pesar de ser una
chica, podríamos decir diez, no por eso
dejaba de tener alguna pequeña tara, como
RÓMULO
146 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
era aquella fastidiosa sinusitis que a veces
le impedía respirar, sobre todo cuando las
gramíneas y flores soltaban el odioso polen
que le acentuaba la alergia impidiéndole
respirar con normalidad.
La situación para ella no podía empeorar
más de lo que ya estaba, apenas conseguía
respirar para mantenerse con vida,
mientras el sudor la invadía todo su cuerpo,
pero... sí; temía que fuera peor, el ruido de
aquel terrorífico tractor pluma, en la otra
acera de vehículos mientras estrujaba otra
de aquellas reliquias, le hizo comprender
que si, en efecto, podía ser peor si alguien
no la escuchaba, si no se daban cuenta de
que ella estaba allí o. .. ¿ sería ese el fin de su
secuestro, el matarla allí? ¿Importaría
mucho hacerse notar? O. .. ¿Ya sabían
aquellos que sentía a su alrededor de su
presencia o de su encierro, y la ignoraban?
¿Habría gente en el mundo tan cruel, como
para hacer algo así con un ser humano?
RÓMULO
147 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Muchas preguntas se hacía dentro de su
desesperación, pero aún así podía imaginar
el fin que podía tener, si alguien no lo
remediaba y aquel posiblemente fuese su
propio secuestrador, después de conseguir
aquella fortuna por su rescate.
Así podía haber sido de estar la seguridad
de la joven en manos de un vulgar
secuestrador, pero para su pena, aquel que
se valió de ella para pedir un rescate, no se
conformaría con el dinero, su intención
para desgracia de la modelo era otra,
demostrarle su inteligencia criminal a un
honrado policía empecinado en capturarlo,
aquello le produciría tal vez más
satisfacción que aquel papel impreso al que
llamaban dinero y al que Rómulo daba tan
poca importancia, tal vez porque cuando
necesitaba, siempre había logrado algún
modo de conseguirlo y seguiría siendo así, el
dinero estaba allí, en cualquier parte, sólo
había que llegar y cogerlo, él no lo veía tan
RÓMULO
148 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
difícil, había que matar a alguien, pues se
hacía, ¿era malo aquello? Un puesto de
trabajo vacante para aquel ser inferior que
no supiese vivir de otro modo que
trabajando.
Esa era la lógica de Rómulo, algo para él,
sublime.
Si no eran esos sus pensamientos, serían
otros más demenciales a juzgar por la
mueca que dibujaba su sonrisa, en aquella
pequeña terraza sobre la tumbona
ignorando a sus compinches, que se
bañaban con los billetes pequeños de euros
como si de agua se tratase, entre jubilosas
carcajadas de satisfacción al lograr el
objetivo ideado por su jefe, aquel hombre
desafiante, descarado, arrogante y cínico,
además de calculador, metódico y preciso,
como era Rómulo Martínez, Rómulo para
casi todos, tanto para las gentes del hampa,
como para la propia policía.
RÓMULO
149 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Ya en comisaría, Fonseca era consciente del
escaso tiempo del que disponía para
localizar a la chica, pero... ¿Qué podía
hacer más? Sus mejores hombres revolvían
todos y cada uno de los cementerios del valle
y, a pesar de la concienzuda y meticulosa
investigación de sus hombres, los datos que
le llegaban a la comisaría no podían ser
más dramáticos y desesperantes, nadie
conseguía la más mínima pista sobre la
chica desaparecida, y el despiadado reloj de
su despacho le recordaba sin consideración
alguna, las dos horas escasas de las que
disponía si quería ver con vida a la modelo.
¿Sería aquel que creía Rómulo, tan cruel
como para matar o dejar morir a la chica
así? ¿Sin ningún miramiento? ¿Sin que el
gramo de humanidad que pudiera tener le
oprimiera la garganta hasta ahogarlo?
¡Dios bendito! Se lamentaba Fonseca ante
su impotencia con todo tipo de juramentos y
maldiciones hacia aquel que conseguía, a
RÓMULO
150 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
pesar de sus bien templados nervios,
volverlo loco.
¿Una caja metálica? ¿En un cementerio?
Tanto él cómo su ayudante más directo del
doctor Leving, hasta ese preciso instante se
le habían hecho de todo tipo de
elucubraciones, de cábalas y conjeturas
sobre el hecho en sí, sin comprender en
definitiva nada positivo que le condujera a
la chica, pero hete ahí que el doctor Leving
dio otro giro a su convencido animó de que
el cementerio al que el secuestrador se
refería pudiera ser de personas, de seres
humanos, algo le hizo pensar en otro tipo de
cementerio: El canino por ejemplo. O, aquel
otro donde cada ciudadano al que se le
moría alguna mascota, ya fuera gato,
perro, conejo, culebras o ranas lo llevaban a
darle su entierro tan perfecto para ellos,
que podían seguir recordando a su mascota
favorita siempre que quisieran, allí tenían
su tumba y su foto para recordarlos.
RÓMULO
151 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Claro que, lejos de centrar su atención en
aquello que su eficaz ayudante de
insinuarse, su mente iba más allá al
recordar: "en una caja metálica".
Algo pareció encenderse en el subconsciente
de Fonseca, que le trajo a su mente la
solución que creyó más correcta: "¡Un
cementerio de vehículos "!
Un cementerio, sí; pero de vehículos...
¡Cómo no había pensado antes en aquello!
Tal vez porque el criminal al teléfono no se
lo había puesto nada fácil evidentemente.
Sí, esa era la opción correcta, una
cacharrería... pero... ¿La mataría allí él
mismo si no la encontraba? Antes había
pensado que quizá estuviera en algún nicho
y sería el aire lo que le faltaría a la chica
para morir, pero ahora...
Casi como un relámpago en una noche de
tormenta le pasó por su celebro la
RÓMULO
152 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
demencial pretensión de aquél que osaba
desafiarlo de aquel modo tan cruel, pero su
agilidad mental a pesar de su edad, era aún
exquisita, tal vez por la gimnasia mental de
tantos años de servicio, entre todo tipo de
delincuentes.
Sí, eso sería, eso fue lo que le hizo retener
aquel flax aparentemente inverosímil e
increíble, como era el que pudiese
encontrara a la chica en algún coche
destinado a su reciclaje, a su pensado para
el posterior reciclaje del metal y su posterior
uso como material nuevo.
Era demencial, pero después de pensar en
cómo el secuestrador hizo explotar aquella
mortal bomba donde, cuatro de sus hombres
murieron el día anterior, nada le
extrañaba, es más; casi veía lógico aquella
estrategia en una mente tan perversa y
dañina como la que le desafiaba.
RÓMULO
153 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Sólo le bastaron unos segundos para mirar
al cielo y dar gracias a Dios por haberlo
iluminado en aquellos últimos momentos, y
que confiaba serían suficientes para salvar
a la chica.
Gracias a Dios, se decía Fonseca, son
escasas las chatarrerías que disponen de
aquella poderosa máquina de comprimir, y
dado que sus agentes, al menos una docena
estaban fuera, eso haría que la llegada a los
cementerios de vehículos que disponían de
aquel artilugio, fuera más fluido, más
rápido y tal vez, y sólo tal vez, consiguieran
llegar a tiempo de evitar tan macabro y
horrible crimen.
En unos segundos, tanto él, como el doctor
Leving, movían con rapidez distintos
teléfonos a la vez, dando las órdenes
oportunas después de visualizar en el mapa
con el que se servían y distribuir los lugares
más propicios, y que los agentes alcanzasen
RÓMULO
154 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
con la mayor celeridad los lugares
señalados.
Cada agente dada su posición fue enviado a
una dirección, ahora más concreta, en esta
ocasión no cabía la posibilidad de ninguna
duda, al menos en cuanto al sitio se refiere,
el encontrar a la modelo y hallarla con vida
sólo Dios lo sabía, tal vez aquella máquina
había llegado a ese coche donde se
encontraba o sospechaba que pudiera estar,
y todo su esfuerzo había sido inútil, pero al
menos Fonseca en esta ocasión estaba
convencido de haber actuado correctamente
con los medios a su alcance, que no eran
muchos.
¡Dios quiera que no sea demasiado tarde
como para mis hombres! Exclamaba para
sus adentro el buen policía.
Algo que le trajo a la mente la retorcida
imaginación criminal de aquel que estaba
convencido sería Rómulo, e hizo que los
números anteriormente marcados para dar
RÓMULO
155 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
una orden, una escueta y precisa orden,
ahora fueran activados para hacer una
clara advertencia a sus hombres, aquel
maníaco criminal, también podía haberles
dejado otra nueva sorpresa explosiva en el
vehículo donde se encontrase la chica, era
cuestión de extremar las precauciones con
sus movimientos y no arriesgar la vida, ni
la de la chica, ni las suyas propias.
A pesar de haber apurado prácticamente el
tiempo dado a Fonseca para la liberación
de la chica, a Rómulo no parecía importarle
especialmente la integridad física de la
bella modelo, no así aquel órdago que le
había lanzado al viejo policía, aquello a
pesar de haber conseguido el rescate como
sabemos, no lo había olvidado, y quizá su
ego le exigía confirmar su posible triunfo
sobre aquel carcamal, y ése sería un buen
motivo para celebrar: "la satisfacción de un
trabajo bien hecho".
RÓMULO
156 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Por eso casi sin darse cuenta su mano
derecha levantaba el auricular de un
moderno teléfono que descansaba sobre
aquella pequeña mesa de centros al alcance
de su mano, para posteriormente,
convencido de haber conseguido su
propósito, marcar los números de comisaría
y restregarle la ineptitud de la policía y su
indiscutible superioridad, a un viejo que
creía debía retirarse a algún asilo, y dejarlo
en paz.
Con eso Rómulo consideraba que aquel
grano en el culo dejaría de molestarlo, y tal
vez el comisario que le sucediese podría ser
alguien con la categoría suficiente como
para perder el tiempo con él.
Parecía como que Rómulo sólo jugaba con
el viejo cómo juega el gato con el ovillo de
hilo, sólo que aquel ovillo aplastaba
siempre a alguien en su camino, ayer cuatro
agentes, hoy una inocente modelo que podía
RÓMULO
157 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
perder la vida sólo por el capricho y la
obcecación de un criminal sin escrúpulos.
El teléfono sobresaltó la meticulosa
dedicación del doctor Leving.
En aquella llamada, Rómulo pretendía
comprobar la inaptitud del viejo, al tiempo
que este le dijese su fracaso en la empresa
que tan cínicamente le obligase, sin
embargo por las primeras palabras del
doctor Leving, al intentar corroborar sus
sospechas de que en verdad la chica se
encontrase en un cementerio de vehículos,
Rómulo pudo constatar que quizá había
subestimado al viejo policía, ya que había
logrado descifrar el enigma.
Era evidente que lograse encontrarle con
vida, de lo que se lamentaba mentalmente
Rómulo, tal vez debía haberle reservado
alguna sorpresa en aquel viejo vehículo,
pero entonces no lo creyó necesario, dado su
convencimiento, al darle tan pocas pistas no
RÓMULO
158 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
era fácil que la encontrase, pero ya no
podía hacer nada al respecto.
También el avispado doctor Leving, pudo
sacar sus propias conclusiones de aquello
que le inquietaba: si estaban en lo cierto, en
el lugar donde se encontraba la chica y, a
juzgar por las maldiciones de aquel
interpelado, también podía dar por cierto
que no encontrarían sorpresa alguna en el
lugar, algo que le hizo suspirar
profundamente, camándole aquella zozobra
que le había invadido horas antes, pero a
pesar de aquello, tampoco quiso poner sus
razonamientos en conocimiento de sus
compañeros, a pesar de todo debían actuar
con toda la seguridad posible, más valía
prevenir que lamentar otra nueva
desgracia, pues con aquel maníaco nunca se
podía estar seguro de nada, tan
desarrollado tenía el instinto criminal, que
nunca se sabía que podía haber urdido un
cerebro así.
RÓMULO
159 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
En los desguaces, los agentes actuaban con
toda rapidez tratando de ganar el máximo
tiempo posible, quizá un solo segundo de
tiempo podía salvar aquella vida.
En los siete desguaces existentes en la
ciudad con aquella maquinaria de
prensado, los agentes hacían lo propio, pero
sólo en aquel del extrarradio y al final de la
pista de tierra y piedra, se vivían los
momentos más dramáticos y trágicos, antes
de que aquél abnegado policía llegase, a
pesar de haber utilizado las luces y sirenas
de emergencia, algo que le facilitaría un
camino despejado de coches, antes de llegar
como digo, el tractor pluma, con su
poderosa pinza en aquellos precisos
instantes, aplastaba el techo de aquel
vehículo donde se entraba la modelo,
sujetando fuertemente para elevarlo, y
marcha atrás por la improvisada calle que
formaban toda aquella montaña de
RÓMULO
160 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
chatarras, se dirigía hacia la fatídica
prensa dispuesta para un nuevo pensado.
Alguien desde una torreta cercana
accionaba los mandos, sólo esperaba que
aquel vehículo fuera depositado en su
interior para accionar la palanca que
movería todo el mecanismo de la prensa.
Delante de una enorme nube de polvo por
la sequedad del camino, la velocidad del
coche policial hacía que las piedras del
camino saltasen peligrosamente hacia la
cuneta como proyectiles incontrolados, algo
en lo que aquel agente que conducía no
pensaba en absoluto, su fijación como la del
resto de sus compañeros estaba en primer
lugar, conseguir parar el prensado, y
después de asegurarse de que no estuviera
en aquel coche, registrar todos y cada uno
hasta agotar todas las posibilidades, ya que
era lo único que por el tiempo transcurrido
podían hacer, eso, y confiar en la divina
providencia, también aquello podía ayudar.
RÓMULO
161 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
La columna de polvo entraba en el desguace
como una incorpórea y gigantesca serpiente
en dirección a donde más le llamó la
atención al agente, por el ruido
ensordecedor de las máquinas.
En aquellos instantes el vehículo con la
belleza de las pasarelas en su maletero era
depositado en el interior de aquella
macabra máquina, sólo un milagro podía
salvar ya a la chica, ya sólo era cuestión de
unos instantes en los que, el encargado de
accionar aquélla palanca tardase en
hacerlo, algo que comprendió también el
agente desde el interior de su vehículo, que
en aquellos momentos con un chirriante
frenazo paraba junto a la prensa, por lo
que sólo vio una posibilidad de que aquél
mando no fuera accionado, asegurándose
así que aquel coche, fuese en el que se
encontrase la chica o no fuese, no fuera
aplastado.
RÓMULO
162 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Tan rápido como su racional sentido de
supervivencia le dictó, su mano derecha
asía su revólver reglamentario, no había
tiempo para explicaciones, sólo unos
segundos separaban posiblemente a la chica
entre la vida y la muerte, por lo que creyó,
que un certero disparo haría que aquel
operario se sintiese asustado e incrédulo,
parando su trabajo, y los segundos
necesarios para averiguar por el mismo el
motivo de aquél disparo, y al darse cuenta
que abajo se encontraba la policía, ya él
mismo le haría entender que debía de pagar
la máquina.
Sí, eso hizo, un certero disparo penetró por
el cristal de la cabina donde aquel hombre
se encontraba, y tan atónito se quedó sin
saber qué había ocurrido, que sus nervios se
paralizaron mientras estupefacto miraba
hacia abajo tratando de entender que había
ocurrido, momento que en efecto aprovechó
el agente para hacerle comprender que
RÓMULO
163 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
aquella máquina debía ser parada
inmediatamente, algo que entendió también
el operario de la pluma elevadora que,
también obligaba a su compañero a
entenderlo.
Por fin fue parada, y poco a poco aquella
pesada mole de acero movida por enormes
pistones hidráulicos, fue levantándose de lo
que ya era un techo aplastado del vehículo.
Posteriormente la orden del agente fue
sacar el vehículo de la caja de acero dónde ,
para depositarlo esta vez obligado por el
policía, con mucho cuidado sobre el suelo,
lo que hizo el operarios sin comprender aún
que podía ocurrir para que aquel agente de
la ley le obligase a hacer todas aquellas
maniobras tan absurdas.
Sorprendentemente después de visualizar el
vehículo, en agente podía comprobar que en
efecto, en aquel maletero y dentro del saco
de lavandería se encontraba atada y
amordazada la persona que buscaba.
RÓMULO
164 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Aterrada por el cautiverio sufrido y el
pánico que le produjo sentir que aquel
coche cayese desde buena altura, y
posteriormente sus metales chirriantes le
hicieran entender que estaba siendo
comprimido, algo que desquició sus nervios,
de ahí el estado en el que se encontraba,
temblando como un flan sobre una
apisonadora y jadeando sin apenas poder
respirar, algo provocado no sólo por el
pavor a morir, sino ayudado por su
sinusitis y su alergia, algo que dio lugar a
que casi lograse su propia muerte con un
paro cardíaco.
El agente consciente de su estado, trataba
de calmarla mientras la chica se abrazaba a
él con fuerza, llorando desmesuradamente
sin poder articular palabra.
También los nervios de aquel agente
parecían calmarse después de que se le
viera, como alzaba sus ojos a un cielo
limpio y claro para darle gracias a alguien
RÓMULO
165 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
por el éxito conseguido, después la emisora
de radio de su vehículo hacía que, tanto sus
compañeros como su jefe el comisario
Fonseca, y el doctor Leving, fueran
partícipes del éxito de la operación y
pudieran sentir también la tranquilidad
que en verdad da un trabajo bien hecho,
como así era. El buen policía Fonseca como
buen creyente también daba gracias al cielo
por su certera sospecha y el éxito
conseguido, para dar orden a su
subordinado de trasladar a la chica a un
centro hospitalario, donde debía ser
atendida por algún médico para su
completa recuperación y restablecimiento.
El comisario Fonseca consideraba la
posibilidad de que aquella chica hubiese
visto el rostro de su secuestrado, y le
pudiera ser de ayuda en el reconocimiento y
posterior captura de aquel criminal, tal vez
tuviera allí la prueba que lo inculpase
definitivamente en aquella canallada, y
RÓMULO
166 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
pudiera detenerlo, inculparlo y juzgarlo con
éxito.
Entretanto, el golpe recibido en el orgullo
criminal de Rómulo, hacía que aquella
diabólica mente estuviera ya maquinando
el modo de lanzarle el último y definitivo
órdago a aquel viejo cascarrabias de
Fonseca.
Nadie podía sospechar lo que aquella
maligna imaginación criminal ideaba, pero
sí que se le podía observar cómo volvía a su
rostro aquella mueca maliciosa que
dibujaba su rostro a modo de sonrisa
diabólica, mientras sus dedos acariciaban
aquel bonito camafeo que colgaba de su
cuello. ¿Por qué lo haría? ¿Tendría algo que
ver sus pensamientos con el camafeo? Y si
era así, ¿qué pasaría por su mente?
RÓMULO
167 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
No, ni sus propios compinches
acostumbrados a sus demenciales actos,
podían comprender ni tan siquiera la
terrible idea que le rondaba en aquellos
instantes por su enfermizo cerebro, pero lo
que sería seguro es, que también ellos
participarían de una forma o de otra en sus
planes.
En aquellos días el doctor Raúl Martínez
gozaba de unos días de asueto, lo que
permitió que pudiera dedicarse algún
tiempo de su ocio a su deporte favorito: el
Golf.
Un deporte que conseguía relajar su sistema
nervioso de un modo placentero, algo que de
vez en cuando su organismo le agradecía,
habitualmente dado su trabajo y la
dedicación que le profesaba, hacía que se
RÓMULO
168 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
sintiese tenso, y aquello no ayudaba a que
sus manos fueran tan precisas como él
mismo se exigía, por ese motivo gustaba de
salir al campo, respirar aire fresco e
inhibirse de sus obligaciones por unas
horas, en esta ocasión disponía de unos
días, el trabajo en la clínica era mínimo, a
menos que hubiera alguna urgencia podría
recrear su afición favorita en aquel club de
golf, eso hacía que posteriormente rindiese
al máximo una vez incorporado al hospital.
Las personas a las que prestaba sus servicios
de cirujano se merecían lo mejor, él era
consciente que debía dar a los demás lo
mejor de él mismo, y aquello además era
algo que le apasionaba, disfrutaba jugando
y además preparaba su cuerpo y su psiquis
en su propio beneficio, y en el de los demás.
El doctor Leving era otro aficionado a
aquel tan noble deporte, sin embargo, dada
su profesión jamás pudo pertenecer a
ningún grupo social de esa rama, sólo podía
RÓMULO
169 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
permitirse el lujo de acudir a un campo y
practicar su deporte favorito de vez en
cuando, lo que dio lugar a que, a pesar de
frecuentar aquel club aunque fuese de tarde
en tarde, dio lugar a que no coincidiese
nunca con el doctor Raúl Martínez, y si lo
hizo alguna vez, tampoco se fijase en él
como en un posible delincuente, dado el
exacto parecido con Rómulo, algo que en
esta ocasión no ocurría.
Ese día daba la casualidad... bueno
coincidían varios factores para que el
doctor Leving tuviese grabado en su retina
el rostro de Rómulo, por un lado su reciente
fechoría los habían tenido en jaque a todos
en la comisaría con aquel desquiciado rapto
de la bella modelo, y por otro, el
reconocimiento del director del desfile, hizo
que la fotografía de Rómulo fuese tan
traída y llevada de mano en mano por cada
uno de los agentes destinados al caso...
RÓMULO
170 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Eso fue, la reciente visualización de aquel
rostro en particular en un caso tan
dramático, lo que hizo que casi sin darse
cuenta, su cerebro hiciera el registro de
aquel rostro tan peculiar y lo relacionarse
con el historial de Rómulo, el diabólico y
paranoico Rómulo.
Su atención estaba lejos de los bastones, de
las banderas y los hoyos, su metódica
perspicacia lo obligaba a verificar su
sospecha, lo que hacía que mentalmente
super pusiera el rostro de aquel hombre que
le inquietaba, con aquel otro de la
fotografía del registro de su jefe el comisario
Fonseca y, no cabía la menor duda, era él,
con el pelo corto y bien aseado, pero era él.
Sin embargo no debía actuar por cuenta
propia, era norma obligada poner su
criterio en conocimiento de su superior y
actuar en consecuencia, según procediera.
RÓMULO
171 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Tan importante era su definitiva detención,
que debía hacerse con pies de plomo y con
veracidad, o aquel sujeto volvería a
escaparse de entre sus manos como se escapa
el agua, y eso no podían consentirlo, debían
cerciorarse y ratificar su detención, con las
pruebas necesarias para que
obligatoriamente fuera detenido y
condenado.
Ese fue el... quiero decir, los motivos por los
que el doctor Leving dejó estar al que creía
Rómulo, hasta no trazar un plan con el
comisario Fonseca, un plan eficaz después
de posiblemente conseguir la declaración
inculpatoria de la modelo.
Ya sabía dónde encontrarlo y, a través del
propio club de golf conseguiría los
suficientes datos como para saber dónde
vivía, y tal vez, cada uno de sus pasos, bien
por el propio club, bien por aquellas
personas elegantes que jugaban con él, en el
exuberante verdor del Prado.
RÓMULO
172 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Después de recomponer y ordenar sus
conjeturas y elucubraciones, el doctor
Leving abandonó el club sin tan siquiera
golpear una sola bola, la dedicación de su
profesión le obligaba a anteponerla al ocio
de su devoción. Debía poner en
conocimiento de su superior aquellos
interesantes detalles y agilizar la
investigación, era fundamental detener a
una mente tan diabólica e imprevisible
como era Rómulo, antes que le pasase por
su cerebro cometer alguna otra atrocidad
que pudieran lamentar, y eso sólo era
cuestión de tiempo, aquel asesino dado su
historial, era fácil adivinar que, antes de
culminar su última hazaña criminal, ya
estudiara la próxima, y teniendo en cuenta
(pensaba Leving), la última acción de aquel
sujeto, era más que probable que quisiera
superarse a sí mismo urdiendo otra
endiablada y maquiavélica tragedia, y
alguien podría lamentarlo.
RÓMULO
173 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
El doctor Martínez al margen de cualquier
sospecha relacionada con aquel caso que
tanto le preocupaba a Leving, después de
una placentera y relajada partida se
despidió de sus adversarios golffistas, para
darse una reconfortante ducha caliente
para anular de su epidermis, tanto el sudor,
el olor, como las células muertas de su
organismo, para posteriormente, casi
evadido de él mismo por el bienestar y la
satisfacción que le producía el relax de un
día tan placentero y ameno, se dirigiera a
su casa, tal vez terminaría la tarde leyendo
algún buen libro, quizá aquel de
FREDERICK DUMAS que días atrás había
comenzado a leer y tanto le llamó la
atención.
RÓMULO
174 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Aquel escritor era a su parecer alguien
sencillo, un hombre del pueblo que
expresaba sus pensamientos sin tapujos ni
tecnicismos, alguien que después de leerse,
no era difícil adivinar el gran corazón que
albergaba su pecho, ni las poderosas raíces
ecologistas y humanas que tenía.
Sí; ése sería el libro, aquella guinda haría
que el dulce del día fuera completo.
¡Qué equivocado estaba el doctor Martínez!
Después de aparcar su coche en el garaje,
sus pasos se dirigieron a la puerta de
entrada a su bonito chalet convencido de
sus pensamientos, pero tan descuidado y
abstraído iba, que no pudo reaccionar a la
rápida acción de los tres individuos que le
asaltaron en el pasillo de su propia casa.
Unos sujetos áviles y rápidos, que lo
introducían en otro saco amplio de
lavandería, parecido al que utilizaron con
la modelo, y con el mismo sistema, mientras
uno de ellos lo sujetaba con el "abrazo del
RÓMULO
175 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
oso", otro le encintaba la boca y otro lo
maniataba, al tiempo que el segundo le
introducía el saco por la cabeza y tirándolo
al suelo, lo ataba fuertemente por debajo de
sus pies, y sin perder un solo segundo
llevado por dos de aquellos secuestradores,
era introducido en su propio vehículo
estacionado en el garaje privado. Mientras
el tercero se ponía al volante del coche y,
una vez que sus compinches accedieron al
vehículo con toda normalidad y sin levantar
sospechas, salieron de la casa para perderse
en aquella avenida principal, salida de la
ciudad.
Otro nuevo rapto había sido perpetrado,
pero esta vez había raptado a su propio
hermano, aunque éste no supiera ni tan
siquiera de su existencia, Rómulo lo había
raptado con alguna macabra idea, ¿pero
cómo saberlo? ¿Qué le rondaría por la
cabeza al paranoico Rómulo?
RÓMULO
176 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
En una vieja casona abandonada, camino
adentro en una de las sierras que
circunvalaban la ciudad, y el valle de su
enclave, paraba el bonito y limpio coche del
doctor Martínez conducido por el brazo
derecho de Rómulo.
Ese parecía ser el escondite elegido por el
temido Rómulo para retener a su hermano,
sin embargo aún no debía dejarse ver por
él, eso sería algo que haría en su momento,
ahora el interés de Rómulo sólo se limitaba
a observar su apariencia a través de una
mirilla estratégicamente colocada en la
puerta, desde donde podía observarlo sin
que él pudiera verlo.
Era evidente comprender que, al menos de
momento la intención del secuestro era
suplantar la personalidad de su hermano el
doctor Martínez, pero... ¿qué finalidad
buscaba una mente criminal y despiadada
como la suya?
RÓMULO
177 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
La odiosa sonrisa que volvía a dibujar su
rostro, al comprobar el extraordinario
parecido que les unía, hacía sospechar
claramente la satisfacción que le producía,
quizá porque comprendió que
perfectamente podía pasar por él, sólo debía
cortarse el pelo y adecuarlo al peinado de su
hermano para parecer su reflejo en el
espejo, nadie podía sospechar que se tratase
de otra persona, a menos que exteriorizase
su verdadero carácter pendenciero y
agresivo, y eso sería algo que tendría muy
en cuenta, ya había observado al doctor
Raúl Martínez y había estudiado su
entorno con anterioridad, y sabía con
certeza el tipo de personalidad de su
hermano, sólo debía fingir amabilidad y
respeto por los demás y, aquello era algo
que se le daba muy bien, fingir era su
debilidad, casi siempre lo hacía, aunque en
otro cuadrante del cerebro, en el del mal.
RÓMULO
178 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Sin embargo, había algo que le preocupaba
ligeramente: si debía operar, ¿cómo lo
haría?
Aquello sería algo que debía evitar, al
menos en unos días, los suficientes para
llevar a cabo sus planes, después no haría
falta que fingiese, sólo se le limitaría a ser
él mismo. ¿Qué tramaría? ¿Para qué
necesitaba suplantar la personalidad de su
hermano por unos días?
No tardaremos en comprender que le bullía
en su satánica cabeza.
En el centro de la ciudad y en un bonito
restaurante, se ultimaban los detalles de la
boda que se celebraría el día siguiente.
Allí se encontraba el comisario Fonseca con
una hermosa joven que disponía y pedía
consejos a su padre.
Fonseca, como buen conocedor de su hija y,
sabiendo de sus exquisitos gustos,
aconsejaba a su hija, sobre todo procuraba
decir aquello que su hija deseaba oír, era ya
RÓMULO
179 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
una costumbre adquirida a través de los
años, aquella niña siempre le había gustado
ser ella misma, ella y sus consecuencias,
gustaba de tomar sus propias decisiones y
realizarlas.
Fonseca la conocía bien, y sabía que dada
la importancia que aquella boda tenía para
su hija, todo debía salir bien, debía ser
meticulosamente repasado uno por uno
todos los detalles, como así estaba siendo.
Aquel evento era algo que tampoco a
Rómulo le había pasado desapercibido, es
más; aquella boda era el eje fundamental en
aquel órdago que pretendía lanzarle al
viejo policía, había conseguido rescatar a la
bella modelo de una muerte casi segura y,
aquello había herido sus sentimientos. (Si se
le puede llamar así a unos sentimientos
criminales)
Nadie podía imaginar los pensamientos de
Rómulo, ni el plan que había ideado, pero
lo que estaba suficientemente claro es, que
RÓMULO
180 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
en su punto de mira se encontraba la hija
del tozudo policía, quería darle un fuerte
golpe donde más le pudiera doler, su propia
hija, pero... ¿Qué tendría que ver Fonseca y
su hija con el secuestro del doctor Raúl
Martínez?
Posiblemente nada, o. .. Quizás todo.
Lo meticuloso de las acciones de Rómulo
hacían sospechar que, Raúl Martínez sería
el as que el criminal de Rómulo guardaría
en su manga hasta el final de la partida que
se había propuesto jugar con el viejo.
Rómulo había regresado a ocupar la bonita
casa de la que disfrutaba el empollón de su
hermano y, desde ese mismo instante,
comenzó a comportarse como un bendito,
era algo fundamental si quería que lo
tomasen los demás por él sin ningún tipo de
sospechas.
RÓMULO
181 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
En la vieja casona del monte, quedaron sus
tres secuaces con la lección bien aprendida,
Rómulo ya había dejado dadas unas
órdenes muy concretas que debían seguir a
la perfección sin alterar lo más mínimo su
plan, eso era algo que aquellos hombres que
cumplirían, o, conociéndolo como lo
conocían, si no era así, podían pagar su
incompetencia con sus propias vidas.
En el bonito chalet, Rómulo hacía como
sabemos vida "normal", se sentía cómodo
en la casa y, de vez en cuando el teléfono lo
debía de atender, eran conocidos del doctor
Raúl Martínez interesándose por su salud,
RÓMULO
182 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
quedando con él a cierta hora del día
siguiente para jugar al golf, etc. Su aplomo
y tranquilidad con una buena dosis de
cinismo, hacían que no tuviera en absoluto
problema alguno para que a aquellos que
les llamaban, quedasen satisfechos con las
decisiones y los compromisos de los que
hacía gala el buen "doctor Raúl Martínez".
Si sus más íntimos amigos o colaboradores
le hubiesen visto en aquellos instantes,
jamás hubiesen pensado ninguno de ellos
que era otra persona, pues de camino al
bonito chalet conduciendo aquél reluciente
Mercedes, paró en la primera peluquería
que vio y, tanto el corte de pelo como el
acostumbrado modo de peinarse de Raúl fue
perfectamente imitado por el metódico
Rómulo, el plan que tuviera en mente
dependía primordialmente de eso; a partir
de ese instante, él era el doctor Martínez.
RÓMULO
183 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Al día siguiente con un confiado Fonseca
que casaba a la única hija que tenía, se
celebraba la susodicha boda.
Los bancos de la iglesia lucían
perfectamente adornados, con unos
pequeños pero bonitos ramilletes de flores
atados con una cinta blanca sobre cada uno
de los bancos, al fondo, una especie de arco
floral por donde debían de pasar los
contrayentes con sus respectivos padrino
una, madrina él y, el altar igualmente
florido con diferentes efectos florales, donde
predominaba aunque en multitud de tonos,
los gladiolos y claveles.
Fuera, el novio aparentemente feliz aunque
algo nervioso, esperaba la llegada de la
novia, que esperaba ver llegar del brazo de
su querido padre el comisario Fonseca, algo
RÓMULO
184 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
que estaba tardando, lo que hacía, que sus
nervios mostrasen una preocupación y una
incertidumbre... haciendo que sus pies
midiesen los pasos del empedrado atrio
donde esperaba, ciertos invitados y amigos,
que murmuraban entre sí la forma de
actuar del contrayente, algo que les
producía cierta sonrisa piadosa, pero
sonrisa al fin.
No podía imaginar lo que en aquellos
instantes estaba sucediendo en la carretera
de circunvalación o Ronda este de la
ciudad, allí una furgoneta negra se les
acercaban peligrosamente por el lado
izquierdo, golpeando el vehículo conducido
por el doctor Leving, y con los dos pasajeros
excepcionales, como era su jefe el comisario
Fonseca y su hija, una bella novia
elegantemente maquillada y con un hermoso
vestido blanco cuidadosamente recogido
sobre su regazo.
RÓMULO
185 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Aquella camioneta parecía no tener buenas
intenciones, quiero decir sus ocupantes,
ellos parecían traer no muy buenas
intenciones, al menos eso fue lo que Fonseca
pensó en esos primeros instantes, algo que le
corroboró su ayudante el doctor Leving,
pero algo parecía no encajar, algo fallaba.
Tratándose de aquel día tan especial y de
claro jolgorio, aunque aquella furgoneta
negra les pusiera en algún aprieto no
podrían repeler aquel acoso en el asfalto,
pues ninguno de los dos disponía en
aquellos momentos de sus armas
reglamentarias, aunque... confiaba Leving
que aquel roce pudiera ser algo fortuito, un
accidente. Pero pronto salió de su error,
cuando un segundo golpe le obligaba a
lanzar su coche hacia la cuneta de la
carretera, viendo a la vez que, aquellos que
ocupaban la camioneta portaban unos
extraños pasamontañas que ocultaban sus
rostros, haciéndoles parecer inocentes
RÓMULO
186 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
animales del bosque, pues, uno parecía un
sencillo conejo, otro un inocente osito y el
tercero daba un aspecto de rana o sapo,
aquello les hizo pensar que en efecto,
aquellas personas que pretendían hacerlos
parar, si no pretendían algo peor, que fue lo
que pensó la aterrada novia, hija de
Fonseca.
Fue una decisión particular del Dr. Leving,
pero ante el temor de protagonizar un
accidente, decidió parar el vehículo a
orillas de la carretera, al mismo tiempo
aquella furgoneta negra paraba
aparatosamente a su lado izquierdo sin
permitir la salida del conductor que quedó
imposibilitado, al tiempo que, por la parte
de atrás de la camioneta, salían
precipitadamente dos de aquellos
individuos encañonándolos con sendos
revólveres, tanto al chófer doctor Leving,
como al propio comisario, que en aquellos
instantes se encontraba abrazado por su
RÓMULO
187 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
hija tratando de mitigar el miedo que
aquella situación le producía, y temiendo lo
peor de aquellos asaltantes, sin embargo; lo
que en realidad temía era qué el mal le
venía a su padre, de que aquellos criminales
quisieran matarlo, nunca pensó en su
integridad, en cambio en pocos segundos el
semblante de su rostro cambió por completo
al ver que era ella misma, la que estaba
siendo sacada a la fuerza por el lateral
derecho del coche, algo que le provocó
espanto y terror, y trataba de agarrar a
Fonseca con todas sus fuerzas, algo que no
le valió de nada, la fuerza bruta de aquellos
dos matones con cara de conejo y de oso la
arrancaron de los brazos de su padre y del
coche, para introducirla de un fuerte
empujón en el portón abierto de la
camioneta, y a continuación sin tan
siquiera dar tiempo a que ninguno de sus
dos acompañantes reaccionara, salir
pitando del lugar, dejando atrás una espesa
RÓMULO
188 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
nube de humo producido por la fricción y
los neumáticos, sobre el alquitrán del
asfalto.
Fonseca ordenó el seguimiento de la
camioneta, algo que no dio buenos
resultados, pues los dos pensaron que la
dirección tomada por aquel vehículo sería
la autopista, pero no fue así y, tras varios
kilómetros recorridos y alguna llamada
telefónica a la guardia de cabinas en la
autopista, pudo darse cuenta Fonseca de su
error.
Aquella camioneta tomó exactamente el
rumbo que Rómulo le marcase, salir del
cinturón en un cruce determinado, en una
zona de pantanos bien conocida por él, y
donde la red de carreteras secundarias y
caminos vecinales hacían casi imposible un
seguimiento, a no ser, que se dispusiese de
algún helicóptero, y eso sabía Rómulo, que
les costaría un tiempo agilizarlo, lo que les
RÓMULO
189 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
permitiría sin lugar a dudas llegar a su
destino sin ser vistos.
Rómulo sabía perfectamente que el viejo
tozudo, ahora sería más, era su hija y haría
cualquier cosa por encontrarla y,
posiblemente, después mandaría algún
helicóptero a buscar la furgoneta negra,
pero ya sería tarde, también aquello lo
tenía previsto a juzgar por las maniobras de
sus hombres.
Mientras uno de ellos permanecía al volante
y sin parar el motor, los que portaban los
pasamontañas de oso y de conejo,
introducían a la chica en un edificio
aparentemente abandonado, y sin pérdida
de tiempo, el conductor volvía a poner en
marcha la camioneta para perderse en la
frondosa vegetación de aquella zona
pantanosa, en el extrarradio de la ciudad.
La orden de Rómulo fue muy concreta sobre
ese particular, debía conducirla a la
estación de ferrocarril más próxima, ya
RÓMULO
190 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
mirada con anterioridad y, dado los
tiempos del secuestro, debía llegar a tiempo
de cargarla en uno de aquellos vagones de
cargas con un destino alejado, la ciudad
elegida por Rómulo, distaba unos
quinientos kilómetros de la capital del
estado donde se encontraban.
No cabía duda sobre la peculiar mente
criminal de Rómulo, aquello que organizase
parecía salir hasta el momento bien,
parecía salir a la perfección, la furgoneta
negra viajaba hacia su destino, nadie la
recogería, pero aparecería a quinientos
kilómetros de donde se encontraba la hija
del comisario, eso haría desconcertarlo, no
podía saber nunca donde se encontraba su
hija, tanto podía estar en la capital del
estado, como en cualquiera de aquellas
otras ciudades intermedias o pueblos
limítrofes, eso le daría a Rómulo mucho
tiempo para sus propósitos.
RÓMULO
191 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
No era tiempo lo que necesitaba Rómulo,
sino evitar, que el viejo policía tuviera otra
de sus corazonadas o golpes de suerte y
pudiera encontrar a su hija, eso era algo
que debía evitar a toda costa, aunque el
tiempo del que disponía Rómulo era un
tiempo también precioso, pues el edificio
aparentemente abandonado, estaba en
efecto abandonado y dispuesto para su
demolición dos días más tarde.
El edificio había sido construido en una
parcela dudosamente edificable, los
antiguos concejales y el propio alcalde,
autorizaron su construcción a un íntimo
amigo, tal vez por algo de dinero, ahora la
nueva Junta concejil deniega el proyecto al
encontrarse en esa zona pantanosa, con un
firme dudoso dada su continua humedad, y
la ausencia de firme para garantizar su
viabilidad, por lo que habían denegado el
proyecto y debía ser demolido para
RÓMULO
192 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
preservar la integridad física de aquellos
que pudieran habitarla posteriormente.
Esta vez Rómulo estaba dispuesto a no
cometer ningún error, su convencimiento
era matar a la hija de Fonseca, aquello
haría mucho daño, tanto al policía como al
hombre y padre.
Si no conseguía salvarla, aquello sería algo
que le remordería la conciencia el resto de
sus días, y con eso le demostraría Rómulo
definitivamente, que era un inepto y un
fracasado, podría reírse abiertamente de él
con su triunfo.
¿Era lógico todo aquello? ¿Qué pretendía
exactamente Rómulo con aquella fijación
aberrante y demencial? ¡Sabe Dios que le
rondaba por su enfermizo cerebro!
RÓMULO
193 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Bajo un hueco de escalera en una estrecha
despensa y, en el cuarto piso, fue atada y
amordazada la hija de Fonseca, después,
alguno de aquellos desaprensivos criminales
giraba la llave que cerraba definitivamente
a una chica vestida de blanco, a la que el
día más feliz de su vida, probablemente, se
le había vuelto un día trágico y patético,
para tirarlas llaves después.
En la puerta de la iglesia, la incredulidad
se hacía patente en el rostro del futuro
marido cuando el propio párroco le ponía
al corriente de los acontecimientos. Algo que
no llegó a creer, hasta que el propio Fonseca
lo corroboraba.
¿Quién había cometido aquella tropelía?
Se preguntaba Fonseca tratando de
dilucidar el autor de los hechos, sin
RÓMULO
194 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
embargo algo en su interior le decía que
aquel hijo de Satán, posiblemente tendría
mucho que ver con el secuestro de su hija.
Las imágenes que le mostraba su cerebro de
los recientes acontecimientos relacionados
con Rómulo, y como se vio obligado a
presenciar el asesinato de cuatro de sus
hombres, del irracional reto al que le
sometió con aquella modelo sin darle pista
alguna, sin facilitarle lo más mínimo una
investigación que pudiera llevar a buen fin,
hacía que su subconsciente se fijase con
especial atención, en aquel individuo que lo
traía por la calle de la amargura, pero
ahora era más grave, aquel hijo del
demonio estaba atentando en esta ocasión
contra su propia hija, algo a lo que Fonseca
daba más valor que a su propia vida, por
eso maldecía y se lamentaba de que aquel
sujeto no hubiese atentado contra él
directamente, y no contra su hija, una hija
RÓMULO
195 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
única, por la que se desvivía y a la que
amaba con todas sus fuerzas.
Juró que aquello que le producía dolor, se lo
haría pagar a Rómulo Martínez, aunque le
fuese en ello la vida.
Volvía a pensar mientras juraba, que
aquella mente criminal en la calle, suelto,
era un polvorín en un continuo estallido,
haciendo un mal irreparable a una sociedad
que pretende vivir en paz. ¡Aquello debía
acabar, ya!
¡Que acertado estuvo el doctor Leving al
sospechar que aquel criminal llamado
Rómulo, intentaría superarse a sí mismo
con otra nueva acción delictiva! Pero
apenas si habían digerido su última
tropelía, fue justo el día anterior cuando lo
descubrió en el club de golf, y dado que la
hija de Fonseca se casaba al día siguiente,
no había tiempo para dedicar a su
detención, eso sería algo que harían después
de aquella deseada boda, sin embargo,
RÓMULO
196 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
ahora era obligada atención la que les
exigía el caso.
Conociendo la mente criminal, del que creía
Rómulo, el comisario Fonseca temía que
aquel bastardo pudiera lograr hacerle un
daño irreparable a su hija, por lo que no
dudó un instante en poner en práctica la
detención de éste.
Después de dar orden al doctor Leving a
través de su emisora de radio, del lugar
donde se encontraba (la puerta de la
iglesia), de que se personase en el club de
golf, él mismo condujo su coche después de
activar los sistemas de emergencia visuales y
auditivos hacia el club, era el lugar por
donde debía comenzar a buscar al
desaprensivo de Rómulo, quizás no lo
encontrase allí, pero lograrían los
suficientes datos como para localizarlo. Allí
tendrían su dirección, conocerían los
suficientes detalles sobre Rómulo como para
localizarlo y poderlo detener, así teniéndolo
RÓMULO
197 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
frente a él, le obligaría a confesar su
crimen, tal vez si no era por las buenas,
sería por las peores, pero lo haría, no podía
consentir un minuto de sufrimiento más del
rigurosamente necesario en la persona de su
hija.
En aquellos mismos momentos, a la vieja
casona al final de aquel camino de monte,
en las sierras que circunvalaban el valle
donde se encontraba la capital del estado,
arribaban los tres compinches de Rómulo,
en un ruidoso jolgorio jaztándose entre
bromas y grandes carcajadas de sus actos.
Allí en el salón principal y, sobre la mesa
del comedor y atado sus cuatro
extremidades a las cuatro patas de la mesa,
se encontraba el doctor Raúl Martínez, tal y
como aquellos bandidos lo dejaran, ahora
sólo debían de esperar las órdenes de su
jefe, el diabólico Rómulo.
Todo cuanto él ordenó había salido a pedir
de boca, por lo que no era necesario ponerse
RÓMULO
198 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
en contacto con él según sus órdenes bajo
ningún concepto, sería Rómulo el que daría
señales de vida si era necesario un cambio
de planes o, algún matiz dentro de los
mismos, mientras tanto algo así no
ocurriese, aquello sería unas tranquilas
vacaciones o, un bonito paseo por el campo,
pues nadie se ocuparía de ellos ni del doctor
Raúl Martínez, ya que aquel secuestro era
un secuestro no cometido, al estar su jefe
suplantandolo, nadie lo echaría de menos
en su vida social.
Aquello ya fue sopesado con anterioridad en
aquella reunión donde tramaron el
secuestro, pues Rómulo conocía de sus días
de asueto, y socialmente podía reemplazarlo
perfectamente, y el que fuera avisado para
alguna operación urgente, era algo casi
improbable, y si eso sucedía en contraria la
forma de eludir, o dar esquinazo a su
obligación como cirujano, pues ahí no podía
RÓMULO
199 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
competir con su brillante hermano y sería
descubierto.
En el club de golf, el "doctor Martínez"
ponía en práctica sus mejores golpes entre
aquel destacado grupo de amigos, en donde
podía observarse a un prestigioso banquero
de la ciudad, el teniente alcalde de la
misma y, un exitoso comerciante de la
provincia entre otros.
En esa plácida partida de golf se
encontraba como digo el "doctor Martínez",
cuando fue asaltado sin ningún tipo de
miramientos por el doctor Leving y el
comisario Fonseca que le hacían saber su
detención y el motivo de la misma, a la vez
que, el doctor Leving le leía sus derechos
como ciudadano, algo que parecía no caer
de sorpresa al "doctor," a juzgar por su
sonrisa.
RÓMULO
200 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Aquello parecía esperarlo, tal vez su
detención formaba parte de su macabro
plan contra el viejo comisario, que lo
detenía convencido de haber logrado coger
al autor de aquellos crímenes que en
aquellos instantes le imputaban.
Ya en comisaría, el "doctor Martínez"
exigía la presencia de un abogado que lo
defendiese, por lo que solicitaba la
obligación de Fonseca a permitirle la
ineludible llamada telefónica a la que tenía
derecho como detenido, algo a lo que
Fonseca no pudo poner ningún
impedimento.
Poco después, aquel abogado que el
detenido llamase se personó en las
dependencias policiales, lo que dio lugar a
que, primero, el detenido tuviese la
obligada reunión con el abogado para
ponerlo al corriente de aquello que debía
argumentar según la versión del detenido, y
RÓMULO
201 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
sólo después, tuviera Fonseca la
oportunidad de interrogarlo.
En el interrogatorio y a las preguntas de
Fonseca, el detenido tanto contestaba
aquello que le interesaba, como lo hacía con
alguna evasiva ó sencillamente callaba, algo
que su abogado apoyaba avalado por algún
artículo o vericueto legal, que ponían a
Fonseca entre la espada y la pared, pues en
realidad el viejo policía, prueba fehaciente
de aquello que le imputaba, por muy seguro
que estuviera de sus fechorías, no tenía.
El no contar con prueba alguna que lo
incriminase, Fonseca comprendía que era
muy probable que se viese obligado a
soltarlo ante el acoso legal o no legal del
letrado, eso hizo que buscase desesperada y
mentalmente una salida para su propio
encierro político, ese punto tan conflictivo
entre ley y justicia.
Su mente especialmente castigada en esos
últimos días por aquel criminal, y aún
RÓMULO
202 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
sensiblemente abrumado y conmocionado
con el caso de su hija, al tiempo la que
tenía especialmente, recogido como digo, su
mente a la figura de la anterior víctima, de
aquel satánico delincuente que tan difícil se
lo ponía, eso hizo que antes de agotar el
tiempo de aquella detención o de verse
obligado a soltarlo por la presión de aquel
ladino abogado, quisiera que aquella bella
modelo de las pasarelas pudiera reconocerlo
si ya se encontraba en disposición de poder
abandonar el hospital, aquello posiblemente
haría, que aquel delincuente no saliese ya
de comisaría.
Si era reconocido por aquélla a la que
secuestró desmontaría cualquier coartada
que pudiera tener el criminal para evadir
su responsabilidad.
Sí, tanto él, el detenido, como su abogado,
aludían a unos hechos claramente
demostrables, en donde el doctor Martínez
había participado, era imposible que aquel
RÓMULO
203 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
sujeto que llamaba Fonseca Rómulo,
pudiera ser aquel que tenía frente a la
mesa, un doctor de prestigio, una persona
cívica y humana, pero aquello a Fonseca
parecía no decirle gran cosa, tal vez el
apodo Rómulo era el de la personalidad
agresiva y cruel que se escondía detrás de
una piel de cordero.
Su nombre podía ser Raúl Martínez en
efecto, pero aquel hombre aparentemente
culto, aseado, con una vida social y laboral
impecable, también podía ser un
irrefrenable paranoico asesino, pues una
doble personalidad enfermiza quizá podría
explicar muchas cosas, entre otras, la
dificultad de Fonseca ha demostrar la más
mínima prueba contra él, pero aún y así
reconocía el comisario, nadie puede estar en
dos sitios a la vez y, demostraría o, al
menos intentaría demostrar, que a la hora
exacta de cometer el secuestro de la modelo
no pudo estar el tal doctor en ningún otro
RÓMULO
204 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
lugar, ni reuniones, ni operaciones ni
consultas, ni en ningún sitio, por eso era
vital la presencia de la joven en aquella
sala colindante, en ese observatorio donde a
través del espejo podría ratificar sus
sospechas, a partir de ahí si no era obligado
a declarar por su abogado, ya pensaría la
forma de que aquel criminal de mirada
desafiante le dijese de un modo o de otro, el
sitio donde mantenía retenida a su hija, a
su querida y muy amada hija.
Con la impotencia reflejada en el rostro,
Fonseca salió de aquel frío despacho
dejando a su ayudante el doctor Leving con
ellos, que sería el encargado de retardar el
máximo tiempo posible la puesta en
libertad del "doctor Martínez" y su
avispado abogado, mientras, Fonseca
trataría de localizar a la modelo y llevarla
a comisaría, pero antes de salir dio unas
escuetas y precisas órdenes a algunos de sus
RÓMULO
205 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
subordinados que en aquellos momentos se
ocupaban de asuntos varios.
Todo aquello que hicieran seguía relegado a
segundo lugar, todos debían centrar sus
pesquisas en la investigación relacionada
con su hija, había que hallarla cuanto
antes, y sus esfuerzos debían centrarse en
descomponer aquella posible coartada de
Rómulo... o, "doctor Raúl Martínez", como
se llamase, por lo que, prestos a servir a su
jefe y a la justicia, los teléfonos comenzaron
a moverse, otros personalmente debían
visitar aquellos lugares donde el "doctor
Martínez" dijo haber estado y hablar con
todo aquel que pudiera justificar su
coartada, de alguna forma había que
conseguir situarlo en el lugar, al menos del
primer secuestro, porque Fonseca había
podido comprobar que al menos en el de su
hija, era evidente que no pudo ser él, al
encontrarse en el club de golf entretanto se
cometía el atropello con él, el doctor Leving
RÓMULO
206 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
y el secuestro de su hija, pero aquello
tampoco le hacía desistir en su
convencimiento, pues también podían haber
actuado hombres mandados por el, y eso sí
habría que demostrarlo de algún modo.
Después, su coche, esta vez sin luces ni
sirenas de emergencia, serpenteaba las
avenidas y calles de la ciudad en dirección
norte, en donde se encontraba el hospital
que buscaba, y donde permanecía la
exuberante rubia de las pasarelas.
Allí no pudieron atender a su
requerimiento, pues la chica había sido
dada de alta con anterioridad, sin embargo;
consiguió un dato muy valioso: su dirección.
Confiando encontrarla en su casa, volvía a
arrancar el coche policial, algo nervioso a
juzgar por su rapidez y la puesta en
funcionamiento de aquellas señales de
emergencia que le facilitarían la conducción
y su rápida llegada a aquella casa, tal vez
comprendía que pudiera ser obligado el
RÓMULO
207 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
doctor Leving a soltar a aquel escurridizo
hijo de Satán.
En esta ocasión tuvo suerte Fonseca, al
encontrar la chica en primer lugar, y
posteriormente comprobar la dócil y
perfecta disposición de la joven a ayudarle
en aquello que Fonseca pretendía.
Si no era obligada a mirarlo cara a cara
para preservar su seguridad, ella parecía no
tener inconveniente en señalarlo como
culpable si así era.
Pocos minutos después en la sala de
reconocimiento o, observatorio como
figuraba en el rótulo de la puerta de
entrada, la bella joven conducida por
Fonseca pudo ratificar la sospecha de éste,
aquel hombre que era interrogado por el
doctor Leving, era sin lugar a ninguna
duda, aquel que la retuvo en contra de su
voluntad, la introdujo en el saco de
lavandería y la secuestró... bueno unos
individuos que iban con él, también a cara
RÓMULO
208 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
descubierta y, que posiblemente también
pudiese reconocer si tenía la oportunidad de
hacerlo, aunque... aquel pelo no era el que
llevaba, ni iba vestido tan de sport, el traje
era un bonito e impecable smoking que
desentonaba con su media melena, ese pelo
que le descansaba sobre los hombros
dándole un aire más amenazador, más
coaccionante y sugestionador, pero aquello
era algo a lo que el comisario Fonseca no
parecía darle mayor importancia, tanto si
era su verdadero cabello, como si se valía de
alguna peluca, aquello podía tal vez
despistar, pero no verificar, que fuera otra
persona. Aquello sólo le decía que pudiera
ser esa una maniobra más de los trucos
empleados por aquel hábil delincuente, que
además no evitaba ocultar su rostro, ese
rostro tan peculiar como el que tenía.
Era él, no cabía la menor duda, ahora
debía detenerlo.
RÓMULO
209 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
¡Cuán equivocado estaba el experimentado
policía!
Una decepcionante tristeza le invadió,
cuando alguno de sus hombres le
comunicaba la firme y contundente
coartada del "doctor Raúl Martínez".
En el hospital los informes dados a los
agentes, fueron que el doctor Martínez el
día y a la hora señalada del secuestro, se
encontraba en quirófano con todo su equipo
practicando una operación, atendiendo una
urgencia de accidente de circulación,
aquella chica con el rostro desgarrado por el
impacto.
Su intervención al simultanear la operación
propiamente dicha, con la plástica, duró
varias horas, lo que hacía sencillamente
imposible que el doctor Raúl Martínez se
pudiera encontrar en aquellos momentos en
otro lugar, era evidente.
El número de personas, el convencimiento
certero y alto status social de aquellos que
RÓMULO
210 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
habían compartido las horas referidas por
los agentes, no dejaba lugar a dudas, el
doctor Martínez había disfrutado con sus
amigos una divertida partida de billar,
anteriormente, aquel reducido grupo de
personalidades habían completado la
partida de golf y después degustaron una
exquisita cena en el propio comedor del
club, en el secuestro de su propia hija, lo
que tiraba por tierra las intenciones de
Fonseca de desbaratar cualquier coartada
que pudiera tener el tal "doctor", algo que
no comprendía.
¡Cómo aquella chica lo señalaba como su
raptor, y sin embargo estaba en otro lugar!
Ante su propia incredulidad y después de
señalarlo como único autor, no sólo de los
raptos, sino del asesinato de cuatro de sus
hombres y aquel abultado historial del que
disponía sobre su mesa... después de
intimidarlo delante de su abogado, que
exigía su inmediata liberación ante la falta
RÓMULO
211 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
de pruebas, Fonseca se vio obligado a
ponerlo en libertad ante los también
atónitos e incrédulos ojos del doctor Leving,
conocedor de las sospechas de su superior,
sospechas que compartía y avalaba.
La maliciosa y sátira sonrisa en los labios
de aquel que salía con el letrado, el "doctor
Martínez", hacía, que las entrañas le
doliesen como si un perro rabioso tratase de
arrancárselas de cuajo a feroces mordiscos,
pero sabía que no podía hacer
absolutamente nada, hasta no conseguir
alguna prueba firme contra aquél cínico y
descarado criminal.
También para la hija del comisario Fonseca
el tiempo corría amenazador, aquel día era
el día anterior a la voladura y demolición
de aquel edificio cercano a la zona
RÓMULO
212 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
pantanosa, aquel edificio abandonado en
aquellos instantes estaba siendo perforado,
todos y cada unos de sus pilares maestros
por unos oficiales expertos en este tipo de
derribos. Unos horadaban los pilares
maestros, mientras que tras ellos, los
expertos en explosivos ponían determinadas
cargas de dinamita, el edificio debía
desplomarse hacia un lado de terminado,
por lo que en dicho lado, al reloj que
determinaría el instante de la deflagración,
se le programaba con algunos segundos
menos que al resto.
Mientras todo esto ocurría, quizá por el
ensordecedor ruido de los martillos
perforadores contra el hormigón, arriba en
el cuarto piso y encerrada bajo llave en
aquella pequeña alacena, la hija del
inspector trataba desesperadamente de
hacerse notar, algo que le resultaba
sumamente difícil dentro del saco de
RÓMULO
213 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
lavandería, atada y amordazada como
estaba.
Por supuesto que ninguno de aquellos
hombres. Ni tan siquiera podían sospechar
nada en absoluto, incluso aquel agente
municipal que se encargaba de revisar el
edificio antes de acordonarlo, pudo
sospechar lo mas mínimo.
Si algún leve ruido pudo hacer la chica,
sería absorbido por los martillos y
compresores movidos por unos generadores
de gasolina, por lo que el ruido, era un
ruido considerable.
Al final de la tarde la malograda novia
pudo notar, cómo se volvía a hacer un
silencio casi sepulcral, las máquinas
callaron y el estremecedor silencio, le
hicieron comprender que fuera había caído
la noche, algo que la aterraba.
De aquella situación, tantas horas de
cautiverio ciego, totalmente a oscuras,
temía que tampoco en el transcurso de la
RÓMULO
214 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
noche pudiera recibir ninguna atención de
nadie, por lo que sus peores temores se
apoderaron de ella, únicamente podía
encomendarse a la divina providencia y
rogar a Dios para que su padre como buen
policía, lograse rescatarla de aquel encierro
antes de que pudiera ocurrirle algo malo.
No podía sospechar en el lugar donde se
encontraba, pues fue llevada allí dentro de
aquel saco, pero el ruido de aquellas
máquinas que minutos antes habían
callado, le hacían temer por su vida,
máxime sin sentir un ser, ni humano ni
animal a su alrededor, eso le hacía pensar
que había sido abandonada a su suerte,
pero... ¿Cuál sería su suerte?
El día más feliz posiblemente de su vida se
había convertido en una horrible pesadilla
de la que deseaba despertar, algo que por
desgracia no ocurriría, pues, aquella
situación era terriblemente real.
RÓMULO
215 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Fuera, dos vigilantes eran los encargados de
no permitir la entrada a aquel edificio a
ningún alma viviente, una vez colocado los
explosivos había que preservar, tanto las
cargas explosivas que no fueran robadas o
manipuladas, como la posible entrada al
inmueble de algún vagabundo que pudiera
buscar un abrigo para pasar la noche.
Una vez revisado el edificio y comprobado
su total desalojo, todo estaba a punto para
su derribo al día siguiente y, en aquellas
condiciones que quedó la casa debía
continuar hasta su voladura, orden que
daría la autoridad competente en aquella
materia a los especialistas.
Mal parecía que tenía las cosas aquella
bonita muchacha, hija de Fonseca,
aunque... podríamos decir que ni ella ni su
padre, era conscientes de la terrible
tragedia que se cernía sobre la muchacha.
Por supuesto que a Fonseca, tampoco
Rómulo dio detalle alguno para que
RÓMULO
216 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
pudiera sospechar algo así, era evidente que
el endiablado Rómulo, esta vez y con su
hija, quería ponerlo al límite, aún no le
había llamado nadie para corroborar la
autoría del secuestro ni de las pretensiones
que pudieran tener aquéllos que la
retenían.
Una cosa parecía clara, después de ver el
comportamiento cínico y desafiante de
Rómulo al dejar que el viejo lo detuviera, si
era retenido más tiempo del debido, su hija
habría muerto aplastada por toneladas de
escombros bajo aquel edificio y, si no era
así, tal vez le daría alguna oportunidad de
salvar la vida de esa hija tan querida para
él.
Aquella noche después de su puesta en
libertad, Rómulo le daría un ultimátum al
viejo cascarrabias.
A través del teléfono móvil, Rómulo le ponía
al corriente de sus intenciones, algo que
dudosamente podía comprender Fonseca.
RÓMULO
217 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Aquella enfermiza fijación por hacerle
daño, había conseguido su objetivo, aquello
que pretendía hacerle a su hija le hacía
sufrir más que si se lo hacían a él mismo,
sentía una terrible impotencia ante las
pretensiones de aquel maníaco asesino,
aquel endiablado joven a pesar de sus años
de experiencia como agente, y de su
preparación mental, conseguía volverlo
loco. ¿Qué querría decir con aquel breve
mensaje telefónico donde le daba veinte
horas para encontrar a su hija?
"Tienes veinte horas, o eso... o. .. ¡Boom!
¿O eso, o boom? ¿Sería capaz aquel canalla
de matar a su hija así?
Pensando en sus agentes, aquellos
desinteresados hombres que defendían la ley
y la justicia, cuando trataban de detener al
hombre que dio por teléfono lugar a ser
detectado, y posteriormente quisieran
detenerlo, algo que les costó la vida a cuatro
padres de familia, le hizo comprender
RÓMULO
218 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
claramente que aquel desquiciado demente,
sería muy capaz de hacer que su hija
corriera la misma suerte.
¡Su pobre hija! Aquello le atenazaba tanto
el corazón, que no pudo ni tan siquiera
replicarle a aquel que creía Rómulo al otro
lado de la línea.
El coraje y la ira contenida, hicieron que su
mandíbula se apretase con fuerzas para
contener aquellos ojos vidriosos que
intentaban exteriorizar el amor del padre,
con dos sentidas y ardientes lágrimas, algo
que provocó que, aquel móvil por el que
ollera aquel terrible ultimátum, como
queriendo repeler el ataque psicológico al
que le sometía aquel criminal, fuera
estrellado contra la pared, como si con
aquello su subconsciente quisiera destrozar,
o bien el desatino de la situación de su hija,
o bien a aquel que lo engendró.
Al otro lado Rómulo pudo darse perfecta
cuenta del desesperante estado psicológico
RÓMULO
219 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
de Fonseca, lo que le producía una especial
satisfacción y, su más cínica y maliciosa
sonrisa aparecía sobre su rostro, mientras
cortaba la comunicación del móvil que
sujetaba con su derecha y a la vez que
aspiraba una fuerte bocanada de humo de
aquel pitillo rubio extranjero que sujetaba
con la izquierda, reclinado sobre aquel
cómodo sillón en la bonita casa del doctor
Martínez.
En comisaría, Fonseca dialogaba con su
ayudante, el doctor Leving, visiblemente
preocupados sobre la suerte que podría
correr su hija en manos de aquel loco
asesino.
Tanto uno como otro, estaban convencidos
de que con aquello que les dijo por teléfono
no podrían hacer nada... aquello no era
pista alguna para encontrar a su hija,
podría encontrarse en cualquier parte de la
ciudad, con alguna carga explosiva cerca, e
incluso en su propio cuerpo, algo que
RÓMULO
220 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
maldecía y lamentaba Fonseca. Sin
embargo las cosas parecían agravarse en
aquellos instantes, uno de sus hombres le
hacía saber, el lugar donde había sido
localizada la camioneta negra utilizada en
el secuestro de su hija.
Y a quinientos kilómetros de la capital del
estado, y sobre un vagón remolque en espera
de que alguien fuera a recogerla, cosa que al
no ocurrir fue revisada por personal de los
ferrocarriles, encontrándose en su interior,
una nota elaborada con recortes de
periódicos, donde los delincuentes habían
dirigido a la policía un mensaje aludido al
secuestro, cómo y donde, terminaba la nota
con un "feliz Navidad"
Aquello hizo pensar al doctor Leving, que la
nota posiblemente pertenecía a aquél o
aquéllos que secuestraron a la exuberante
modelo y, estaba claro que a su propia hija,
además hizo partícipe de sus temores al
desesperado padre, de que tal vez su hija
RÓMULO
221 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
podía encontrarse en cualquier parte del
tramo recorrido por el tren, entre la capital
del estado y aquella ciudad donde había
sido hallada la camioneta, aquel
delincuente se lo ponía sumamente difícil.
Aquella noche fue terrorífica, tanto para la
bella novia en su cautiverio, como para su
padre el comisario Fonseca que trataba de
desgranar aquel abultado historial de
Rómulo, a la vez que movilizaba
prácticamente a toda la plantilla de agentes
a su servicio, encomendándoles unos puntos
estratégicos para él, donde pudiera haber
sido bajada, bien por grado o a pie, o bien
a la fuerza en algún paquete, caja, cosaco,
mueble o cualquier otro objeto donde una
persona pudiera esconderse.
En todas aquellas estaciones debían
asegurarse, y contemplar la posibilidad de
que pudieran haber visto a la chica o a
alguien sospechoso que pudiera llevarla.
Algo insólito y dificultoso, pero debía
RÓMULO
222 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
sopesar cualquier pequeña posibilidad, por
pequeña que fuera, en cualquier estación
del recorrido, entre tanto él y el doctor
Leving, desmontarían la ciudad pieza por
pieza si fuera necesario, pero... ¿Por dónde
comenzar?
No podían dedicar un tiempo tan valioso a
vigilar todos y cada uno de los pasos de
aquel que sospechaban, el tal Rómulo, o
doctor Martínez, Raúl Martínez, como se
llamase, pues la noche es corta y los pasos de
aquel que creían culpable del rapto, quizá
no les dijese mucho, posiblemente no daría
ningún paso en falso, pero eran horas que
debían usar, nunca se sabe, lo que hizo, que
a la mente del doctor Leving viniese una
reflexión: si no hacía ningún movimiento en
falso esa noche, tal vez alguna llamada
telefónica de entrada o de salida de la
vivienda del doctor Raúl Martínez, pudiera
arrojar algo de luz en el asunto, algo que
aprobó el desesperado Fonseca, entretanto
RÓMULO
223 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
él ocuparía esas primeras horas nocturnas
en otro lugar, en el club de golf, intentaría
conocer al máximo a su empecinado
enemigo, ese retorcido doctor Martínez, era
esencial e imperante desenmascarar su
doble personalidad, quitarle aquella piel de
cordero que envolvía al lobo sangriento y
criminal que llevaba debajo, era cuestión de
horas el que su adorada hija pudiera perder
la vida, a esas alturas conociendo a la
perfección los crímenes de Rómulo, no le
cabía la menor duda de que aquel criminal
no le temblaría el pulso a la hora de
matarla. Si era hacerlo sufrir, hacerle daño,
había elegido la mejor forma de hacerlo,
aquello era más que atentar contra su
propia vida.
Mientras el doctor Leving se encargaba de
aquello que propuso, intervenir el teléfono
de aquella casa, alguna unidad de
seguimiento y escucha por satélite escaneaba
la zona tratando de recoger incluso, alguna
RÓMULO
224 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
llamada de móvil con antenas direccionales,
el comisario acudía al lugar donde esperaba
recabar alguna información de aquel
"doctor".
Allí en aquella selecta y escogida clientela,
se encontraban prácticamente los mismos
socios que acudían a diario a las tertulias y
juegos sociales, donde tanto unos, como
otros, intercambiaban opiniones, unos sobre
la política actual y sus contrapuntos,
proyectos urbanísticos y mejoras
ciudadanas, movimientos de las diferentes
bolsas mundiales y sus repercusiones en la
nacional por importaciones y exportaciones,
etcétera... otros sencillamente se dedicaban
a discutir sobre distintos juegos donde eran
rivales, cómo podía ser el golf, donde todos
parecían ser los mejores, nadie se
consideraba un perdedor, sino que ésos eran
los demás.
Allí en aquel distendido ambiente, el
comisario Fonseca debía seleccionar aquella
RÓMULO
225 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
o, aquellas personas que pudieran darle
aquella información que solicitase del
"doctor Martínez", pero que pudiera
entenderse con él, pues a pesar de ser el jefe
de la comisaría, jefatura número cinco, era
un hombre, al que los tecnicismos y la
complejidad en la dialéctica le resultaban
de lo más empalagoso, él era un hombre
sencillo, y pretendía tener en el diálogo
alguien así, alguien al que pudiera hacerse
entender, y pudiera entenderlo a la vez.
Eso sería algo complicado en aquel círculo,
aquellas personas eran gentes complicadas,
banqueros, empresarios, políticos, gentes
con unos enrevesados tejes manejes... sin
embargo. tampoco era tan difícil aquello
que pretendía, se auto convenció él mismo.
La noche se presentaba muy larga y pesada
para unos, y terriblemente dolorosa y
temida para otros.
Allí en aquel furgón camuflado aparcado no
lejos de la vivienda del doctor Martínez, el
RÓMULO
226 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
doctor Leving y otro agente, un
experimentado profesional informático,
después de intervenir el teléfono fijo a
través de la obligada compañía telefónica, y
derivar éste hacia el equipo de seguimiento,
ellos por su parte rastreaban sin cesar la
zona con el radar auto direccional,
intentando localizar una posible onda que
pudieran aprovechar en sus investigaciones,
algo que se hacía esperar, sólo de vez en
cuando alguna interferencia de algún otro
ciudadano pasaba por la pantalla del
escáner, algo que casi les perjudicaba, pero
era inevitable.
Después de unas horas de tensa y
esperanzadora espera, su trabajo, y aquella
intuición que tuviera el doctor Leving,
parecía darle resultados, una llamada
saliente de aquella casa, hizo que su
atención fuera más aguda y rápidamente
tratase de escasear y filtrar, aquella
llamada sospechosa.
RÓMULO
227 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
En efecto, aquel "doctor Martínez" se ponía
en contacto con alguien a través de su móvil
y desde la casa.
Por desgracia, aquella llamada fue hecha a
otro móvil que podría encontrarse en
cualquier parte, parecía hablar con alguno
de sus secuaces, eso era evidente, pero sólo le
ordenaba Rómulo, que se asegurase horas
más tarde, al día siguiente, de que la chica
moría, algo que prácticamente no podía
decirles nada, ni donde se encontraba, ni
siquiera si era la chica la que llevaba el
explosivo, o incluso si aquel sujeto pudiera
ser el encargado de activar la carga
explosiva a la que se referían, sólo les
verificaba una cosa, aquél que daba tan
macabra orden, era en efecto Rómulo,
doctor Raúl Martínez o como diablos se
llamase, pues era desde la casa, y él en
persona, el que recibía en los auriculares
del escáner, sin embargo el doctor Leving
comprendía que a pesar de aquella
RÓMULO
228 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
llamada, estaban como al principio, sin
poder detener al "doctor Martínez" a pesar
de aquella llamada, eso sería algo
sumamente fácil de desbaratar por su
abogado, tal vez aquella pequeña
grabación, unida a lo que su jefe el
comisario Fonseca o, alguno de sus colegas
dispersados por aquéllas estaciones de
ferrocarril, pudieran acaso conseguir, algo
tan consistente como para detenerlo y
hacerlo confesar.
No era mucho, pero al menos tenía el
convencimiento firme y seguro de vigilar al
auténtico criminal frío y calculador y, a
pesar de las pocas horas de las que
disponían, quizá el éxito de aquella
operación estaría en el grado de acoso al
que se le sometiese o esforzase a estar a ese
granuja de "doctor".
Pensó Leving que, ahora que estaba
localizado lo detenían de nuevo y lo
sometían a un exhaustivo interrogatorio,
RÓMULO
229 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
podrían hacerlo confesar, o eso, o sacar
alguna conclusión lógica en la
investigación, eso hizo que intentara
comunicarse con Fonseca allí donde sabía
que se encontraba, para que diera orden de
volverlo a detener, pues cuanto menos horas
faltaban para aquel fatal suceso, más
temerosos estaban todos de que aquél
maníaco y obsesivo criminal pudiera salirse
con las suyas.
Aquella noche que tan aterradora estaba
transcurriendo para todos... La joven novia
en su temido encierros sin ser consciente del
peligro real que corría su vida, en el más
profundo de los silencios, el pánico y la
soledad, la hacían llorar
desconsoladamente.
El doctor Raúl Martínez tan atónito como
acongojado, pues a pesar de su insistente
interés en conocer el motivo por el cual le
retenían, todos sus esfuerzos habían sido
inútiles, aquellos delincuentes que tenía por
RÓMULO
230 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
carceleros se habían mostrado totalmente
reticentes al hecho de decírselo. También él
mostraba una profunda inquietud y
preocupación por su suerte.
¿Querrían dinero? ¿Pretendían pedir algún
tipo de rescate por él? O. .. ¿Correría peligro
su integridad física con aquellos que tan
apartados se mantenían?
Viendo la manera de comportarse, sus
bravuconadas, como se divertían a su costa
y, como bebían, seguro que pensaría que
nada bueno podía esperar de aquella
calaña que lo mantenían maniatado de
aquel modo sobre la mesa del comedor de
aquella casa, con sus extremidades atadas a
las cuatro patas de la mesa.
Por otro lado el comisario Fonseca
buscando desesperadamente cualquier tipo
de información que le llevase a encontrar a
RÓMULO
231 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
su querida hija... En el club de golf, a pesar
de haber intentado recabar el más mínimo
detalle que le hiciera pensar en la
posibilidad de situar a Rómulo o, al doctor
Raúl Martínez, lo que para él era lo mismo,
eran la misma persona, estaba convencido,
pues a pesar de haberlo intentado con
varios de sus más allegadas amistades, no
había logrado nada en absoluto, todos
coincidían en sus versiones aquel sujeto, en
los días y horarios por los que se interesaba
Fonseca, cuando sucedieron los hechos,
había estado en todo momento localizable,
con unas coartadas perfectamente
demostrables, incluso aquella llamada al
servicio de urgencias del hospital fue
decepcionante para él, cuando el secuestro
de la modelo, y el asesinato de sus cuatro
hombres también, había intervenido a una
chica joven en cirugía.
RÓMULO
232 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
¿Qué era lo que le fallaba? Se preguntaba el
buen comisario... claro que volvía a
justificarse él mismo sus sospechas,
argumentándose que aquel equipo te
truhanes que tenía a sus espaldas el "doctor
Martínez", posiblemente serían las manos
ejecutoras, tal vez el, sólo sería el cerebro,
pero era ahí donde quería llegar, agarrando
la cabeza de la serpiente, el resto del cuerpo
vendría detrás, pero sin ningún riesgo ni
posibilidad de hacer ningún tipo de daño.
Rómulo Martínez era el que sin sospechar
que era estrechamente vigilado por el doctor
Leving, se encontraba más tranquilo, todo
aquel embarullado tinglado que había
ideado aquel diabólico cerebro, parecía
darle una satisfacción absoluta, estaba
convencido que todo saldría como esperaba,
aquella noche nadie le molestaría como
doctor Raúl Martínez, y sabía que el viejo
policía jamás sospecharía quién era en
realidad y, tratar de coger en algún
RÓMULO
233 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
renuncio delictivo a su brillante hermano,
era del todo imposible, aquella seguridad le
hizo acercarse al mueble bar, y después de
coger un baso ancho y fino con fondo grueso
y macizo, depositó dos cubitos de hielo en su
interior, para después vaciar parte del
contenido de aquella añeja botella de
whisky en su interior, y terminar por
levantar el vaso frente a una fotografía del
verdadero doctor Martínez, y brindar él
sólo con un "a tu salud, querido hermano".
Después se reclinaba pesadamente sobre el
sofá, no sin antes conectar aquel caro
equipo de música que decoraba el rincón
del salón.
Su extremada frialdad le permitía aquella
relajada despreocupación por todo aquello
que se gestaba no muy lejos de allí, y a
sabiendas que podía ser controlado, si no
por el viejo, por alguno de sus perros,
prefirió no salir aquella noche de casa, pues
tampoco hacía falta, lo tenía todo bien
RÓMULO
234 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
atado, aquello le produjo tal relajación que
su mente con esa fijación obsesiva que tenía
por perjudicar al viejo policía, le traía las
imágenes de un pasado próximo, cuando
recién salido del reformatorio, de sus
primeras fechorías al sentirse en libertad en
una ciudad como aquélla, grande y abierta
a todo, especialmente a lo que mejor
adaptado estaba él, a la libertad absoluta,
a la anarquía total, al frenesí y el
desenfreno más absoluto, así se sentía
superior, diferente, "Dios".
Recordó cómo en cierta ocasión en la zona
de marcha juvenil, en un ambiente donde el
que más y el que menos ya llevaba su ración
de éxtasis en el cuerpo y, donde el alocado
baile era sólo apagado por la estruendosa
música, después de algunos combinados de
ron, su desaforado deseo carnal hizo que sus
ojos se fijasen en aquella chica tan
especial.- Lástima que estuviera
acompañada- le pasó en primer lugar por la
RÓMULO
235 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
cabeza, pero aquello sólo fue un relámpago,
porque sin pensárselo cogió a la chica del
brazo, como cogiendo algo suyo, como hacía
con todo, e intentara bailar con ella.
Aquel novio suyo ese día más le habría
valido haberse estado quieto y callado,
porque el defender a su chica le costó muy
caro.
Al intentar el chico hacerle comprender a
Rómulo que aquélla era su chica, le estrelló
el vaso del combinado sobre su nariz que,
casi al instante brotó como una fuente de
manantial rojo púrpura tiñendo
aparatosamente su camisa, su impecable
camisa.
Aquella nariz rota fue el preludio, pues sin
pronunciar una sola palabra, y
aprovechando esos instantes donde el joven
se sentía aturdido por tan rápido y
sorprendente golpe, lo volvió a coger por el
cuello, para sujetarlo fuertemente con su
poderosa mano derecha por el testuz y
RÓMULO
236 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
estrellar su cabeza contra la barra de acero
niquelado que bordeaba el mostrador del
bar, y hacer que toda la dentadura central
del joven se arrancase de cuajo, dejando a
la vista unos labios machacados y rotos por
el impacto.
El lógico revuelo de los jóvenes que segundos
antes tan animadamente bailaban, al
comprobar semejante atrocidad, hizo que
Rómulo desistiera de aquella idea que tuvo
y, con un fuerte empujón también a la joven
chica la lanzó contra el suelo, para
abandonar el lugar por temor (si es que
tenía miedo de algo), a que pudiera ser
detenido por algo como aquello que
consideraba él tan simple.
Nunca supo si en aquella ocasión alguien
pudo dar alguna información o
característica suya, pero tampoco le importó
jamás, el grado de rebeldía de Rómulo
estaba por encima de aquéllas pamplinas.
RÓMULO
237 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Reclinado, casi acostado, con los pies en el
sofá, Rómulo daba un sorbo a su vaso de
whisky y se encendía un pitillo de aquellos
extranjeros que fumaba, ahora se estaba
dando cuenta que su hermano no fumaba,
por más que sus ojos buscaban un cenicero
no lo encontró, aquello era algo que le
chocó, debía tener mucho cuidado con
aquello, aunque siempre le quedaría el
recurso de explicarse diciendo, que
empezaba a hacerlo, pero como recurso
nada más, de ser descubierto ese detalle por
alguien, bien fuese por sus conocidos, en ese
caso los conocidos de su hermano, o bien
que le llamase la atención a aquel viejo
policía y empezase a sospechar algo.
Volvió a cerrar los ojos para divagar de
nuevo...
Ahora recordaba cómo en aquel orfelinato y
rodeado de monjas a las que le hacía la
vida imposible, tanto a las hermanas como
a la madre superiora... ¿Cómo se llamaba?
RÓMULO
238 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
¡Ah, sí! Madre superiora, sor Angélica, si
Angélica... pobre mujer, no sería un ángel,
pero si fue una mártir en las manos de
Rómulo, ese chico incorregible del que no
podían deshacerse, al que nadie quería
tener cerca y menos viviendo bajo su mismo
techo.
Un día, y dominando a todos sus
compañeros como lo hacía, Rómulo vio la
forma de castigar a ese compañero suyo algo
más rebelde que los demás, ese chico que
alguna vez parecía haberle plantado cara,
había osado contradecirle y aquello debía
castigarlo, Rómulo siempre pretendió ser el
gallo del gallinero, y que nadie le
contradijera y mucho menos tenerlo como
rival en cualquier cosa.
Esa era la ocasión que Rómulo escogió para
demostrarle a aquel chico, quién era el que
mandaba en aquella casa de Dios, qué más
que de ellos parecía del diablo.
RÓMULO
239 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Cuando las hermanas apagaron las luces y
ordenaron dormir tras sus rezos nocturnos
(más bien al atardecer), y ellas se retiraban
a sus celdas respectivas, poco después y
cogiendo por sorpresa a aquel chico que
intentaba dormir, le tapó la boca con sus
propios calcetines para evitar que pudiera
gritar, y llevarlo casi a rastras hasta la
pequeña capilla donde las hermanas
oficiaban las misas y, valiéndose de una
cuerda que anteriormente había escondido,
la lanzara por encima de aquel crucifijo
donde Cristo permanecía crucificado, y
atando a aquel chico por la cintura, se
subiera después a aquella zona del retablo
que le permitía izarlo y, a pesar del pataleo
y la dificultad que le ponía, consiguiera
crucificarlo.
Por suerte para aquel niño, Rómulo sólo
pensó en atarlo a la Cruz igual que estaba
Cristo, no clavarlo, y allí amaneció cuando
RÓMULO
240 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
las hermanas comenzaron a juntarse a las
cinco de la mañana para sus rezos y sus
gracias a Dios.
El chillido de aquella hermana que tan
tranquila y descuidada entraba a la capilla
con su rosario entre las manos, despertó a
Rómulo y a buena parte de aquellos
pequeños, que se asustaban al oír el grito de
terror de la monja, sólo Rómulo pudo verse
reír o sonreír diabólicamente a sabiendas
de que aquello que le había producido el
miedo o el espanto a aquella cardíaca moja.
No era para menos, aquel niño tenía las
manos moradas, el rostro le caía sobre el
pecho como a Cristo, por el agotamiento, y
respiraba con dificultad con aquellos
calcetines atascados en su garganta, amén
del frío que había tenido que soportar
durante toda la noche como su madre lo
trajo al mundo.
Rómulo no le había dejado ni aquel
pequeño pantalón del pijama.
RÓMULO
241 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Fue cruel, pero a conciencia, algo que a las
hermanas dejó tan estupefactas que, ya no
sabían de qué forma castigar a aquel
endiablado chiquillo, parecía que los
castigos le hacían cada vez más travieso,
más satánico.
No cabe dudas de que aquel día que
cumplió sus dieciocho años y le abrieron la
puerta al mundo exterior, aquella
congregación retornó al paraíso.
Para entonces y a esas altas horas de la
noche, el comisario Fonseca recibía la
llamada de su ayudante el doctor Leving, en
donde le comunicaba, su intención de
detener a Rómulo ahora que lo tenía
localizado y había comprobado su llamada
a uno de sus compinches.
No cabía duda alguna, al comprobar dicha
llamada había dado una, aunque pequeña,
vuelta de rosca al cerco en torno a aquel
escurridizo criminal, algo que satisfizo a su
RÓMULO
242 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
jefe que se pensó por unos momentos la
proposición del Leving, pero... al comprobar
que no existía impedimento legal, y siendo
consciente del poco tiempo que disponía
para encontrar a su amada hija, no lo dudó
un instante, tal vez de existir, o comprender
que podía haberlo, también habría
reaccionado de la misma manera, y sólo sus
intachables principios le obligaban a ir
siempre, por decirlo de algún modo, con las
tablas de la ley en la mano, aunque... esto
era algo especial, se trataba de su propia
hija y, eso quizá pudiera hacer, que el
amor de padre le cegase en algún momento,
y tal vez, toda aquella parafernalia de los
letrados se la pudiera saltar a la torera.
Si era también muy probable que en un
momento dado mirase hacia el lado
contrario de la ley, pero sí hacía algo en
contra de ella, bien sabía el comisario, que
si no era de ley, de justicia sí sería
cualquier decisión que tomase en aquel
RÓMULO
243 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
enrevesado caso que le crispaba los nervios
atormentando.
La orden de arresto fue dada por Fonseca a
su ayudante que, tras escuchar atentamente
las recomendaciones de su superior, dispuso
la intervención con su compañero uno
llamaría directamente a la puerta, y el otro,
el experto programador vigilaría su posible
huida por la puerta trasera.
Una puerta que daba al jardín por dónde, y
a través de una verja de algo más de un
metro, se podía acceder directamente a la
calle también.
Así se hizo, aunque la sangre fría de aquel
"doctor", le hizo pensar a Leving como que
no le importaba aquella detención o, como
si la estuviera esperando, incluso les invitó
a pasar a la bonita casa en un alarde de
amabilidad y cortesía, algo a lo que el
doctor Leving se negó, a la vez que daba la
orden a su compañero de entrar en la casa
por la parte posterior.
RÓMULO
244 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Los dos agentes hacían su trabajo sin
ningún tipo de impedimento por parte del
"doctor Martínez" que no ofreció la más
mínima resistencia, es más; casi se podía
decir que ayudaba a su propia detención.
aludiendo con aquella fingida educación,
que el buen ciudadano debe ayudar a los
hombres de la ley para que hubiera, y se
pudiese hacer justicia con los verdaderos
malhechores.
Claro que, si era buen farsante, el doctor
Leving no era peor policía, a pesar de su
perfecta corrección, el "doctor Raúl
Martínez" le seguía pareciendo un cínico
redomado, algo en aquellos ojos azules le
decía a Leving, que tras ellos no estaba el
cielo precisamente.
Ni el propio doctor Leving podía
recomponer su propia teoría sobre su
fundada sospecha, y no sólo por haberlo
oído hablar a través del móvil con su
compinche, creyó ver algo más, algo que no
RÓMULO
245 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
comprendía muy bien, por lo que decidió no
hacer comentario alguno con su atareado y
nervioso compañero, quizá eran cosas suyas
y se cayó.
Al introducir al detenido en la camioneta
camuflada, el técnico oprimía ciertos
botones y palancas que movía a la vez,
alguna antena semi camuflada, que volvía a
su estado de reposo, lo que hacía entender a
Leving, que dejaba el equipo en reposo,
inactivo durmiente, ya podía arrancar la
furgoneta y poner rumbo a la comisaría
donde posiblemente le estuviera esperando
ya el jefe, el comisario Fonseca.
Aquella noche a pesar de ser una noche de
primavera, estación que relacionamos con el
buen tiempo, el tibio sol, las luminosas
Flores, también podemos ver algunas
tormentas más o menos fuertes.
RÓMULO
246 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Esa noche al volver del club de golf, Fonseca
pudo darse cuenta que el cielo comenzaba a
encaportarse, a lo lejos unos negros
nubarrones se acercaban amenazantes,
aquello era una contrariedad para él, pues
pensaba que una tormenta no ayudaría en
nada a la hora de localizar a su hija, bien
por fallos en el sistema eléctrico, bien
interferencias en los teléfonos o, total
imposibilidad de comunicación, y por otra
parte, sin pensar en el miedo que él mismo
le producía ese fenómeno meteorológico tan
cargado de energía, sin pensar en él como
digo, a su memoria si le venía el pánico que
le producía a su hija, por lo que pensaba
mientras apretaba chirriantes sus dientes,
que a su encierro, a su ya de por sí
preocupante encierro, si la tormenta hacía
acto de presencia sería otra tortura para su
niña.
¡Pobre Fonseca si en aquellos instantes
hubiese sido capaz de adivinar también, el
RÓMULO
247 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
lamentable estado de abandono que tenía
su hija!
Aquello posiblemente habría acabado por
hacer, que su cansado corazón dijera vasca
y, no digamos ya de haber conocido la
dramática y cruel suerte que le esperaba en
aquella despensa del cuarto piso cerrada
con llave y, dentro de un edificio visto para
demolición si alguien no lo remediaba.
Tal vez el ser ignorante de aquellas cosas
hacían que a pesar de todo, sacara fuerzas
de donde no las tenía para lograr
encontrarla.
Parece que aquél canalla quisiera
amargarle su jubilación reteniendo a su
hija, si no pretendía algo peor.
Ahora iba dispuesto a hacerlo hablar por
las buenas o por las malas.
Era de madrugada, y su abogado no podría
ponerlo en libertad hasta primera hora de
la mañana, aún tenía unas horas para
arrancarle alguna confesión a aquel
RÓMULO
248 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
maníaco demente, aunque tuviera que
arrancarle la lengua.
El semblante de Fonseca al entrar en
comisaría ya era preocupante y decidido,
algo que al "doctor Martínez" le produjo
una sonrisa sarcástica, la mirada seguía
siendo desafiante y retadora, algo que
desmontaba cualquier teoría de Fonseca,
¿Cómo un señor doctor con aquel historial
del que hacían gala todos sus conocidos, e
incluso el propio centro donde prestaba
servicios, cómo podía ser tan cínico que
conseguía engañar a todo el mundo menos a
ellos? ¿Cómo era posible que para todos
fuera poco menos que alguien tocado por la
mano de Dios y, sólo para ellos era el mismo
demonio?
Antes de pronunciar una sola palabra, pues
le ahogaba la rabia y la desesperación, el
doctor Leving le llamaba unos pasos a parte
para decirle exactamente lo que oyó en la
conversación del que creían Rómulo y ahora
RÓMULO
249 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
era "doctor Martínez", a un segundo
compinche donde le ordenaba que se
asegurarse de la muerte de su hija.
Fue hecha entre móviles, por lo que le fue
imposible a Leving, a pesar de tener
suficiente tiempo, de localizar el receptor y
teniendo en cuenta el diálogo de la
conversación, la única conclusión lógica y
clara era, que aquella persona que tenían
esposado tras la mesa en la sala de
interrogatorio, era en efecto Rómulo
Martínez, el sádico criminal autor del
asesinato de los cuatro agentes a su servicio
y de los raptos, pero sólo eso, si querían
saber algo más partiendo de ese punto,
tendrían que emplearse a fondo, aún
sabiendo que aquel tipo era el responsable
de lo que le pudiera ocurrir a su amada
hija.
Fonseca no replicó ni argumentó nada con
Leving, sólo movía la cabeza como
decepcionado, como si hubiese esperado algo
RÓMULO
250 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
más de aquel seguimiento que le hizo su
ayudante, pero tuvo que conformarse con
aquello que su ayudante le dijo, ahora
dependía de él y no tendría miramientos
con aquella rata endemoniada que lo
miraba arqueando su ceja derecha y
sonriendo.
El interrogatorio de Fonseca fue duro, muy
duro, sus preguntas eran directas, como
convencido que aquel sujeto era el culpable
del secuestro de su hija, así lo hacía, pero
Rómulo, lejos de darle alguna pista e,
incluso confesar la verdad, encajaba los
golpes que Fonseca le propinaba con la
mejor sonrisa burlona en sus labios, parecía
como si aquellos golpes que el comisario le
daba, fueran el reflejo de su sufrimiento,
del sufrimiento de Fonseca por supuesto, lo
que le producía un gozo terrible el ver cómo
el viejo policía sufría impotente ante su
persona, aquello era justamente lo que
Rómulo pretendía y podía ver que así era.
RÓMULO
251 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Los golpes que recibía en su rostro, sólo lo
hacían más fuerte, más satánico, como en el
hospicio que, aquellas monjas ya no sabían
cómo castigarlo, porque parecía que los
castigos le hacía más vil y más cruel en todo
aquello que pillaba y que hacía.
En esta ocasión tras comprobar el modo de
interrogar al detenido, algo inusual en
Fonseca y, que tras cada pregunta que le
formulaba a Rómulo y éste le miraba
descaradamente sonriendo, propinaba un
fuerte puñetazo sobre su rostro, pues Leving
como digo, pudo darse cuenta de ese tan
sutil detalle, aquel cínico personaje se crecía
y disfrutaba, aunque no tenía muy claro si
disfrutaba con los golpes o, con el
sufrimiento y la impotencia del comisario
que demostraba una imperiosa necesidad de
saber el paradero de su hija y, al no recibir
respuesta, su rabia afloraba cada vez más y
más.
RÓMULO
252 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Aunque Fonseca le dijese el firme
reconocimiento de la modelo, Rómulo en
pocas palabras le replicaba con su
inocencia, podía verificarlo en el hospital y
en el club social, él no pudo estar, no pudo
asistir a ese desfile, ni con peluca ni sin ella
como le aseguraba el viejo policía, algo que
tenía que admitir muy a su pesar,
descargando un último puñetazos sobre la
mejilla de Rómulo.
Fue el doctor Leving el que decidió que
aquello debía terminar, e intercedió por
Rómulo apartando a Fonseca, pues,
entendía que el estado de su jefe no era el
idóneo para la investigación, aquella serie
de golpes que le propinaba a Rómulo, no
daban lugar a nada positivo, sólo a que el
empecinamiento del detenido fuera en
aumento, y quizá aquellas marcas que le
dejaban los golpes sería contraproducente
para todos.
RÓMULO
253 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Fuera se desataba una fuerte tormenta de
agua y granizo, dando con la ciega
oscuridad de sus nubarrones y los cegadores
relámpagos, un ambiente tétrico y
escalofriante con aquellos poderosos
carruajes que parecían correr sobre caminos
de piedras allá en lo más alto.
Aquello no sólo estaba afectando a los
nervios del comisario Fonseca, que parecían
tensarse hasta el máximo, como cuerdas de
guitarras por el miedo que le producía la
tempestad.
Algo que también su hija parecía haber
heredado de él, pero al ser mujer... quizás
por eso el pánico que le producía la
RÓMULO
254 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
tormenta lo exteriorizaba más, con más
terror, pero lo que verdaderamente le
producía aquellos ataques de ansiedad, era
las descargas eléctricas, claro que aquello
era algo, por suerte para ella, que no podía
ver aunque incluyese que estaba sucediendo.
Fuera como fuese, aquella chiquilla debería
estar pasándolo verdaderamente mal,
pensaba su padre, y el día amenazaba con
venir con aquellos primeros resplandores
que veía a través de la ventana, unos
resplandores que coronaban las sierras que
circunvalaban el valle, y con el día,
posiblemente la terrible tragedia que se
cernía sobre la cabeza de su inocente hija,
por culpa de aquél depravado y canalla que
tenía tras de él.
Tras comprobar, del poco tiempo que
disponía y lo endiabladamente perdido que
se encontraba, quiso ver si sus hombres en
aquellas estaciones de ferrocarril donde les
ordenase mirar, habían conseguido
RÓMULO
255 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
averiguar algo al respecto, por lo que le
ordenó a Leving que lo contemplaba algo
descorazonado también, que se pusiera en
contacto con cada uno de ellos, lo que
obedeció casi al instante y, con paso
apresurado salió de aquella sala, con
dirección al despacho donde dormían
silenciosos tres aparatos telefónicos.
Al quedarse solo Fonseca con el "doctor
Martínez", de nuevo intentaba al menos
que aquel criminal de Rómulo hablase, eso
podía dar lugar a dos cosas, podría
escapársele algún detalle sin querer o,
incluso la especial negativa de Rómulo a
confesar, haría que dijese todo lo contrario
de lo que pudiera interesarle oír a él, por lo
que claramente podría sacar alguna
conclusión aún de sus mentiras, pero...
Rómulo sólo abrió la boca con un rostro
ensangrentado, para decirle a Fonseca, que
él era el asesino, algo que lo dejó perplejo,
¿qué querría decir con aquello?
RÓMULO
256 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
¡No era culpa suya que su hija se encontrase
en el lugar que estuviera! ¡No era él, su
propio padre, el que iba a matarla!
Pronto comprendió lo que Rómulo le quería
decir, que sería el asesino, su asesino.
Aquello hizo que su mente diera un giro de
ciento ochenta grados por qué... en efecto, si
a su hija le ocurría algo por culpa de aquel
maníaco depresivo, o loco compulsivo que
tenía delante, si era así, tal vez podía tener
razón y, era muy probable que no le
temblase la mano a la hora de apretar el
gatillo para matarlo, si con eso creía hacer
justicia.
Todo aquel enrevesado y tortuoso enredo,
había sido obra de Rómulo, él solo se ha
visto obligado a actuar según su condición
de policía. Solo la manía persecutoria de
Rómulo y el ataque a su propia sangre,
daría lugar a aquello que claramente le
predecía el detenido, pero... ¿Por qué
estaría tan seguro de aquello? ¿Realmente
RÓMULO
257 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
sería tan villano y criminal para matar a su
hija, que ya predecía lo que posiblemente
pudiera ocurrir?
El detenido era consciente del estado de
desesperación que se encontraba, era
evidente, pero... ya aseguraba que lo
mataría.
No lo dijo como una posibilidad, no; afirmó
que así sería. ¿Era lógica toda aquella
trama que había montado Rómulo? ¿Por
qué pretendía que lo matara? ¡Y él
precisamente!
Estaba claro que aquel endiablado joven
lograba sacarlo de quicio, no lograba
comprender, o dar alguna explicación, a
ninguna de sus maniobras. Ahora que tenía
oportunidad de interrogarlo comprendía
claramente el por qué de aquel abultado
expediente que tenía de él en su despacho, y
RÓMULO
258 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
el por qué nunca logró descifrar un modus
operandis de Rómulo.
Era alguien con tal potencial imaginativo y,
tenía una mente tan desarrollada para el
crimen en general, que incluso ahora en el
caso de su querida hija sentía como aquel
criminal lo tenía agarrado por sus partes, y
no conformándose con eso, se vanagloriaba
dándole una vuelta completa con aquella
afirmación.
Tan frío y desvergonzado era Rómulo, que
en aquellos momentos y al encontrarse solo
y cara a cara con el comisario Fonseca,
quiso desvelarle su aberrante fijación por
él, el motivo por el que lo torturaba de
aquel modo, al mismo tiempo que le
aseguraba negarlo todo después.
No haría aquella misma declaración, ni
ante grabadora, ni ante agente alguno, lo
que pretendía contarle era algo que "no
había sucedido" y por supuesto jamás al
doctor Raúl Martínez.
RÓMULO
259 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
En aquellos no mentía, estaba claro que
fuera lo que fuera, al doctor Martínez no le
había ocurrido, pero eso era algo que sólo
Rómulo sabía y, sólo pretendía hacerle
recordar para hacerlo sufrir más aún,
después de que comprendiera que en efecto,
el que le acosaba psicológicamente y con el
secuestro de su hija, era él, el personaje que
tenía delante, pero no por aquello que le
recordaba, muy a su pesar, no podría
retenerlo y mucho menos detenerlo
formalmente, pues todo era circunstancial,
suposiciones certeras aún con su particular
confesión, pero sin prueba alguna.
Rómulo con sus palabras hizo que Fonseca
rememorara aquel atraco al banco en
donde, dos individuos después de varias
horas de asedio, al haberse disparado la
alarma de la caja fuerte, permanecían con
varios rehenes y, en como el comisario
negoció con ellos la puesta en libertad de
aquellas personas inocentes a cambio de
RÓMULO
260 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
facilitarles la huida, algo que no cumplió,
pues en una azotea próxima había apostado
a un francotirador, habiéndole dado la
orden expresa de hacer fuego contra ellos al
ponerse al descubierto, algo que hizo,
matando a uno de ellos e hiriendo al otro,
aunque éste consiguió huir a pesar de todo.
Claro que recordaba aquello Fonseca, años
atrás dos jóvenes de entre dieciocho y
veinticinco años, el mayor murió en el
tiroteo, pero aquel joven rubio y bien
parecido a pesar de su brazo herido
consiguió huir. Pero también recordaba
cómo aquellos dos atracadores, al verse
bastante presionado por la policía, se
pusieron nerviosos abriendo fuego contra
ellos, con el consiguiente peligro de que
alguno de sus muchachos recibiese algún
disparo, ese fue el motivo por el que Fonseca
dio la orden a aquel francotirador, de
abatirlos para evitar males mayores o
peores.
RÓMULO
261 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
La orden no fue de matarlos, sino de
herirlos de forma que consiguiesen
reducirlos sin que se produjese ninguna
baja, sólo , aquel atracador tuvo mala
suerte, tal vez hiciera algún movimiento
justo en el instante en el que su hombre
apretaba el gatillo y fuera el propio cuerpo
el que se puso en la trayectoria de aquella
bala.
Pero claro, Rómulo lo entendía a su modo,
la retorcida mente criminal que tenía, le
hacía concebir que a pesar de se él, el
delincuente, fuera él, el propio comisario el
responsable de aquella situación que sólo
ellos provocaron, jamás entendería que
aquello fuese un accidente.
También le recordaba aquella operación
millonaria de tráfico de drogas donde, uno
de sus agentes infiltrados en la banda que
pretendía comprar el cargamento,
organizarse aquella redada, tirando por
tierra aquel millonario negocio.
RÓMULO
262 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Sin embargo, le restregaba por la cara que
aquel agente que les traicionó, no lograse su
objetivo, es más; le tachaba de inepto al no
haber logrado salvar ni a aquel listo que le
dejó de regalo en aquella ocasión, ni a esos
últimos cuatro hombres que había perdido
días atrás.
No le dijo abiertamente que fuera él,
Rómulo, el que apretó el gatillo a boca jarro
contra el policía, porque toda aquella
especie de confesión, sólo era una forma de
hacerle recordar ciertas cosas, las mismas
que habían desencadenado todo el acoso al
que lo estaba sometiendo, por eso todo era
genérico, sin nombres, sólo le relataba
Rómulo los hechos.
En aquello tenía toda la razón, aquella
rata endiablada de Rómulo, pero... ¿Qué
pensaba, que los hombres de la ley están ahí
sólo para gastar los impuestos de los
contribuyentes?
RÓMULO
263 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Sí, aquella herida en su amor propio hizo,
que aquella condición que tenía de no
dejarse pisar, de no tener a su alrededor
nadie que le hiciera sombra, y mucho menos
que le plantasen cara, o estuvieran en
contra suya, le hiciera idear el modo de
castigar a aquel que lo intentaba.
Así como de niño le ocurría con su pequeño
hermano, cuando jugaban en aquel chalé
con sus padres o, cuando en el hospicio de
las monjas aquel otro que osó plantarle
cara y lo crucificó encima del Cristo, en esta
ocasión su rebeldía le obligaba a castigar al
viejo comisario de policía y, vive Dios que
lo estaba logrando.
Su apretada mandíbula, y sus ojos
vidriosos, hacían comprender que si ése era
el límite que le imponía Rómulo, allí
estaría él para descargarle el cargador si
era preciso.
¡Qué rogase a Dios el "doctor Martínez"
para que a su pequeña no le ocurriese nada!
RÓMULO
264 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
¡Y si era morir lo que quería el "doctor
Martínez", que se tirase al tren, si le
remordía la conciencia! ¡Por qué tenía que
hacerlo sufrir de aquel modo, maldita sea!
El doctor Leving le arrancó desde lo más
profundo de sus pensamientos y, no para
darle alguna noticia esperanzadora, sino
todo lo contrario, aquellos abnegados
agentes que ponían de vuelta y media
aquellas estaciones que su jefe les indicase,
a pesar de todo sus esfuerzos, había sido
una noche negativa, en todos ellos.
A pesar de enseñar fotos de la joven, nadie
había visto ese rostro, nadie recordaba
haberla visto, por lo que los siete agentes
coincidían en un único punto: la hija del
comisario posiblemente no había salido de
la ciudad, aquello parecía más bien una
artimaña del secuestrador para
despistarlos.
Rómulo se limitaba a escuchar, se sonreía
cínica y maliciosamente, algo que volvió a
RÓMULO
265 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
enojar a Fonseca que se dispuso a descargar
un nuevo golpe sobre su ya malogrado
rostro.
Tan rápido como se dio cuenta Leving,
sujetó su muñeca evitando así que cayera el
puño sobre Rómulo que los miraba
desafiante, arrogante, como sólo una
alimaña podía mirar.
Fonseca chasqueó o, chirrió sus dientes
conteniendo su furia pues, comprendió la
razón por la que su ayudante evitaba aquel
castigo, en pocas horas su abogado haría
acto de presencia en la comisaría y, aquel
“picapleitos” podría crearle muchos
problemas con su jubilación en puerta.
Que se lo llevaría de la comisaría estaba
claro, a pesar de todas sus sospechas, y lo
más lamentable es, que estaban
prácticamente como al principio, se había
cerrado el círculo de la búsqueda mucho,
sólo a la ciudad, pero... era tan inmensa...
RÓMULO
266 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
con tantos lugares donde pudiera
encontrarse su hija...
Leving por su parte y, siguiendo sus propios
instintos, como una persona especialmente
dotada para la suspicacia, el recelo y la
meticulosa y concienzuda forma que tenía
de interpretar sus investigaciones, del modo
con el que se tomaba su trabajo y ante la
impotencia de Fonseca, miró a través de los
humedecidos cristales por el resencio de la
noche y, dándose cuenta que el día había
conseguido ya retirar de su camino a la
oscura y torrencial noche, solicitó el permiso
de su superior para regresar sobre los pasos
que anteriormente habían... bueno, había
dado él, su jefe, ahora iría él a interrogar a
aquellas personas que conocían al "doctor
Martínez", miraría sus agendas, sus
proyectos, tanto lo que habían hecho
aquellos últimos días, como todo aquello
que estuvieran en proyecto de hacer,
miraría llamadas telefónicas recibidas o
RÓMULO
267 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
emitidas por el doctoren el hospital y, en el
club, incluso trataría de identificar algún
familiar, desojaría aquella demencial
margarita hasta conseguir algún resquicio
de duda en aquel doctor Raúl Martínez, o
trágicamente tendrían que lamentar la
pérdida de su hija, esa espléndida y
eufórica novia, con sus sueños truncados en
el umbral del templo.
No pudo negarse Fonseca a su petición, tal
vez él tuviera más suerte y encontraría la
aguja en aquel destartalado pajar.
Aquel ladino letrado del "doctor Martínez",
además era puntual, en una iglesia cercana
en aquellos instantes tañían las campanas
de su campanario, y dando las nueve en
punto de la mañana, aquel reloj de la torre
de su iglesia, recordándole a Fonseca las dos
horas de las que disponía si quería evitar
los planes de aquel desquiciado, hacia su
aparición en jefatura.
Aquella noche también para el doctor Raúl
RÓMULO
268 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Martínez fue una pesadilla, había sido una
noche extremadamente larga pues, la
posición en la que le habían mantenido sus
secuestradores sobre aquella mesa de
comedor, y atadas sus extremidades a las
patas de la misma, habían hecho que se
adormecieran sus brazos y sus piernas, por
lo que apenas si podía enviarles señal de
movimiento desde su cerebro.
Los tres secuaces de Rómulo sin embargo
tras una agitada noche de alcohol y drogas,
cayeron en un profundo sueño, algo que
podía haber aprovechado el doctor
Martínez para huir de no haber estado tan
fuertemente atado como estaba.
Lo había intentado, en aquellas largas
horas que cautiverio, pero le fue totalmente
imposible zafarse de aquellas firmes
RÓMULO
269 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
ligaduras, terminando por rendirse a su
suerte, al comprobar que sólo conseguía
hacerse daño en sus muñecas con sus
intentos.
En aquellos momentos el brazo derecho de
Rómulo parecía dar señales de vida, aunque
mareado y vacilante se le acercó a la mesa
donde permanecía el doctor Raúl, para
asegurarse si sus ligaduras continuaban en
buen estado para después y, sin pronunciar
una sola palabra, quizá porque los quejidos
de su dolorido cuerpo, y su fuerte dolor de
cabeza se lo impedían, salir de la vieja
casona y tras montarse en el coche se perdió
camino abajo de aquella serpenteante pista
de piedra que sorteaba los barrancos de la
Sierra.
Estaba claro que su meta no era otra que la
de asegurarse de la muerte de la chica, como
le había ordenado Rómulo, y hacia allí se
dirigía.
RÓMULO
270 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Poco después, los otros dos compinches de
Rómulo entraban en el comedor donde se
encontraba el doctor Martínez visiblemente
nervioso, las horas de cautiverio hacían
que, a medida que pasaba el tiempo, más
temiese por su vida, ya que nadie se
dignaba decirle el motivo de su secuestro.
Mientras uno de ellos bebía a morros de
una botella medio vacía, tratando de
despejarse la resaca con aquello que había
bebido la noche anterior, el otro desataba
al entumecido doctor Martínez.
Al menos aquello agradecía, así podía
cambiar de posición, quizá sentarse y sus
extremidades dejarían de atormentarlo.
¡Pobre doctor Martínez de haber sabido el
por qué lo desataban!
A continuación le obligaron a montar en
una vieja camioneta de carga, posiblemente
robada que tenían aparcada en el rellano,
delante de la vieja casona.
RÓMULO
271 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Esta vez sin ataduras aunque bien vigilado,
la camioneta ponía rumbo a la ciudad.
Las órdenes de Rómulo estaban saliendo
hasta el momento, al parecer, con una
matemática perfección, ninguno de sus
esbirros había cometido la torpeza de
omitir u olvidar, las órdenes de su jefe, les
iba en ello posiblemente la vida, por lo que
aquella furgoneta a esas primeras horas de
la mañana aparcaba frente a la propia casa
del doctor Martínez.
Al comprobar el doctor Raúl Martínez ese
detalle, pensó que quizá sus temores fueran
infundados, tal vez aquellos delincuentes le
liberarían en su casa, ¿qué otro motivo
podía mover a aquellos delincuentes a
llevarlo a su propio domicilio?
El silencio de sus dos guardianes ni
aseguraban, ni desmentían nada, no hacían
ningún tipo de referencia sobre ese
particular, sólo y exclusivamente se
limitaban a introducirlo en su domicilio
RÓMULO
272 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
con toda normalidad, sin levantar la más
mínima sospecha, aunque bajo sus
chaquetas podía advertirse, cómo iba
encañonado con sus revólveres.
Allí en la sala de estar y ante su escritorio,
le obligaron a sentarse y esperar.
No lograba entender el doctor Martínez las
intenciones de aquellos delincuentes, lo
llevaban a su domicilio y sin embargo
parecía seguir secuestrado, pues aquellos
dos sujetos tomaron dos asientos del salón,
como sin tener prisa por irse, como si
esperasen algo.
¡Increíble! Se acomodaban como en su casa,
¿Qué pretendían?
En el centro hospitalario donde trabajaba
el doctor Martínez, Leving intentaba
investigar su pasado, sus amistades, sus
RÓMULO
273 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
inquietudes, así como familiares o centros
de estudios, de donde pretendía conocer
hasta el más mínimo detalle de la vida de
aquel "doctor" que estaba consiguiendo
volverlos locos a todos.
En todo cuanto había revuelto en aquella
hora escasa, no podía ni tan siquiera intuir
el más mínimo fallo en el comportamiento y
vida de aquel individuo, al parecer tan
envidiablemente perfecto, ni tan siquiera
una simple multa de tráfico.
¡Ni una infracción de tráfico! ¿Estarían
equivocados con el "doctor "? ¿Se estarían
equivocando ellos al sospechar de él?
Algo sin embargo le decía que no al doctor
Leving, no podía explicarse ni el mismo el
por qué, pero estaba convencido, después de
mirar a través de aquellos vivos y
desafiantes ojos azules, pensó que aquel ser
no era el ángel que retrataban los demás de
él, sino todo lo contrario, aquel hombre
parecía alguien salido del mismo infierno,
RÓMULO
274 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
su mirada le producía un escalofrío en la
nuca, que no había sentido jamás con
ningún delincuente.
Después de mirar su reloj de bolsillo,
suspiró profundamente temiendo no
conseguir su objetivo y poder de tener, lo
que sería una muerte segura para la hija de
Fonseca, sin embargo no era hombre que se
diera por vencido tan fácilmente y, dirigió
su vehículo hacia el club social de golf.
Por suerte a esa hora, diez y algo de la
mañana, se habían dado cita para su
partida, el director del Banco, aquel
comerciante forastero, el teniente alcalde de
la ciudad y el gran esperado, el "doctor
Martínez", que en aquellos momentos
suponía Leving que continuaría en las
dependencias policiales, si no había
conseguido liberarlo ya su abogado.
Debía actuar aprisa, cuarenta minutos
separaban a la joven de una muerte segura.
RÓMULO
275 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
El doctor Leving hacía saber al teniente de
alcalde su intención de hablar con él, para
lo que hizo que se apartara de aquel grupo
de amigos.
Fue más directo y conciso el doctor Leving
que su jefe, pues, antes que nada expuso el
motivo que le preocupaba, ante poniéndolo
a todo aquello que ya Fonseca tratase de
averiguar del doctor Martínez y que tan
poco éxito había tenido, eso hizo que, al
coincidir su interrogatorio, por llamarlo
así, con un superior del ayuntamiento,
conocedor de todos cuantos pormenores se
trataban en los plenos, y después de que
Leving le comunicase las intenciones del
secuestrador de hacer explosionar a la
chica, el teniente de alcalde comentase sobre
la marcha la intención del ayuntamiento,
de derribar aquel edificio junto a la zona
pantanosa, al coincidir con el horario que
Leving le dijera, por lo que el meticuloso
policía pudo comprender que en efecto, era
RÓMULO
276 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
en ese lugar donde tendrían a la chica,
Rómulo había ideado la forma de matarla
algo parecido a lo que hiciera con la
modelo, serían otros los que hicieran aquel
trabajo sucio, así él volvía a estar fuera de
sospecha, eso le dio la completa seguridad
de que así era, sin embargo el tiempo corría
en contra, escasamente media hora, no
tenía tiempo de actuar personalmente,
pero... su agilidad mental le hizo pedir
algún número de teléfono al teniente
alcalde, uno que le sirviera para detener
aquel derribo, sólo pudo darle el del
ayuntamiento, el de obras.
Por supuesto que lo usó mientras su coche se
dirigía hacia la dirección que le había dado
el segundo alcalde, y mientras oprimía
aquellos dos botones que ponía en marcha
su sirena y luces de emergencia que
serpenteaban a toda prisa por las calles de
la ciudad a esa hora tan complicada y
conflictiva, con dirección al extrarradio.
RÓMULO
277 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
La llamada fue infructuosa, solo al repetir
la llamada consiguió que alguien al otro
lado se hiciera cargo de la línea.
Sin dar ningún tipo de explicación esta vez,
pues sólo le hizo saber, quién era y que
pretendía, un número telefónico que
pudiera parar aquella demolición, algo que
no llegó a comprender aquella joven al otro
lado del hilo, sin embargo tampoco dudo en
darle el número solicitado, al tratarse del
ayudante de Fonseca, otra autoridad local.
El teléfono que le dio fue, el número que se
encontraba en aquellos expedientes que
tenía delante, y donde pudo encontrar la
joven la autoridad civil que estaría presente
en aquel acto, el teniente de la guardia civil
de la comandancia éste, a la que pertenecía
dicha zona y el derribo.
El tiempo corría inexorablemente, sólo
quince minutos para la deflagración, debía
actuar y rápido, aún conduciendo.
RÓMULO
278 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Sí, parecía tener suerte, era un móvil. Era
lógico pensar que en aquellos momentos lo
llevase encima o, al menos rogaba a Dios
por que así fuera.
En comisaría al comisario Fonseca, las cosas
no podían irle peor, el letrado del "doctor
Martínez", no sólo le reiteraba la presunta
detención ilegal del "doctor", según él, sino
que tras observar el lamentable estado en el
que se encontraba el detenido, le hizo saber
su intención de acusarlo de malos tratos o,
de tortura a su defendido, algo que
encorajinó al comisario más aún de lo que
ya estaba, temiendo por la vida de su hija y
su imposibilidad de encontrarla, por lo que
y, aún en presencia de su abogado, su
irrefrenable furia le hizo amenazar al
"doctor Martínez", lo mataría si a su
querida hija le ocurría algo.
RÓMULO
279 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Aquello agravó más su ya de por sí
complicada situación, frente a todas
aquellas argucias que el abogado le
imputaba.
Era increíble, pero lo había hecho, había
amenazado de muerte a aquel criminal,
como él mismo le había vaticinado.
Al abandonar las dependencias en
compañía de su abogado, Fonseca pudo
darse cuenta que aquella sátira sonrisa de
la que hacía gala, no sólo no se le había
borrado del rostro al "doctor Martínez"
aun después de aquella serie de golpes al
que lo sometió, sino que, sin comprender
muy bien si era por su puesta en libertad,
del que él creía Rómulo, miraba su reloj y
su sonrisa burlona se acentuó aún más,
para... y antes de salir de jefatura, volverse
hacia Fonseca, a la vez que un atronadora
explosión lejana se pudo oír claramente, el
"doctor Martínez" burlonamente para
decirle: ¡ Boom! ¡Feliz Navidad!
RÓMULO
280 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Aquello no sólo hizo que sus mandíbulas se
aprestasen con fuerza, sino que también sus
puños se crisparon con fuerza contra sus
palmas, al recorrerle aquel escalofrío de
horror su espalda, pensando que aquella
explosión a la que parecía referirse el
"doctor", pudiera ser aquélla donde la
dulce de su hija habría podido perder la
vida sin que el, su padre, y uno de los
mejores policías, pudiera evitarlo, había
fracasado lamentablemente.
Segundos después, tras el "doctor Raúl
Martínez" y su abogado, y no antes de
comprobar su arma reglamentaria, que
estuviera cargada y a punto, el comisario
salió tras ellos, sólo Dios sabía las
intenciones de un padre desesperado que
creyó, que aquel engendro del diablo, había
conseguido su propósito y había dado
muerte a su hija, pero tal vez no era difícil
de adivinar, la terrible desesperación que le
embargaba, lo había cegado por completo,
RÓMULO
281 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
posiblemente, y aquel que vaticinó que lo
mataría, tuviera mucha razón y quizá lo
hiciera.
Al salir Fonseca de su despacho y arrancar
su coche particular, minutos después de las
once de la mañana, el teléfono de su
despacho sonaba insistentemente una y otra
vez hasta agotar los sonidos de espera, para
posteriormente volver de nuevo con su
impaciente y estridente sonido.
Ni una ni dos, fueron varias veces las que el
meticuloso Leving intentó contactar con su
superior, el motivo de la insistencia podía
comprenderse, al comprobar que junto a él
y el coche policial que usara, y bajo aquellos
frondosos pinos, se encontraba aunque
terriblemente nerviosa por su encierro, la
hija del comisario Fonseca.
Era evidente que querían tranquilizar a un
padre desesperado, pero la mala fortuna
según se habían desarrollado los hechos,
quiso que aquella llamada no fuera
RÓMULO
282 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
recibida, por lo que posiblemente, alguna
otra desgracia podía ocurrir.
El doctor Leving temía, que la predicción
del detenido, el "doctor Martínez", Raúl o
Rómulo como quiera que diablos se llamase,
pudiera producirse y, aquello era algo
terrible, algo que si su jefe hacía, le estaría
remordiendo la conciencia el resto de sus
días.
¿Qué se merecía la muerte Rómulo? ¡No
una, mil muertes! Sin embargo, aquéllos
debían decidirlo los jueces, si Fonseca
cometía aquella demencial venganza, sólo
sería un asesinato, un vulgar asesinato,
además con premeditación y, tendría que
responder ante la justicia en puerta de su
jubilación, de su deseada jubilación.
Por eso el doctor Leving insistió durante
largo rato, y tras ver que sus llamadas no
obtenían respuesta, se puso en marcha con
la chica y con dirección a comisaría, ahora
era primordial localizar a su jefe y evitar
RÓMULO
283 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
que cometiese aquella locura, porque...
también el instinto policial le hacía ver a
Leving, que, aquello que el "doctor
Martínez" le dijo, también podría ser otra
de aquellas macabras y terroríficas ideas de
Rómulo para hundirlo, profesional y
personalmente, con aquel sujeto no se podía
estar seguro nunca, por muy sencillo que
pareciese aquello que hacía.
Eso hizo que de nuevo marcarse otro
número de la propia comisaría, en algún
otro despacho o, quizá aquellos compañeros
encargados de redactar las continuas
denuncias que a diario se presentaban...
pequeños robos, desapariciones, cosas así.
Ellos le pondrían al corriente sobre el
paradero de Fonseca.
RÓMULO
284 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Pero... no debemos olvidar lo ocurrido a
escasos minutos de la deflagración y el
derribo de aquel edificio, a orillas de la
zona pantanosa.
Alrededor del edificio, técnicos, autoridades
civiles y militares, se disponían a revisar
todos y cada uno de aquellas cargas que el
día anterior habían colocado para el
derribo.
Todo parecía estar en orden, por lo que,
tanto unos como otros, fueron alejándose
del lugar a la distancia prudencial que los
artificieros consideraron oportuno y segura.
Fue justo en ese momento, mientras el
capitán de la guardia civil recorría aquel
trecho, cuando le llamó la atención el
repitar de su móvil, algo a lo que en
principio no dio mayor importancia, quizá
sería alguna cuestión banal, y no quería ni
debía perderse aquel acontecimiento, no
creía oportuno distraer su atención. Sin
embargo tras la insistencia del dichoso
RÓMULO
285 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
teléfono, algo que odiaba, se decidió a
tomar la línea, más que por otra cosa,
porque pensó que podía tratarse de su
esposa o de sus hijos.
Leving bastante acalorado por la
inmediatez del derribo, trataba de hacerle
entender al teniente que debía para con
urgencia aquella demolición, cosa que lo
cogia de sorpresa en aquellos instantes
previos a que los artificieros ya en sus
puestos, recibieran la orden de bajar aquel
artilugio diabólico que haría saltar por los
aires hasta los mismos cimientos de aquella
casa.
El teniente trataba de hacer que se
calmarse, quizás así podría entenderlo, pues
justo pudo captar de quién se trataba, el
ayudante del comisario Fonseca, el señor
Leving para los amigos.
No sólo no consiguió que se calmarse el
doctor Leving, sino que aún le gritaba con
más énfasis solicitándole la inmediata
RÓMULO
286 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
paralización de aquello que se proponía
hacer.
Sólo cuando el teniente le comentó que
nada ocurriría si él mismo no lo
autorizaba, parecía calmar su crispado
ánimo.
Tras ponerlo al corriente de sus temores,
que posiblemente en aquel edificio que
pretendía derribar se podría encontrar la
hija del comisario Fonseca, al mismo tiempo
que el rostro del teniente iba adquiriendo
un tono carmesí por el temor que de que así
fuera y, lo a punto que ha estado de dar esa
orden, el teniente con grandes aspavientos y
a pleno pulmón, ordenaba desactivar las
cargas, algo que también a los artificieros
cogió por sorpresa sin entender que podía
ocurrir, la tormenta de aquella noche no
había causado daño alguno a toda aquella
compleja instalación de cables, relojes y
explosivos, pero aún y así, ninguno de
aquellos cuatro hombres dudaron un solo
RÓMULO
287 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
instante al comprobar el estado de
nerviosismo en el que se encontraba el
capitán, era evidente que algo sucedía y, las
cuatro baterías que harían mover aquellos
relojes sin retorno, se desconectaron casi al
unísono.
Acto seguido, una escuadra de caballeros
entricorniados se adentraban en el edificio
aparentemente abandonado, y ahora
parecía que más, pues casi a la vez que
guardaban silencio por la sorprendente
orden, ingenieros, autoridades y curiosos,
también parecía que las propias ratas que
pululaban por sus pasillos, hicieran lo
propio. Un silencio sepulcral reinaba en el
ambiente, únicamente roto por el repicar de
los tacones de aquellas cuatro pares de botas
militares que rastreaban rincón por rincón
y piso por piso. Hasta que por fin uno de
ellos después de revisar el cuarto piso y, ya
dando la vuelta con intención de subir al
piso siguiente, pudo oír un leve gemido, algo
RÓMULO
288 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
parecido a un gato, sin embargo la orden de
su superior fue concisa y clara: "mirar piso
por piso y bajo las baldosas si hace falta, no
quiero una rata en su interior".
Aquello hizo, unido a su propio sentido del
deber, que retornara sobre sus pasos hasta
localizar el lugar donde procedía aquel
gemido.
La puerta que tenía frente a él permanecía
cerrada, algo extraño en un piso
abandonado como estaba todo el edificio,
por lo que no dudó en golpear con la culata
del mosquetón que sostenía entre sus manos.
"Aunque sea un gato, no dejaré que muera
así". Se decía el caballero entricorniado,
viéndose sorprendido por un gran saco
atado en una de sus puntas y en claro
movimiento que le indicó su contenido: una
persona.
Tras desatar el saco y quitárselo, encontró a
una joven que, a pesar de su desaliñado
aspecto y su maquillaje corrido por las
RÓMULO
289 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
lágrimas vertidas, era una chica hermosa,
vestida con un traje de novia que en
aquellos momentos dejaba mucho que
desear.
La hija de Fonseca sin sospechar lo más
mínimo del terrible trance que se había
salvado gracias a la abnegación y la
constancia de un hombre, el doctor Leving
y, la rápida y acertada intervención de
aquellos hombres de la benemérita, sin
sospecharlo... el primer pensamiento suyo
fue de terror al pensar que podía tratarse
de sus secuestradores, pero por fortuna pudo
comprobar en unos segundos, que sus
temores y su encierro habían acabado, lo
que le provocó un ataque nervioso,
rompiendo a llorar abrazada a su salvador
que la animaba y la consolaba, a la vez que
le ayudaba a bajar aquellas escaleras de luz
escasa, tratando de sacarla del edificio
cuanto antes.
RÓMULO
290 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
También daba la voz de: "¡Encontrada,
bajar, salid todos!"
Dos minutos después, una vez recuperada la
normalidad tras el susto, los artificieros
volvían a conectar de nuevo aquel
entramado de cables y, posteriormente sin
que nadie le hubiese dicho a la hija de
Fonseca el destino final de aquel bloque de
apartamentos, primero saltaron por los
aires los pilares del lado derecho, para ir
uno tras otro haciéndose añicos y tras ellos,
el bloque se venía a tierra como un
gigantesco castillo de naipes ante los
aterrados ojos de la joven novia, que sólo en
aquellos instantes estaba siendo consciente
de cuál habría sido su suerte, y lo cerca que
había estado de morir aplastada bajo miles
de toneladas de escombros.
Eso hizo, que un fuerte escalofrío recorriera
su espalda mientras que, por las ventanas
del alma brotaban unas lastimeras y
abrasadoras perlas salinas, que le
RÓMULO
291 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
quemaban en todo su recorrido hasta
descansar en la comisura de sus labios.
Leving en el trayecto que lo separaba de
aquella zona arbolada y pantanosa donde
todo esto ocurría, convencido del buen
hacer del teniente de la benemérita, daba
por salvada a la chica, si en verdad era ése
el lugar donde se encontraba, pero no por
ello dejaba de pensar en todo cuanto había
dado lugar a aquella locura, aquel
endiablado sujeto de Rómulo... bueno
"doctor Raúl" o, Rómulo, era un ser
maligno y cruel y, lo más terrible es, que
hasta el momento, aún sabiendo que era
culpable de todo aquello, no podía
detenerlo ni actuar en contra suya, para
entonces era muy probable que Fonseca se
hubiese visto obligado a soltarlo, ponerlo
en libertad de nuevo y, sabe Dios qué cosas
podía idear aquel hijo del diablo antes que
consiguieran detenerlo e inculparlo, de
RÓMULO
292 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
manera que fuera imposible que se salvara
de la silla eléctrica.
Pero... estaba aquel sujeto con el que habló
el "doctor Martínez" la noche anterior,
ordenándole asegurase de la muerte de la
joven, si en realidad se refería a esa
demolición (algo en lo que Leving confiaba)
y, con un poco de suerte tal vez pueda
localizarlo. (Pensaba el doctor Leving)
- Yo sé que está en los alrededores, pero él
no puede saber que yo lo busco, por lo que
es probable que se sienta seguro y confiado.-
Desde la posición donde había parado el
vehículo sin entrar a la zona de derribo
para no levantar sospechas, si alguien
vigilaba el lugar, y en el momento en el que
el edificio se desplomaba, Leving, pudo ver
en una terraza próxima de viviendas
habitadas, cómo un hombre se interesaba
por el desplome, algo en principio normal,
RÓMULO
293 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
aquello había reunido buena cantidad de
curiosos por ver cómo podía caer
matemáticamente controlado un edificio,
pero, sin embargo, por más que su peculiar
sentido de la observación se esforzaba, no
veía otra persona en las terrazas
colindantes, en balcones y ventanas sí, pero
únicamente aquel sujeto permanecía en la
terraza, y sólo él necesitaba al parecer
prismáticos para ver algo tan grande y
aparatoso, por lo que su instinto policial,
algo como un sexto sentido, una intuición,
le decía que aquello no era normal, por lo
que decidió subir a aquella terraza, era la
única baza que podía jugar con unos
delincuentes tan peculiares y peligrosos.
La atención de aquel sujeto también
parecía dirigirse hacia aquel grupo de
personas, donde parecía estar buena parte
de las autoridades, lo que determinó su
decisión de subir hasta donde se encontraba
aquel individuo.
RÓMULO
294 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Por otro lado, el comisario Fonseca hacía el
seguimiento de Rómulo y su abogado.
Al volante de aquel lujoso Mercedes, el
abogado del "doctor Martínez" se dirigía a
la casa de éste, tras él, Fonseca con un firme
propósito en mente: aquel hijo de Satanás
hablaría a la fuerza, esta vez no tendría
tanto miramiento como momentos antes en
comisaría, ahora iba dispuesto a todo con
aquel endiablado loco y.... ¡ Ahy de él si algo
malo le había ocurrido a su pequeña!
Por suerte para el "doctor Martínez", el
comisario se veía impedido para acometerle
en plena calle al ir en compañía de su
abogado, pero ya llegaría a su casa y allí,
sólo los dos y a punta de pistola, le haría
confesar hasta lo inconfesable.
Otra vez que volvía a contrariarlo aquel
individuo, al dejarlo su abogado en la
puerta del doctor Martínez, se dirigió hacia
la puerta del garaje donde guardaba el
vehículo, por lo que se vio obligado a
RÓMULO
295 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
permanecer dentro del suyo hasta
comprobar sus intenciones, debía tener la
total seguridad de cogerlo desprevenido sin
que pudiera tener ocasión ni de escapar de
sus manos, ni darle ocasión a eludirlo.
Ya era sabedor Rómulo que sus secuaces
habían traído hasta la casa a su hermano y,
que estarían dentro de la casa esperando sus
decisiones, sin embargo algo parecía
preocuparle a Rómulo, que quería
contemplar con sus propios ojos.
El derribo era evidente que había tenido
lugar, pero quería recrear su vista en el
espectáculo que ofreciera su último "trabajo
bien hecho", y hacía allí parecía dirigir el
bonito coche del doctor Martínez.
Mientras tanto y por el camino, intentaría
contactar con su brazo derecho y que él le
asegurase el triunfo de su "obra".
RÓMULO
296 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Mientras el doctor Leving alcanzaba
aquella alta azotea, también repleta de
antenas y tenderos de ropa, a aquel
supuesto delincuente de arriba le sonaba su
móvil, llamada que atendía al primer
sonido avisador.
Era consciente que el único que podía
llamar sería Rómulo y, posiblemente su
intención sería conocer el resultado de
aquella operación criminal que, por otra
parte, al haber observado con sus
prismáticos la liberación de la malograda
novia, debía hacérselo saber cuanto antes o,
conociéndolo, posiblemente lo lamentaría.
Toda esta información fue dada a Rómulo
mientras se acercaba al lugar de lo
ocurrido, algo que lo indignó, pero su
enrevesado cerebro cuando verdaderamente
parecía explotar fue, en el momento que
alcanzó la azotea Leving.
RÓMULO
297 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Al ver a Leving, comprendió claramente que
no era un simple espectador, pues al ponerse
frente a él, Leving sacó su arma
reglamentaria, no quería correr riesgo
alguno y, al darle el alto, el brazo derecho
de Rómulo lanzaba una exclamación al aire
con un: ¡ Mierda, la pasma!
Al otro lado de la línea, Rómulo pudo darse
perfecta cuenta de lo que significaba
aquella exclamación, pero un hombre con
los escrúpulos de Rómulo, no tenía
problemas para solucionar aquella
embarazosa situación, afortunadamente se
encontraba ya en las inmediaciones del
derribo, pero sin llegar a él.
Allí entre un pequeño macizo de álamos
blancos estacionaba el coche Rómulo, con
claros síntomas de indignación por aquel
contratiempo inesperado y, a una distancia
prudencial, para no ser advertido por
RÓMULO
298 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Rómulo, el comisario Fonseca podía ver a
los dos hombres en la terraza o azotea.
En principio Fonseca no se percató de aquel
detalle asta no contemplar a Rómulo como
del maletero de su coche sacaba, lo que él
entendía como un rifle de precisión, algo
que sorprendió a Fonseca, ¿qué pretendía
Rómulo? ¿Adónde pretendía disparar?
El comisario desde su posición no podía ver,
lo que había sido la demolición de aquel
edificio, pero sí como digo aquélla terraza
donde al ver apuntar a Rómulo dirigió su
vista, para comprobar la presencia de
aquellos dos hombres y, claramente pudo
distinguir a su ayudante por su peculiar
chaqueta de cuero de ante, lo que le provocó
un terrible vuelco en su corazón al temer
por su vida, aquel degenerado de Rómulo
estaba a punto de dispararle, y tan rápido
fue todo, que él mismo comprendió su
imposibilidad de impedirlo.
RÓMULO
299 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Aún y así, su reflejo principal fue asír la
pistola que llevaba preparada para hacer
fuego, y abrir la puerta de su coche con
intención de impedir aquella atrocidad,
momento éste en el que sonó el atronador
disparo que redobló su sonido en las
cercanas sierras.
Suficiente para que el buen comisario con el
corazón oprimido, mirase hacia dónde se
encontraba su ayudante y comprobar con
un suspiro de alivio, que el que se
desplomaba era el acompañante de Leving.
En aquellos escasos segundos la velocidad de
ideas en la mente de Fonseca fue algo
vertiginosa, tantas cosas le pasó por la
imaginación en aquellos instantes, que sólo
una buena preparación psicológica como la
suya, hizo un alto en algo: aquel sujeto que
se desplomaba y daba con sus huesos en
tierra, no cabía dudas que era el sujeto al
que le ordenó asegurarse de la muerte de su
RÓMULO
300 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
hija Rómulo, y que Leving había conseguido
localizar.
Para cuando el comisario Fonseca quiso
reaccionar, Rómulo habiendo cumplido su
misión, la de solucionar el problema que
podía haber hecho posible su
encarcelamiento, y su posible sentencia a la
silla eléctrica, montó rápidamente en el
bonito coche del doctor Martínez, para
desaparecer del lugar antes que alguien
pudiese tomar la matrícula del coche pues,
siempre hay quien pueda ver (pensaba
Rómulo), y no podía arriesgarse a la más
mínima equivocación o fallo que pudiera
relacionarlo con toda aquella consecuencia
de su plan.
Aunque bien mirado, posiblemente aquello
le ayudase, seria otro factor a tener en
cuenta en la culpabilidad del doctor
Martínez.
Sólo después de unos minutos pudo darse
cuenta Rómulo, que aquel autor lo seguía,
RÓMULO
301 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
no era un coche oficial, pero no le cupo la
menor duda, que, tras aquellos cristales que
le impedían ver al conductor, se encontraba
el tozudo y empecinado comisario de
policía, por lo que su prodigiosa mente
barajaba la posibilidad de que Fonseca
pudiera haberlo visto hacer aquel disparo,
si era él, posiblemente lo estuviera
siguiendo desde el mismo momento en el que
salió de la comisaría, pocos segundos
después de la explosión.
Aquello le obligaba a Rómulo a despistar a
su perseguidor y después, echarle el último
órdago sobre la mesa, porque... aquella
endiablada trama que urdiera Rómulo, aun
no había terminado, pero para ello debía
deshacerse de aquel vehículo que lo acosaba
tras de él.
Tras una breve persecución por los
vericuetos de avenidas y calles periféricas,
por fin Rómulo consiguió dar esquinazo a
su perseguidor en dirección contraría a
RÓMULO
302 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
donde verdaderamente quería ir, eso
despistaría momentáneamente al obstinado
policía, y le daría el tiempo suficiente para
prepararles su recibimiento, su demencial y
trágico recibimiento, como veremos más
tarde.
Como sabemos Leving pretendía localizar
algún otro compañero en la misma jefatura,
que le pudiese indicar dónde se encontraba
el jefe, el comisario Fonseca, allí uno de los
agentes en servicio de multas y
desapariciones, pudo darle el único dato
que conocía, pues únicamente había
observado desde su puesto, como
abandonaba la comisaría sin decir dónde
iba, es más; sin pronunciar una sola
palabra, y con gesto de preocupación y
rabia contenida.
Aquellos sólo le decía una cosa a Leving :,
apostaría su mano derecha a que había ido
tras de Rómulo, con la clara intención de
arrancarle el lugar donde tenía a su hija
RÓMULO
303 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
encerrada, y seguro que su amor del padre
trataría de arrancar de sus labios no sólo
eso, sino que, se aseguraría de que su
querida hija, continuara en perfecto estado,
aún dentro del temor que pudiera albergar
en su pecho, al pensar que aquel villano,
criminal o loco, pudiera haberse salido con
las suyas, y le pudiera haber hecho un daño
irreparable: la muerte.
Tras razonar estos motivos, y convencido
del acierto de su intuición, enfiló el coche
hacia la carretera de circunvalación que
rodeaba la ciudad, en dirección este donde
se encontraba la urbanización
moderadamente asequible para una clase
media alta a la que pertenecía el doctor
Martínez, y donde residía.
Entretanto uno por cada lado, tanto Leving
por su intuición, como Fonseca por haber
sido testigo directo del asesinato o, posible
RÓMULO
304 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
crimen que acababa de cometer, se dirigían
al mismo lugar. Allí en la casa del doctor ya
había llegado Rómulo que se encontraba
con sus dos secuaces y, carceleros del doctor
Martínez dentro de su propia casa.
El doctor Martínez no podía dar crédito a
lo que veía, sus ojos le mostraban su otro
yo, como el reflejo en una placa de azogue y,
sólo después de que Rómulo se dirigiera a él,
pudo comprobar que su asombro estaba
justificado, incomprensiblemente
justificado.
Sarcásticamente Rómulo le hacía saber de
la existencia de otro hermano gemelo: El,
pero lamentablemente lo habría sabido
demasiado tarde, porque sus intenciones
eran algo muy distintas a todo cuanto se le
pudiese ocurrir al doctor Martínez.
Ante la pasividad de sus matones, Rómulo
comenzó a golpear a su hermano en el
rostro, algo que hacía pidiéndole unas
extrañas disculpas, donde trataba Rómulo
RÓMULO
305 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
de hacerle comprender, que tan bueno y
bondadoso era el doctor Martínez, que
ahora tendría la oportunidad de morir
siendo un mártir, pues lo haría por él
mismo, por su hermano Rómulo, algo que
debía enorgullecerle.
A aquel hijo del diablo por fin pudo vérsele
sus intenciones, sus dos compinches podían
darse perfectamente cuenta, que Rómulo
golpeaba al doctor Martínez en unos puntos
muy concretos, no castigaba al doctor por
castigar, sino que sus golpes iban dirigidos
justamente a aquellos puntos que el propio
Rómulo tenía heridos y golpeados, como era
su ceja izquierda, su mejilla derecha, el
labio inferior y la nariz, que también
parecía haberle sangrado minutos antes.
Le trataba de hacer el mismo daño, en los
mismos sitios y más o menos con la misma
intensidad.
No dio tiempo a que el buen doctor don
Raúl Martínez saliese de su asombro
RÓMULO
306 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
cuando comenzó a golpearlo y,
prácticamente no le dio opción a abrir su
boca para pedir algún tipo de explicación
del porqué hacía aquello, sí era su propio
hermano y, temiendo que sus planes
pudieran venirse abajo si el comisario
aparecía en su casa antes de tiempo, decidió
culminar su obra ante los atónitos ojos de
sus colegas, que tampoco imaginaron el
trágico final que le tenía reservado a su
propio hermano.
Bajo su chaqueta y sin que le temblase la
mano, con un pulso firme y seguro como de
alguien que pretende hacer una obra de
caridad, sacó su revólver y sin pestañear,
apoyó el cañón del arma sobre la sien del
doctor Martínez que permanecía estático e
incrédulo, como pensando que aquello no
podía estar ocurriendo, que aquello debía
ser un sueño, apretó el gatillo y
descerrajándole un mortal tiro en la cabeza
hizo que casi al instante su cuerpo se
RÓMULO
307 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
desplomarse sobre el escritorio donde
permanecía sentado, por orden de sus
secuestradores.
Acto seguido y con los signos del asombro
que les había producido en el rostro a sus
colegas, Rómulo limpió la pistola con su
propia chaqueta para depositarla en la
mano derecha del doctor, aquello tenía que
parecer claramente un suicidio, por lo que y
con aquella macabra sonrisa de satisfacción
en el rostro, miró detenidamente la escena
del crimen por ver si todo estaba en orden
según su idea, y después de comprobar que
en efecto, tanto el cuerpo, como la mano y el
revólver, daban la clara idea del suicidio, lo
demás era cosa de la policía.
Sí, la policía podía especular con las
pruebas que tuviera hasta el momento, e
incluso si lo había logrado ver cómo
disparaba a su compinche, sería un punto a
su favor, con más motivos creerían en la
culpabilidad del doctor Martínez, algo que
RÓMULO
308 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
no pudo soportar, pues antes de verse entre
rejas, o en alguna prisión de castigo del
estado, e incluso antes de enfrentarse a una
pena de muerte sobre la silla eléctrica,
amén del descrédito que adquiriría en su
profesión y con sus amistades y pacientes,
decidió suicidarse, algo "sublime", o como
también pensaba Rómulo posiblemente en
esos instantes: "un trabajo bien hecho".
Después de supervisar la escena, Rómulo
volvía al coche del doctor Martínez con
intención de recoger el rifle, pero lo pensó
mejor y, sólo limpió la culata y aquellas
zonas donde había tocado él, así como el
volante, puertas del coche que pudiera
haber manipulado y algún objeto de la casa,
así como el propio teléfono.
Aquella poderosa mente criminal no parecía
dejar nada al azar, y todo era maquinado
con una precisión asombrosa y, lo más
trágico es, que sería muy probable que todo
RÓMULO
309 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
cuanto ideó y llevó a cabo, le saliera tal y
como lo planeó.
Posiblemente la investigación resultante de
aquel "suicidio", daría a la luz unas
huellas de sus compinches, que por otra
parte también pensaba que podía
desbaratar todo su plan, si cogían a alguno
de ellos se descubriría si lo hacía confesar
por una parte, que no fue un suicidio, y por
otra, que habían estado todo el tiempo
equivocados al pensar que se trataba de una
única persona el doctor Martínez y Rómulo,
lo que lo volvía a poner al descubierto ante
la policía, la ley y la justicia, pero eso era
algo que probablemente aquel endiablado
cerebro también había previsto y tuviera
reservado otro triste final para esos dos
colaboradores en sus terribles y temidas
fechorías.
Después podía verse, como los tres
abandonaban la casa por su parte trasera y
RÓMULO
310 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
por el jardín, a través de aquella pequeña
verja de acceso a la calle.
A medida que la tarde iba avanzando,
volvía a oscurecerse el claroscuro del cielo.
Un cielo que claramente reflejaba aún, lo
que sería la cola de la tempestad del día
anterior.
Tras el esquinazo que le había dado
Rómulo al perderse en aquel laberinto de
carreteras, el comisario Fonseca parecía
ordenar sus ideas a pesar de estar
convencido, de haber perdido lo que hasta
ahora más quería, su hija y en el día más
grande de su vida, aunque, y así como digo,
el viejo comisario recapituló unos instantes,
los mismos que le hicieron ver claro la
intención del criminal, era fácil adivinar
RÓMULO
311 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
que se había percatado de su presencia, por
lo que emprendió una rápida pero segura
huida, pero también pudo comprender,
conociendo ya a Rómulo y sus desatinos, que
si así era, lo lógico que debía pensar es, que
lo había llevado por el lado contrario de
donde pensase ir y despistarlo por completo
(como así fue), por lo que... casi con toda
seguridad había regresado a su casa.
Este era el momento de volver allí y
arrancarle la lengua para que diría donde
podía encontrar a su hija, no sin antes
detenerlo, después le haría confesar.
No lejos del lugar, Leving al volante del
coche policial y como acompañante la
desafortunada novia, también se acercaban
RÓMULO
312 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
al mismo domicilio, ella con semblante algo
más calmado que en aquellos dramáticos
primeros momentos.
Sobre las sierras que bordeaban el valle, los
amenazantes nubarrones negros
comenzaban a iluminar con sus rayos el
horizonte de sus crestas y escarpados
barrancos, mientras que avanzaba la
cortina de agua sobre sus laderas,
tímidamente arqueada por el iris de los
suaves y vergonzosos rayos de sol que la
traspasaba, a la vez que huía por el oeste,
para dar paso a la noche con todas sus
consecuencias.
En aquella urbanización de chalets donde
aparentemente sólo les distinguían sus
variados y floridos jardines, llegaba
Fonseca en esos momentos, pero temeroso de
que aquélla "valiosa" pieza pudiera volver
RÓMULO
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a escurrirse de entre sus manos, aparcó el
coche, su coche particular que conducía,
unas casas antes de llegar a la propiedad
del doctor Martínez para no "levantar la
perdiz, después iría andando y con todas las
precauciones del mundo.
Era viejo, pero sabía con quien se la estaba
jugando, y no le daría ese capricho al
"nene".
Alcanzó la casa con el mayor sigilo sí, pero
algo parecía no encargarle, dentro no
observaba actividad ni oía ruido alguno,
sin embargo la puerta de entrada
permanecía abierta. Muy extraño, pero
aquello no amedrentó al viejo policía, podía
estar esperando su llegada y le haría caer en
alguna trampa, quizá lograse aquel asesino
acabar con su vida también, pero aquel que
le conocía, que conocía al perfecto policía,
diría que en aquellos instantes lo que menos
le importaba a Fonseca era su vida, si había
perdido parte de ella con su hija.
RÓMULO
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Más... nada ocurría, nadie parecía
esperarle con malas intenciones... bueno ni
con malas ni con buenas, la casa parecía
deshabitada, era extraño que se hubiese
equivocado y Rómulo cogiera otra dirección
y no esa.
Aquello era algo que le contrariaba,
lamentaba el no haber conseguido en esos
momentos ponerle las manos encima.
Tras recorrer parte de la vivienda con todas
las reservas y, después de entrar en el salón,
fue cuando descubrió a aquella persona que
lo esperaba, al verlo por el rabillo del ojo y
temiendo un rápido ataque de su enemigo o
perseguido, reaccionó con una cierta
rapidez encañonándolo con su arma, pero
casi al mismo tiempo su buena preparación
como tirador responsable, unido a su
sentido de la observación, pudo comprobar,
que ahora era cuando "Rómulo" no podría
hacerle el menor daño, al encontrarse sobre
RÓMULO
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el escritorio privado, sobre un buen charco
de sangre.
Después de esos primeros tensos y críticos
segundos, pudo comprobar que en efecto,
"Rómulo", parecía haberse suicidado a
juzgar por la escena de la tragedia.
Un orificio, un pequeño orificio en su sien
derecha, y un grave boquete de salida en el
lado contrario no dejaba lugar a dudas, si
se tenía en cuenta el arma que sujetaba su
mano derecha.
Claro que, aquel cuadro era algo que
aterraba al comisario más que si hubiese
encontrado a Rómulo con vida, y aquello
que pudiera temer de él, era evidente que
tras aquella amenaza que le hizo unas
horas antes en presencia de su abogado, le
traería graves consecuencias.
¿Puede alguien estar tan perturbado, como
para quitarse la vida si así conseguía
castigar a otra persona? (Pensaba Fonseca)
RÓMULO
316 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Parecía tener claro que sí, pero... ¿Creería
alguien su versión de lo ocurrido en esa
casa, desde que él llegó?
Estaba a punto de comprobar ese "efímero"
detalle, aunque por otra parte, estaba a
punto también de recibir la mejor y mayor
alegría de toda su intensa vida.
Unos pasos sobre el parqué del pavimento lo
sacaron de sus divagaciones supuestas, para
devolverlo al mundo real y, hacer que de
nuevo su revólver apuntarse a la entrada
del salón, temiendo la llegada de los
esbirros de aquél desalmado de Rómulo.
Cuál no sería su sorpresa al comprobar, que
tras aquella chaqueta que tan bien conocía
de piel de ante, caminaba su hija, su
maltrecha hija, dentro de un lamentable
traje de novias.
Aquello bien pudo costarle la vida, su ya de
por sí delicado corazón, tuvo que soportar
RÓMULO
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el gozo tan grande que experimentó al verla
y comprobar que sus temores, gracias a Dios
fueron infundados.
Padre e hija se abrazaron en un emotivo
encuentro, donde los dos corrieron, cada
uno al encuentro del otro, para fundirse en
un bello abrazo, sólo empañado por las
alegres y esperanzadoras lágrimas que podía
ver Leving en los ojos de los dos.
Era la primera vez que veía una reacción
así en su jefe, lo que le dejó una cara de
perplejidad y asombro que no pasó
desapercibida para el comisario Fonseca
que adivinaba sus pensamientos, por lo que
se apresuró a justificarse de forma absurda
y simpática, aludiendo que aquella reacción
de sus ojos, era debido al ambiente, el humo
del tabaco y esas cosas, lo que hizo sonreír a
su eficaz ayudante, mientras procuraba
darle la razón, a él también le ocurría.
Toda aquella situación de ternura y
felicidad, se volvió a truncar a medida que
RÓMULO
318 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
los recién llegados eran conscientes del lugar
donde estaban, y del suicidio de "Rómulo".
Eso no era algo que tuviera que explicar o
justificarse con Leving, sin embargo no
podía obviarse, la encrucijada donde se
encontraba Fonseca, ¿Quién podría creer
aquello? Posiblemente aquel ladino abogado
opondría las cosas a su favor, después de
haberlo amenazado de muerte, aquel
suicidio podía entenderse como una forma
de encubrir su venganza, en la persona de
"Rómulo".
Después de dar el mortal tiro en la cabeza
de aquel hombre, no era difícil preparar
una escena como aquélla, sólo confiaban en
que hubiese sido otra persona el que lo
matase e hiciera aquello y, con algo de
suerte, alguna otra huella o pista
encontraría el departamento de
investigación científica, pero... si no era así,
sería muy difícil que su próxima jubilación
fuera un paso llano y limpio, no podría
RÓMULO
319 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
demostrar su inocencia al no contar con
ningún testigo de aquel macabro hallazgo.
(Cuando Rómulo le dijo que él sería su
asesino, se refería a eso, lo hacía
responsable de su suicidio cargándole su
muerte al comisario.)
De haber coincidido con su ayudante el
doctor Leving antes de entrar... ese escaso
minuto podía haberle dado la tranquila
jubilación, y sin embargo todo podía girar
en contra suya, e incluso si no mejoraban
las cosas según dialogaba con Leving, podía
dar con sus huesos en la cárcel por un
maldito loco que decidió quitarse la vida
para eludir la justicia, y lo más patético y
cruel, para castigarlo a él.
Lo hiciera con esa intención, o no lo
hiciera, el caso es que así estaban las cosas
para Fonseca.
Por el camino Leving temía que su jefe
pudiera hacer algo así, pero ahora tras
escuchar su versión, confiaba en él y lo
RÓMULO
320 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
creía, pero claro, no era Leving el que debía
entender aquel dramático suceso.
La temperatura era agradable, sin embargo
el grado de humedad en el aire, junto a la
torrencial tormenta que se avecinaba y, a
los estruendos de los carros del cielo, hacían
que aquella noche de primavera fuera una
de esas noches de malos presagios, como si se
hubiesen dado cita allá en lo alto todas las
fuerzas del infierno juntas, pues tan intensa
y devastadora era que, ya a lo lejos podía
apreciarse entre la ventisca de fuertes
vientos y remolinos, cómo el granizo
comenzaba a azotar los tejados y terrazas
de los ya alcanzados barrios periféricos,
donde la fuerza con la que caiga el
granizo, hacía añicos cristales y que
aboyaba coches, mientras volaban por los
aires dentro de la turbulencia de los
RÓMULO
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remolinos, papeles y pequeños objetos que el
viento movía a su antojo.
En otra parte de la ciudad, aquella misma
noche, tanto Rómulo, como sus
incondicionales seguidores debatían sobre la
necesidad o no de subir a aquel tren con
destino a la frontera, armados cómo iban.
Rómulo aseguraba no llevar armas, alguien
podría notarlas y tener problemas, tanto en
el trayecto, como en el paso de la misma
frontera, por lo que aquél desquiciado de
Rómulo, intentaba convencer a sus hombres
para que se deshicieran de aquellos dos
revólveres que guardaban en sus cinturas,
que se las dieran a él, había que esconderlas
para que ninguna autoridad pudiera
hallarlas.
RÓMULO
322 AUTOR:”FREDERICK DUMAS”
Los dos confiados compinches, convencidos
de la precisión y la exactitud con la que
pensaba y que hacía las cosas, no dudaron
en hacer aquello que Rómulo les
aconsejaba... ¿Cómo podían imaginar?
Claro que tenían toda la razón, aquel jefe
suyo no hacía nada al azar, todo era
matemáticamente estudiado a conciencia,
aquella mente criminal no dejaba ningún
cabo suelto jamás, ¿cómo no pensarían en
eso antes?
Bueno, sí; lo pensaron, pero creyeron que
aquello que hacía Rómulo, era en su propio
beneficio, para que todo saliese bien y no
fueran detenidos ni unos ni el otro, lo que
no pudieron sospechar es, que al tener
Rómulo los dos revólveres en su poder les
dijese con su característica sonrisa satánica,
un... "feliz Navidad", y al mismo tiempo
que sus asombrados ojos se habrían,
apretarse los dos gatillos dirigiendo los tiros
hacia sus estómagos, lo que provocó que,
RÓMULO
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casi al unísono, los dos se precipitarsen
hacia el empedrado y obscuro anden heridos
de muerte y, ante el semblante irónico y
sátiro de Rómulo, en pocos segundos los dos
expirasen, entre los terribles dolores que le
producían sus heridas y la inevitable
hemorragia que a borbotones le manaban
de sus vientres perforados.
La idea de Rómulo estaba suficientemente
clara, era evidente que no pretendía dejar
testigo alguno, no sólo de todos aquellos
atropellos y crímenes que en común habían
perpetrado, sino que tenía la clara
intención de asegurarse que nadie, ni ahora
ni en el futuro, pudiera constatar que en
realidad fueron dos personas distintas,
Rómulo y su gemelo el doctor Raúl
Martínez.
Aquello sería lo que definitivamente dejaría
fuera de juego al viejo policía, no volvería a
molestarlo al creerlo muerto, suicidado,
"arrepentido" de sus malas acciones.
RÓMULO
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Ya parece que a Rómulo no le importaba si
en realidad había perecido su hija en aquel
derribo, lo que verdaderamente tenía a su
favor era, por un lado eso, que nunca lo
creería vivo al verlo allí y con aquel tiro en
su cabeza, y por otro confiaba, que aquella
muerte del doctor Martínez no pudiera
explicarla y justificarla ante la sociedad
entera, ese sería su castigo.
Algo que a Rómulo tampoco le había pasado
por alto, aquellos dos hombres que acababa
de asesinar, era muy probable que hubiesen
dejado la casa del doctor Martínez
completamente llena de huellas, aquello
sería lo que le hiciera pensar al viejo la
complicidad de aquellos dos cadáveres que
encontraría al día siguiente con el doctor,
dos hombres que según se podía ver a
Rómulo, preparaba la escena de forma que
convenciera en que aquellos dos hombres se
habían matado entre sí, el motivo seguro
que se le ocurría si no al viejo, a aquel
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sagaz ayudante suyo que parecía haberle
deshecho los planes en las dos últimas
ocasiones, tanto con la modelo, como con la
hija del comisario.
Fuera como fuese, Rómulo abandonó el
lugar después de colocar las armas cada una
en el lado contrario de donde habían
disparado, para con toda tranquilidad,
subir en el tren que en aquellos precisos
instantes, hacía su entrada en el andén
número uno de la estación de ferrocarriles
del norte.
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A través de la cortina de agua y granizo que
provocaba la tormenta y entre cegadores
relámpagos, podía apreciarse a Rómulo
mirar a través de la ventanilla, con su más
gozosa y satánicas sonrisa dibujarla en su
rostro, mientras el tren abandonaba la
estación:
Próxima parada: la frontera .
FIN